Llega un nuevo año.
Como casi todos los años, muchos hacemos listas de deseos y de buenas intenciones para los próximos meses. Algunos de ellos, se cumplen, pero otros…
Otros deseos, se quedan en eso: deseos (“Ya lo haré el año siguiente”, pensamos).
Hoy os propongo, que escribáis unos pocos deseos alcanzables a corto plazo, para el año nuevo. Deseos reales, que cumplan con vuestras expectativas más cercanas, poniéndonos al día de deseos pasados, que no conseguimos (ya sea por inactividad, desilusión u otros motivos).
Para que esos deseos reales se cumplan, hemos de ser activos. Tenemos que ser conscientes cada día, o cada semana del año que llega, de que nosotros somos los responsables de que esos deseos lleguen al final de año, como deseos realizados.
A nuestras buenas intenciones, tenemos que unir una buena actitud mental para conseguir aquello que deseamos, y también alguna acción que mueva esas ideas que tenemos.
Los deseos que escribamos, no serán muchos, sino pocos. Con unos cinco deseos es suficiente. Pero, van a ser deseos, como digo, reales, y muy pensados.
Por ejemplo, si deseamos dejar de fumar, pero no nos vemos capaces de que ocurra, en vez de desear: Deseo dejar de fumar este nuevo año. Podemos desear: Deseo disminuir los cigarros que fumo a la semana.
Después de escribir los deseos, enséñaselos a alguien cercano (o incluso ponlos en tu web), para que se hagan aún más reales. Nuestra motivación, será mayor, si otros saben nuestros propósitos. Y tendremos una “prueba”, para que cuando volvamos a leer los deseos justo dentro de un año, comprobar si se han cumplido, cuántos de ellos se lograron, y el por qué de los no conseguidos. Aprenderemos de nuestros pensamientos positivos y de nuestras acciones para conseguirlos y también de nuestros errores.
Porque no basta con escribir los deseos, también, tienes que creer que ocurrirán. Tratarlos como hechos ya pasados y no como algo imaginario que nunca ha existido.
Darle a los deseos la capacidad de no ser solo deseos, sino de ser tu realidad.
No tardes más tiempo, aunque ya haya comenzado el año, cuando leas esta entrada.
Coge papel y lápiz, o un ordenador, y escribe tus cinco deseos reales, enumerados del 1 al 5, en orden de importancia para ti.
Cuando hayas terminado de escribirlos, imagina que cada uno de esos deseos, ya se han hecho realidad. Observa las escenas en tu mente, y piensa en ellas, cada día o cada semana, como algo factible, algo que ya ha ocurrido.
Enseña tus deseos reales y cree en ellos.
¡Feliz Año Nuevo! :-)
jueves, 31 de diciembre de 2009
jueves, 24 de diciembre de 2009
Tú Atraes Tu Propia Suerte
La suerte no es buena o mala, en realidad la suerte, es como nos tomemos nosotros lo que nos pasa.
Muchas veces, deseamos tener suerte para cambiar de vida o para ser otra persona diferente. Por ejemplo, decimos:
Pero, la suerte no es algo que quede fuera de nuestra mano.
La suerte la atraemos nosotros mismos, y la buena suerte es lo que nosotros queremos que sea buena suerte.
Hay veces, en que los acontecimientos de nuestra vida, parecen ir en contra de nuestros deseos y expectativas. Deseamos algo con tanta fuerza, que al no conseguirlo, dejamos de creer. Dejamos de pensar en que somos nosotros los únicos responsables de nuestra mente y de como queremos sentirnos.
Ante un “fracaso”, ante una pérdida de esperanza, no hay que pararse, sino todo lo contrario. Hay que levantarse, y adaptar nuestros pensamientos y nuestras vivencias a la nueva situación.
Somos seres adaptables. Tenemos esa suerte… :-)
Ante las catástrofes, somos capaces de reaccionar, de ayudar a otros si lo necesitan, de dar lo mejor de cada uno.
Ante las alegrías de los demás también. En estos días de fiesta, muchos salen a la calle, por que les ha tocado una cantidad de dinero impensable para ellos, hasta ese día… y muchos otros salen también, a celebrarlo.
Nunca nada está perdido del todo.
Siempre hay esperanza. Siempre hay una luz al final de túnel.
Es cierto, créelo…
Tienes la suerte de tu lado…
Tú atraes tu propia suerte.
jueves, 17 de diciembre de 2009
RESPIRA
Respirar bien es importante.
Respiramos todos los días, todas las noches, y apenas somos conscientes de ello.
Tan sólo, cuando nos cuesta respirar (por un catarro o cualquier otro motivo), nos percatamos de lo que hemos perdido.
Y perdemos mucho: perdemos calidad de vida. En ocasiones, casi la propia vida.
De hecho, si estamos sin respirar unos segundos o minutos, morimos. Así de frágiles parecemos… y así es.
Sin embargo, muchas veces nos maltratamos (fumando, por ejemplo), como si fuéramos a vivir eternamente (aún sin pulmones).
Respiramos sin darnos cuenta, y sin embargo, respirar, es una de las cosas más importantes para nosotros.
Respiramos rápido, con ansiedad. A veces, con esfuerzo.
Intenta cada día, tener un rato de tranquilidad.
Siéntate o túmbate en silencio, y concéntrate en tu respiración.
Toma el aire, sintiendo como entra por tu nariz y recorre tu cuerpo.
Exhala con calma y sosiego.
Imagínate que todo lo malo, lo estresante de tu día, desaparece de ti, a través de esa respiración.
Respira.
Estás vivo.
Estás viva.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Cinco Claves Para Ser Más Feliz
1. Para encontrar la felicidad, no la busques.
Tanto la tristeza como la alegría, no existen.
Forman parte de tu mente.
2. Tú, eres quien ha de decidir si ser y estar feliz o no.
Cuando algunas mañanas, te levantas sin ganas de nada, observa tu mente.
Estate atento o atenta a todo lo que te dices esos días.
3. Si deseas que las circunstancias que te rodean, cambien, empieza primero por ti.
Somos los creadores de nuestras historias, somos nosotros, los que tenemos que abrir lo ojos y estar preparados para cambiar.
4. Escúchate a ti mismo.
Escucha las ideas preconcebidas que tienes de determinadas personas, o acontecimientos (- Es que ella no me escucha…, - No tiene remedio, sé que volveré a sufrir, - Seguro que mañana llueve…), y cámbialas por otros pensamientos más positivos.
5. Escribe como te gustaría que fuera tu vida en un futuro cercano. Hazlo, y léelo cada semana, sin aferrarte a ello. Tan sólo, cuando lo leas, cree que realmente eso ocurrirá. Luego olvídalo.
Tú, tienes la clave para ser más feliz :-)
Tanto la tristeza como la alegría, no existen.
Forman parte de tu mente.
2. Tú, eres quien ha de decidir si ser y estar feliz o no.
Cuando algunas mañanas, te levantas sin ganas de nada, observa tu mente.
Estate atento o atenta a todo lo que te dices esos días.
3. Si deseas que las circunstancias que te rodean, cambien, empieza primero por ti.
Somos los creadores de nuestras historias, somos nosotros, los que tenemos que abrir lo ojos y estar preparados para cambiar.
4. Escúchate a ti mismo.
Escucha las ideas preconcebidas que tienes de determinadas personas, o acontecimientos (- Es que ella no me escucha…, - No tiene remedio, sé que volveré a sufrir, - Seguro que mañana llueve…), y cámbialas por otros pensamientos más positivos.
5. Escribe como te gustaría que fuera tu vida en un futuro cercano. Hazlo, y léelo cada semana, sin aferrarte a ello. Tan sólo, cuando lo leas, cree que realmente eso ocurrirá. Luego olvídalo.
Tú, tienes la clave para ser más feliz :-)
jueves, 3 de diciembre de 2009
Un Paseo
Respira profundamente tres veces.
Relaja todo tu cuerpo.
Ahora, cierra los ojos.
“Imagínate a ti mismo o a ti misma, saliendo de tu casa.
Comienza a caminar por los alrededores,sintiendo tus pasos al hacerlo.
Las personas con las que te cruzas todos los días, también están ahí.
Salúdalas, y sigue caminando.
Al final de la calle o del sitio en el que te encuentras, ves aparecer una luz suave.
Obsérvala mejor.
Parece que la calle está comenzando a desvanecerse.
Andas con paso tranquilo hacía la luz.
Según te acercas, la luz se hace más y más fuerte, te deslumbra.
Con mucha seguridad, te paras delante de la luz, y entras en ella.
Al otro lado, sientes tus pies mojados, y escuchas el murmullo del mar.
Mira hacía abajo. Tus pies descalzos, están encima del agua del mar.
El agua es cálida y la sensación es muy agradable.
Levanta la vista.
Observa.
Hay un océano rodeándote.
El cielo, cubierto de algunas nubes, está totalmente azul.
Los colores del mar y del cielo, parecen unirse.
Escucha...
El sonido del viento, el murmullo del agua, tu propia respiración…
No hay nada más.
Tan sólo eso.
Disfruta de la sensación de plenitud que te rodea.
Camina despacio por el océano.
El agua se adapta a tus pies, puedes caminar sin hundirte.
Al fondo, en el horizonte, ves una luz suave.
La luz se acerca a ti poco a poco.
Según lo hace, la luz es más fuerte.
Cierra los ojos, y respira tranquilamente.
La luz te atraviesa, y al abrir los ojos, observas que has vuelto a los alrededores de tu casa.
Camina despacio, de regreso a tu casa.
Disfrutando de las sensaciones que has tenido en el océano.
Abre la puerta de tu casa”.
Bienvenido del paseo :-)
Abre los ojos.
jueves, 26 de noviembre de 2009
No Eres Tu Edad
No importa los años que cumplas.
No es un factor determinante en tu día a día, que tengas un año o dos años más.
Tú sigues siendo la misma persona.
El tiempo es relativo.
No es lo que marca nuestra vida, a pesar, de que seguimos nuestros relojes, con mucha disciplina.
Nuestra vida la marcamos nosotros, en función de como somos, actuamos y pensamos. Sin tener en cuenta los años que tenemos.
No sólo somos nuestro cuerpo.
Somos ese algo más, que todos sabemos que existe en nuestro interior.
Nuestras emociones, nuestros anhelos, nuestras alegrías y penas…
Somos quienes somos en un momento determinado. Actuamos de cierta manera, si estamos alegres o si estamos tristes. A cada segundo nuestra mente cambia. Nosotros cambiamos. Pero la esencia, ese niño interior que fuiste (y que eres), no cambia.
Eres TÚ (con mayúsculas), el que vive, la que vive… la que se levanta por las mañanas con la sonrisa en la cara, el que va a trabajar cada vez más feliz por lo que tiene (y no por lo que podría haber tenido), y no los años que vas cumpliendo.
Te propongo que te redescubras.
Que viajes con tu mente a tu infancia y adolescencia.
Observa como pensabas, como sentías, y que cosas eran las que te hacían sonreír.
¿A qué siempre te has sentido, de cierta forma, igual?
El cuerpo envejece, sí.
Pero tú no, si así lo deseas.
Tú no eres tu edad.
jueves, 19 de noviembre de 2009
La Vida Es Bella
Saborea cada instante de tu vida.
Estés haciendo lo que estés haciendo, disfrútalo.
Incluso, si estas pasando malos momentos.
Nada es eterno. Lo malo también se termina.
Haz lo que deseas.
No esperes a apuntarte a esas clases de baile, no esperes a ir a ese viaje que tienes en mente.
La vida pasa en un abrir y cerrar de ojos, y cuando los abres conscientemente, observas como eres y como fuiste.
Cuando eres consciente de lo que te rodea, de lo que deseas, de a quien amas, del por que haces las cosas, en una palabra, cuando realmente sabes quien eres, es el momento adecuado para avanzar.
Y como digo, no tienes que esperar.
Tan solo, abre los ojos. Escucha, siente, participa…
Cuando tengas inquietud por hacer algo, hazlo. No lo dejes para luego.
El después no existe, solo existe el ahora, el presente, este momento.
Levántate y dale un abrazo a tu amigo, un beso a tu hija, un sincero reconocimiento a un desconocido o un regalo a tu sobrino (aunque no sea su cumpleaños).
Todos somos iguales, todos nacemos y todos morimos igual.
No hay distinciones.
Al final, lo único importante es aquello en lo creíste y aquello que amaste (y que te amó).
Los enfados, las desilusiones, los esfuerzos por conseguir lo “imposible”, al final se quedan en nada.
A cada paso que des, sonríe :-)
La vida es bella.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Paciencia
Respira profundamente tres veces.
Imagina una nube en un cielo claro.
Visualiza la nube de cerca.
Observa como se mueve despacio, como se desplaza, deshaciéndose cada vez.
Siente que tú eres esa nube.
Siente la calma y la tranquilidad de esa nube.
El viento la mueve sin esfuerzo.
No hay nada en que pensar, ni nada por lo que preocuparse.
Respira de nuevo profundamente…
Imagina que la nube se desplaza hasta un lugar de descanso para ti, ya sea el mar, las montañas o la ciudad.
Observa el silencio que te rodea.
Solo escuchas el ruido del viento, que ahora suave y cálido te mece.
Quédate en ese estado el tiempo que necesites.
Cuándo estés preocupado o preocupada, triste o con estrés, respira hondo una vez, vuelve a esa escena y repítete en silencio:
- Paciencia. Todo va a estar bien. Todo está bien. Nada me preocupa. Me siento muy bien… PACIENCIA
Imagina una nube en un cielo claro.
Visualiza la nube de cerca.
Observa como se mueve despacio, como se desplaza, deshaciéndose cada vez.
Siente que tú eres esa nube.
Siente la calma y la tranquilidad de esa nube.
El viento la mueve sin esfuerzo.
No hay nada en que pensar, ni nada por lo que preocuparse.
Respira de nuevo profundamente…
Imagina que la nube se desplaza hasta un lugar de descanso para ti, ya sea el mar, las montañas o la ciudad.
Observa el silencio que te rodea.
Solo escuchas el ruido del viento, que ahora suave y cálido te mece.
Quédate en ese estado el tiempo que necesites.
Cuándo estés preocupado o preocupada, triste o con estrés, respira hondo una vez, vuelve a esa escena y repítete en silencio:
- Paciencia. Todo va a estar bien. Todo está bien. Nada me preocupa. Me siento muy bien… PACIENCIA
jueves, 5 de noviembre de 2009
Mente Sana Y Cuerpo Sano
La enfermedad está en nuestra mente.
Lo más grave que te puede ocurrir, si tienes una enfermedad física, es que tu mente también enferme.
No importa en que momento de tu vida caes enfermo o enferma.
Parece que por ser un niño, no vas a poder afrontarlo, y que son las personas mayores las que saben más de esas cosas.
Es verdad, que superar una enfermedad es difícil, pero yo creo que no importa la edad que tengas, ya que hay gente mayor que nunca ha estado enferma y que no sabe “estar enfermo” cuando le ocurre. Todo son quejas y malos modos. Aún no han aprendido que la enfermedad como la salud, forman parte de nuestra vida, y que van cogidas de la mano.
Sin embargo, hay niños, que a pesar de tener graves dolencias, pasan mucha parte del día, felices y con ganas de jugar.
Yo fui una niña “enferma”, y es curioso, que a pesar de que me dolía el cuerpo, mi mente estaba más ocupada en sufrir porque no podía estar o hacer cosas con los demás niños.
De la enfermedad se aprenden muchas cosas.
Y muchas de ellas son buenas.
Como por ejemplo, de que todo se sale; que la vida siempre tiene una sorpresa que darte; que no hay peor “enfermedad” que no sentir apoyo y amor, que si tienes eso, no hace falta más (aunque te duela el cuerpo, y aunque estés triste por eso); y que el deseo de estar bien, es un gran paso para la sanación.
Porque la sanación también está en tu mente, y si lo crees y lo deseas, tu mente sana te ayudará a sanar tu cuerpo enfermo.
Créelo…
Tu mente es poderosa.
Más de lo que nos imaginamos.
Lo más grave que te puede ocurrir, si tienes una enfermedad física, es que tu mente también enferme.
No importa en que momento de tu vida caes enfermo o enferma.
Parece que por ser un niño, no vas a poder afrontarlo, y que son las personas mayores las que saben más de esas cosas.
Es verdad, que superar una enfermedad es difícil, pero yo creo que no importa la edad que tengas, ya que hay gente mayor que nunca ha estado enferma y que no sabe “estar enfermo” cuando le ocurre. Todo son quejas y malos modos. Aún no han aprendido que la enfermedad como la salud, forman parte de nuestra vida, y que van cogidas de la mano.
Sin embargo, hay niños, que a pesar de tener graves dolencias, pasan mucha parte del día, felices y con ganas de jugar.
Yo fui una niña “enferma”, y es curioso, que a pesar de que me dolía el cuerpo, mi mente estaba más ocupada en sufrir porque no podía estar o hacer cosas con los demás niños.
De la enfermedad se aprenden muchas cosas.
Y muchas de ellas son buenas.
Como por ejemplo, de que todo se sale; que la vida siempre tiene una sorpresa que darte; que no hay peor “enfermedad” que no sentir apoyo y amor, que si tienes eso, no hace falta más (aunque te duela el cuerpo, y aunque estés triste por eso); y que el deseo de estar bien, es un gran paso para la sanación.
Porque la sanación también está en tu mente, y si lo crees y lo deseas, tu mente sana te ayudará a sanar tu cuerpo enfermo.
Créelo…
Tu mente es poderosa.
Más de lo que nos imaginamos.
jueves, 29 de octubre de 2009
Somos De Donde Vivimos
Hay muchas personas que tienen que dejar el lugar donde nacieron, por trabajo o por otras circunstancias más desfavorables.
Cada uno de nosotros, cuando esto ocurre, afrontamos el cambio de la mejor manera que sabemos.
Todos terminamos haciendo nuestra vida en ese otro lugar, aunque echemos de menos nuestros orígenes.
Sin embargo la vida sigue, y aunque no estemos en la que era nuestra casa, terminamos por adaptarnos y de formar parte de ese otro lugar, al que terminamos por considerarlo nuestro hogar.
En realidad, todos pasaremos por estas circunstancias.
Antes o después, tendremos que dejar nuestra casa o nuestra tierra, y por ello tenemos que ser conscientes de que el apego a un lugar o a una casa, tan sólo nos traerá problemas.
Todos somos emigrantes.
Unos porque han de dejar su país de origen, otros porque han de cambiar de comunidad o ciudad, y otros porque han llegado a una edad o porque necesitan más cuidados y han de abandonar su casa.
Podemos prepararnos desde ya, para que el cambio sea relativamente suave.
Puedes imaginarte que has de cambiar de país, o de ciudad o de casa.
Piensa que es lo que sentirías si eso te ocurriera.
Siente donde está realmente tu hogar.
¿Es dónde vives ahora o donde estuviste viviendo?
No creas que todo se acaba si has de dejar tu país, ciudad o casa.
La vida siempre se abre paso.
Allá donde estemos, allá donde viviremos, estará nuestro hogar.
Porque…
Somos de donde vivimos.
Cada uno de nosotros, cuando esto ocurre, afrontamos el cambio de la mejor manera que sabemos.
Todos terminamos haciendo nuestra vida en ese otro lugar, aunque echemos de menos nuestros orígenes.
Sin embargo la vida sigue, y aunque no estemos en la que era nuestra casa, terminamos por adaptarnos y de formar parte de ese otro lugar, al que terminamos por considerarlo nuestro hogar.
En realidad, todos pasaremos por estas circunstancias.
Antes o después, tendremos que dejar nuestra casa o nuestra tierra, y por ello tenemos que ser conscientes de que el apego a un lugar o a una casa, tan sólo nos traerá problemas.
Todos somos emigrantes.
Unos porque han de dejar su país de origen, otros porque han de cambiar de comunidad o ciudad, y otros porque han llegado a una edad o porque necesitan más cuidados y han de abandonar su casa.
Podemos prepararnos desde ya, para que el cambio sea relativamente suave.
Puedes imaginarte que has de cambiar de país, o de ciudad o de casa.
Piensa que es lo que sentirías si eso te ocurriera.
Siente donde está realmente tu hogar.
¿Es dónde vives ahora o donde estuviste viviendo?
No creas que todo se acaba si has de dejar tu país, ciudad o casa.
La vida siempre se abre paso.
Allá donde estemos, allá donde viviremos, estará nuestro hogar.
Porque…
Somos de donde vivimos.
jueves, 22 de octubre de 2009
Escribir Como Terapia
Cuando tenía ocho años, comencé a escribir un pequeño diario que me regalaron.
No escribí mucho tiempo en él, y escribía cosas como: “hoy me he levantado, he ido al colegio y luego he vuelto”.
Después tuve otro diario cuando cumplí los trece.
Entonces ya no sólo contaba lo que había hecho en el día, sino como me sentía y lo que me gustaba o no.
Luego, he continuado escribiendo, pero esta vez, en libretas.
No escribía todos los días y muchas veces solo expresaba mis ideas.
Escribir es una excelente forma de ayudarte a ti mismo o a ti misma.
Llevar un diario (aunque no sea realmente diario), es una buena manera de conocernos, y de “curar” aquellas cosas que nos negamos o de la que hasta el momento en que nos pusimos a escribir, no éramos conscientes de ellas.
Por eso, te ánimo a que cojas una libreta, y comiences a escribir tu día.
Describe lo que has hecho, como te has sentido ante determinadas situaciones, lo que te espera al día siguiente, y sobre todo, escribe que deseo quieres que se te cumpla para los próximos días. Termina siempre con una frase positiva o que te motive, como por ejemplo: TODO VA A SALIR BIEN.
No es importante si escribes todos los días o sólo lo haces cuando de verdad te apetece.
Lo importante, es que lo que escribas te sirva de utilidad, ya sea para afrontar un nuevo trabajo, para levantarte con mejor humor o para creer que la vida es maravillosa.
Tan solo: ¡Escribe!
No escribí mucho tiempo en él, y escribía cosas como: “hoy me he levantado, he ido al colegio y luego he vuelto”.
Después tuve otro diario cuando cumplí los trece.
Entonces ya no sólo contaba lo que había hecho en el día, sino como me sentía y lo que me gustaba o no.
Luego, he continuado escribiendo, pero esta vez, en libretas.
No escribía todos los días y muchas veces solo expresaba mis ideas.
Escribir es una excelente forma de ayudarte a ti mismo o a ti misma.
Llevar un diario (aunque no sea realmente diario), es una buena manera de conocernos, y de “curar” aquellas cosas que nos negamos o de la que hasta el momento en que nos pusimos a escribir, no éramos conscientes de ellas.
Por eso, te ánimo a que cojas una libreta, y comiences a escribir tu día.
Describe lo que has hecho, como te has sentido ante determinadas situaciones, lo que te espera al día siguiente, y sobre todo, escribe que deseo quieres que se te cumpla para los próximos días. Termina siempre con una frase positiva o que te motive, como por ejemplo: TODO VA A SALIR BIEN.
No es importante si escribes todos los días o sólo lo haces cuando de verdad te apetece.
Lo importante, es que lo que escribas te sirva de utilidad, ya sea para afrontar un nuevo trabajo, para levantarte con mejor humor o para creer que la vida es maravillosa.
Tan solo: ¡Escribe!
jueves, 15 de octubre de 2009
HOY ES UN DÍA ...
“Hoy es un día azul.
Un estupendo día azul.
Nada de lo que ocurra hará que este día deje de ser especial.
Hoy el cristal con el que veré la vida, es azul…”.
“Hoy es un día negro.
Un terrible y nublado día negro.
Nada de lo que ocurra hará que este día deje de ser una pesadilla.
Hoy el cristal con el que veré la vida, es negro…”.
Reflexiona…
¿De qué color es hoy tú día?
¿Lo has decidido ya?
Es posible que sí.
Desde el mismo momento que pusiste un pie fuera de la cama.
Aunque no te diste cuenta entonces de ello.
Tus hábitos adquiridos por el tiempo, te han levantado, has hecho un café (“por qué si no, no hay quién me soporte… ni yo mismo”, te repites una y otra vez para autoconvencerte de esa necesidad), y has seguido con tus rutinas diarias.
El día ha sido azul para muchas personas, pero para ti no.
Y te lamentas…
“¿Cuándo seré feliz? ¿Cuándo podré tener esa suerte que tienen otros?”.
Tú tienes la respuesta a esas preguntas.
Tú eres la única persona capaz de hacer que tus días sean del color que tú deseas.
Tienes que hacer el esfuerzo desde que te levantas, de pensar que todo es posible, que el día será muy bueno, que todo saldrá bien.
Tú eres el único responsable de cómo te tomes las cosas que te suceden a lo largo del día.
Tú puedes ser feliz y tener esa suerte que a veces crees que te falta.
Pero sigue pensando positivo todos lo días.
No te vengas abajo, por que un día lo intentaste y no hubo resultados satisfactorios para ti.
Sigue consciente de tus pensamientos y de tus actos todos los días.
Y levántate todas las mañanas sabiendo que tu día será genial.
Todo depende de cómo te tomes las cosas…
Hoy va a ser un día …
Un estupendo día azul.
Nada de lo que ocurra hará que este día deje de ser especial.
Hoy el cristal con el que veré la vida, es azul…”.
“Hoy es un día negro.
Un terrible y nublado día negro.
Nada de lo que ocurra hará que este día deje de ser una pesadilla.
Hoy el cristal con el que veré la vida, es negro…”.
Reflexiona…
¿De qué color es hoy tú día?
¿Lo has decidido ya?
Es posible que sí.
Desde el mismo momento que pusiste un pie fuera de la cama.
Aunque no te diste cuenta entonces de ello.
Tus hábitos adquiridos por el tiempo, te han levantado, has hecho un café (“por qué si no, no hay quién me soporte… ni yo mismo”, te repites una y otra vez para autoconvencerte de esa necesidad), y has seguido con tus rutinas diarias.
El día ha sido azul para muchas personas, pero para ti no.
Y te lamentas…
“¿Cuándo seré feliz? ¿Cuándo podré tener esa suerte que tienen otros?”.
Tú tienes la respuesta a esas preguntas.
Tú eres la única persona capaz de hacer que tus días sean del color que tú deseas.
Tienes que hacer el esfuerzo desde que te levantas, de pensar que todo es posible, que el día será muy bueno, que todo saldrá bien.
Tú eres el único responsable de cómo te tomes las cosas que te suceden a lo largo del día.
Tú puedes ser feliz y tener esa suerte que a veces crees que te falta.
Pero sigue pensando positivo todos lo días.
No te vengas abajo, por que un día lo intentaste y no hubo resultados satisfactorios para ti.
Sigue consciente de tus pensamientos y de tus actos todos los días.
Y levántate todas las mañanas sabiendo que tu día será genial.
Todo depende de cómo te tomes las cosas…
Hoy va a ser un día …
:-)
jueves, 8 de octubre de 2009
¡Sueña!
Todos soñamos.
Unos lo hacen sólo cuando duermen, otros cuando están despiertos, y hay otras personas que sueñan siempre.
Soñar es muy bueno.
No sólo es bueno soñar cuando dormimos, sino también cuando estamos despiertos.
Soñar, nos mantiene alertas y llenos de esperanza.
Cuando dejas de soñar, dejas de creer que tus deseos realmente pueden cumplirse.
Los sueños, no sólo son sueños.
Los sueños muchas veces son la semilla de un proyecto o de una nueva vida.
Los sueños son el motor de nuestros actos, de nuestros anhelos y deseos. Gracias a ellos, podemos imaginar que todo es posible.
Recuerda…
Seguro que más de una vez en tu vida, se te ha cumplido un sueño que tenías. Tal vez fue de niño, cuando sólo deseabas salir del colegio y poder comprarte unas golosinas. O tal vez, fue hace poco, cuando por fin, conseguiste esa tranquilidad mental que te hacía falta para seguir adelante…
¡Los sueños se cumplen!
Por eso, es importante que seamos conscientes de ellos.
Anota tus deseos en una hoja todas las semanas.
Esto hará, que creas un poco más que pueden ocurrir.
Comienza con sueños pequeños, del día a día.
Comprueba que se hacen realidad.
Y sigue soñando, y anotando todos tus deseos (por inverosímiles que parezcan).
Después de un tiempo, cuando leas todos los sueños que tenías, descubrirás como más de uno se cumplió (hasta los que pensabas difíciles).
Cree en positivo.
Todo es posible.
También tus sueños.
Ya sabes…
¡Sueña! :-)
Unos lo hacen sólo cuando duermen, otros cuando están despiertos, y hay otras personas que sueñan siempre.
Soñar es muy bueno.
No sólo es bueno soñar cuando dormimos, sino también cuando estamos despiertos.
Soñar, nos mantiene alertas y llenos de esperanza.
Cuando dejas de soñar, dejas de creer que tus deseos realmente pueden cumplirse.
Los sueños, no sólo son sueños.
Los sueños muchas veces son la semilla de un proyecto o de una nueva vida.
Los sueños son el motor de nuestros actos, de nuestros anhelos y deseos. Gracias a ellos, podemos imaginar que todo es posible.
Recuerda…
Seguro que más de una vez en tu vida, se te ha cumplido un sueño que tenías. Tal vez fue de niño, cuando sólo deseabas salir del colegio y poder comprarte unas golosinas. O tal vez, fue hace poco, cuando por fin, conseguiste esa tranquilidad mental que te hacía falta para seguir adelante…
¡Los sueños se cumplen!
Por eso, es importante que seamos conscientes de ellos.
Anota tus deseos en una hoja todas las semanas.
Esto hará, que creas un poco más que pueden ocurrir.
Comienza con sueños pequeños, del día a día.
Comprueba que se hacen realidad.
Y sigue soñando, y anotando todos tus deseos (por inverosímiles que parezcan).
Después de un tiempo, cuando leas todos los sueños que tenías, descubrirás como más de uno se cumplió (hasta los que pensabas difíciles).
Cree en positivo.
Todo es posible.
También tus sueños.
Ya sabes…
¡Sueña! :-)
jueves, 1 de octubre de 2009
SERENIDAD
Un momento…
No te vayas aún al trabajo, no corras aún a la escuela, espera para ir a comprar…
Primero...
Cierra los ojos…
Respira tres veces…
IMAGINA…
Estás en el bosque.
En un bosque rodeado de grandes árboles.
Tú te encuentras sentado o sentada en un tronco.
Hace una buena temperatura. Ni frío ni calor.
Estás muy relajado.
El calido viento te protege.
Escuchas el canto de varios pájaros que sobrevuelan las copas de los árboles.
Sientes la brisa en tu cara.
Sonríe…
Respira…
Delante de dónde estás hay unos surcos. Parece que antes hubo ahí un río.
Observas…
De repente escuchas al sonido del agua correr.
Un riachuelo se ha formado delante de ti.
El agua es limpia y transparente.
Te levantas del tronco, y te arrodillas despacio delante del río.
Pones las manos en forma de cuenco, y coges de esa agua.
Te la bebes.
Está muy buena. Tiene un sabor agradable.
Cierras los ojos.
El agua, entra en tu boca, y baja despacio por tu garganta. Mientras ocurre, nada se oye, nada se mueve.
Sólo el agua que recorre tu cuerpo.
Sientes como va limpiando tu organismo.
Cómo te va depurando. Al igual que llegó al surco y limpió la tierra, ahora, pasa suavemente por ti. Sin obstáculos, sin prisas, sin problemas.
Cuando terminas de beber, escuchas…
El viento, el sonido de los pájaros. Todo ha vuelto.
Respira profundamente tres veces…
Y abre los ojos…
¡TE DESEO QUE PASES UN MARAVILLOSO DÍA!
No te vayas aún al trabajo, no corras aún a la escuela, espera para ir a comprar…
Primero...
Cierra los ojos…
Respira tres veces…
IMAGINA…
Estás en el bosque.
En un bosque rodeado de grandes árboles.
Tú te encuentras sentado o sentada en un tronco.
Hace una buena temperatura. Ni frío ni calor.
Estás muy relajado.
El calido viento te protege.
Escuchas el canto de varios pájaros que sobrevuelan las copas de los árboles.
Sientes la brisa en tu cara.
Sonríe…
Respira…
Delante de dónde estás hay unos surcos. Parece que antes hubo ahí un río.
Observas…
De repente escuchas al sonido del agua correr.
Un riachuelo se ha formado delante de ti.
El agua es limpia y transparente.
Te levantas del tronco, y te arrodillas despacio delante del río.
Pones las manos en forma de cuenco, y coges de esa agua.
Te la bebes.
Está muy buena. Tiene un sabor agradable.
Cierras los ojos.
El agua, entra en tu boca, y baja despacio por tu garganta. Mientras ocurre, nada se oye, nada se mueve.
Sólo el agua que recorre tu cuerpo.
Sientes como va limpiando tu organismo.
Cómo te va depurando. Al igual que llegó al surco y limpió la tierra, ahora, pasa suavemente por ti. Sin obstáculos, sin prisas, sin problemas.
Cuando terminas de beber, escuchas…
El viento, el sonido de los pájaros. Todo ha vuelto.
Respira profundamente tres veces…
Y abre los ojos…
¡TE DESEO QUE PASES UN MARAVILLOSO DÍA!
jueves, 24 de septiembre de 2009
Eres una persona maravillosa
Lee en voz alta lo que viene a continuación
Soy una persona estupenda.
Merezco todo lo bueno que me pase.
Me gusta quién soy y lo que hago.
Creo en mí y en mis capacidades.
Voy a hacer lo que me proponga.
Si lo creo lo conseguiré.
Yo puedo”
Acepta los cumplidos que te hagan.
Si alguien te dice guapo o guapa, mira a esa persona a los ojos y dí: Gracias (y nada más. Sólo acéptalo).
Si a alguien le gusta lo que haces, y te felicita por ello, dale también las gracias, y no le quites importancia.
Eres una persona maravillosa.
¡Créelo!
(si no puedes, grítalo dentro de ti):
“Soy una persona maravillosa.
“Soy una persona maravillosa.
Soy una persona estupenda.
Merezco todo lo bueno que me pase.
Me gusta quién soy y lo que hago.
Creo en mí y en mis capacidades.
Voy a hacer lo que me proponga.
Si lo creo lo conseguiré.
Yo puedo”
Acepta los cumplidos que te hagan.
Si alguien te dice guapo o guapa, mira a esa persona a los ojos y dí: Gracias (y nada más. Sólo acéptalo).
Si a alguien le gusta lo que haces, y te felicita por ello, dale también las gracias, y no le quites importancia.
Eres una persona maravillosa.
¡Créelo!
jueves, 17 de septiembre de 2009
¡Cree en positivo!
Todos deseamos creer en algo.
Deseamos creer que todo va a salir bien, que los deseos se cumplen, que los pensamientos negativos se pueden trasformar en otros positivos…
Tenemos ciertos hábitos adquiridos, que nos hacen pensar de un modo negativo o positivo.
Todo se puede aprender y desaprender.
También las cosas que nos decimos.
Solemos quedarnos con los pensamientos negativos, porque en muchas ocasiones parece lo más fácil. Y claro que nos resulta más fácil… tenemos ese hábito adquirido y apenas si tenemos que hacer esfuerzo por pensar así.
Pero, cualquier hábito por fuerte que sea, puede cambiarse con la práctica, por otro hábito más positivo y saludable.
Tal vez los comienzos no sean sencillos, pero los resultados aparecen poco a poco (y lo hacen para quedarse).
Es un proceso lento, que requiere de toda nuestra atención y actividad.
Para ello, hemos de ser constantes y conscientes de los pensamientos que tenemos a lo largo del día.
Plantéate metas pequeñas al principio.
Por ejemplo, cada vez que te cepilles los dientes (o estés haciendo el desayuno, o de camino al trabajo o a clase), repite para ti: hoy me daré cuenta de los pensamientos negativos e intentaré no hacerles caso…
Cuando hayas interiorizado el darte cuenta de esos pensamientos negativos que te atan, a la semana o más tarde (cuando estés preparado o preparada), cada vez que hagas esa actividad, repite para ti: hoy me daré cuenta de los pensamientos negativos e intentaré sustituirlos por otros positivos…
Poco a poco, ante situaciones que creías negativas (como encontrar aparcamiento: “no voy a encontrar ninguno”, o esperar tu turno en el banco: “no voy a terminar nunca”…), aparecerán casi sin esfuerzo esos pensamientos positivos que has ido reforzando en ti (“sé que hay un aparcamiento para mí”, “paciencia, la espera no será eterna”…).
Recuerda: con constancia, día a día y poco a poco, lo conseguirás.
Sólo tienes que creerlo :-)
Deseamos creer que todo va a salir bien, que los deseos se cumplen, que los pensamientos negativos se pueden trasformar en otros positivos…
Tenemos ciertos hábitos adquiridos, que nos hacen pensar de un modo negativo o positivo.
Todo se puede aprender y desaprender.
También las cosas que nos decimos.
Solemos quedarnos con los pensamientos negativos, porque en muchas ocasiones parece lo más fácil. Y claro que nos resulta más fácil… tenemos ese hábito adquirido y apenas si tenemos que hacer esfuerzo por pensar así.
Pero, cualquier hábito por fuerte que sea, puede cambiarse con la práctica, por otro hábito más positivo y saludable.
Tal vez los comienzos no sean sencillos, pero los resultados aparecen poco a poco (y lo hacen para quedarse).
Es un proceso lento, que requiere de toda nuestra atención y actividad.
Para ello, hemos de ser constantes y conscientes de los pensamientos que tenemos a lo largo del día.
Plantéate metas pequeñas al principio.
Por ejemplo, cada vez que te cepilles los dientes (o estés haciendo el desayuno, o de camino al trabajo o a clase), repite para ti: hoy me daré cuenta de los pensamientos negativos e intentaré no hacerles caso…
Cuando hayas interiorizado el darte cuenta de esos pensamientos negativos que te atan, a la semana o más tarde (cuando estés preparado o preparada), cada vez que hagas esa actividad, repite para ti: hoy me daré cuenta de los pensamientos negativos e intentaré sustituirlos por otros positivos…
Poco a poco, ante situaciones que creías negativas (como encontrar aparcamiento: “no voy a encontrar ninguno”, o esperar tu turno en el banco: “no voy a terminar nunca”…), aparecerán casi sin esfuerzo esos pensamientos positivos que has ido reforzando en ti (“sé que hay un aparcamiento para mí”, “paciencia, la espera no será eterna”…).
Recuerda: con constancia, día a día y poco a poco, lo conseguirás.
Sólo tienes que creerlo :-)
jueves, 10 de septiembre de 2009
Defiende tus derechos
A veces no somos conscientes de cómo actuamos con los demás.
Otras veces, no nos damos cuenta de cómo los otros actúan con nosotros.
En ocasiones dejamos pasar situaciones en las que alguien invade nuestros derechos como persona.
Pensamos: “solo ha sido un grito”, “está triste, por eso me trata así”, “no puede con todo lo que hace, es normal”…
Pero si alguien te trata mal o tiene una mala conducta hacía ti, a menudo… no es justificable. No te mereces ese mal trato. Tú también tienes unos derechos y no sólo unas obligaciones con los demás.
Dí no cuando lo desees.
Dí sí cuando te apetezca.
Siempre respetando los derechos de los demás. Por supuesto.
Hay personas que viven enfadadas. Que casi todo les sienta mal. Parece que no se dan cuenta de que los demás, son ellos mismos. Cuando insultan a alguien, cuando te infravaloran o te humillan… están mirándose en ti. Tú eres entonces un espejo ante ellos (aunque no lo sepan). Piensa: todo lo que ellos te dicen, se lo están diciendo a sí mismos. Muchas veces esas personas no son felices. Entonces, no les gusta verte a ti feliz e inventan historias para que dejes de serlo. Si no son ellos felices, ¿por qué ibas a serlo tú?
Abre los ojos. Date cuenta de esas situaciones y ten contigo el mismo respeto que le das a los demás.
Tú también eres importante.
Tú también tienes unos derechos.
Defiéndelos.
Otras veces, no nos damos cuenta de cómo los otros actúan con nosotros.
En ocasiones dejamos pasar situaciones en las que alguien invade nuestros derechos como persona.
Pensamos: “solo ha sido un grito”, “está triste, por eso me trata así”, “no puede con todo lo que hace, es normal”…
Pero si alguien te trata mal o tiene una mala conducta hacía ti, a menudo… no es justificable. No te mereces ese mal trato. Tú también tienes unos derechos y no sólo unas obligaciones con los demás.
Dí no cuando lo desees.
Dí sí cuando te apetezca.
Siempre respetando los derechos de los demás. Por supuesto.
Hay personas que viven enfadadas. Que casi todo les sienta mal. Parece que no se dan cuenta de que los demás, son ellos mismos. Cuando insultan a alguien, cuando te infravaloran o te humillan… están mirándose en ti. Tú eres entonces un espejo ante ellos (aunque no lo sepan). Piensa: todo lo que ellos te dicen, se lo están diciendo a sí mismos. Muchas veces esas personas no son felices. Entonces, no les gusta verte a ti feliz e inventan historias para que dejes de serlo. Si no son ellos felices, ¿por qué ibas a serlo tú?
Abre los ojos. Date cuenta de esas situaciones y ten contigo el mismo respeto que le das a los demás.
Tú también eres importante.
Tú también tienes unos derechos.
Defiéndelos.
jueves, 3 de septiembre de 2009
No te estanques
Camina con paso rápido por la calle.
Hoy tiene que hacer millones de cosas. No puede entretenerse.
Sus pasos, sin embargo, se van haciendo cada vez más pesados.
La calle parece cada vez más larga.
Sus pensamientos son un hervidero de actividades.
Su mente ya ha realizado aquel encargo diez veces, mientras sus pies se dirigen veloces a su destino.
Piensa: no voy a llegar, no me va a dar tiempo a todo, seguro que hay un atasco, nada me va a salir bien…
Sin querer, mira hacía sus pies, que parecen dos losas de cemento.
Les echa la culpa: si no fuera por estos zapatos, necesito ir más deprisa…
Dobla la esquina y se encuentra con una manifestación: claro, es lo que tenía que ocurrir, todo me pasa a mí… (Vuelve a pensar).
Decide dar media vuelta para buscar otro camino alternativo.
Su mente sigue parándole: no voy a encontrar otra calle, llegaré tarde, no creo que esto vaya a mejor…
Y así continúa durante la mayor parte del día.
Al caer la noche, llega a su casa.
Al agotamiento físico, se le une el agotamiento mental. Los “no puedo”, han hecho mella. Al final, el día ha sido terrible. Ha hecho cosas, pero otras importantes las ha dejado de lado.
Ha cumplido sus obligaciones, pero está triste y sin fuerza.
Lo que le gusta, lo que le motiva, no lo ha llevado a cabo.
Mañana lo haré… piensa por un momento. Pero enseguida, se da cuenta de que será imposible que eso pase. Si no ha ocurrido hoy, ¿por qué iba a ser diferente mañana? Y sus pensamientos siguen parándole.
Observa tu mente.
Despierta cada mañana con la intención de estar consciente. De creer que todo lo que quieres hacer, lo harás sin problemas de ningún tipo. No alimentes tu mente con pensamientos negativos y paralizadores. Tu mente es poderosa.
Dí “sí puedo”, “sí lo conseguiré”.
No seas tú el que te pare los pies.
No te estanques.
Hoy tiene que hacer millones de cosas. No puede entretenerse.
Sus pasos, sin embargo, se van haciendo cada vez más pesados.
La calle parece cada vez más larga.
Sus pensamientos son un hervidero de actividades.
Su mente ya ha realizado aquel encargo diez veces, mientras sus pies se dirigen veloces a su destino.
Piensa: no voy a llegar, no me va a dar tiempo a todo, seguro que hay un atasco, nada me va a salir bien…
Sin querer, mira hacía sus pies, que parecen dos losas de cemento.
Les echa la culpa: si no fuera por estos zapatos, necesito ir más deprisa…
Dobla la esquina y se encuentra con una manifestación: claro, es lo que tenía que ocurrir, todo me pasa a mí… (Vuelve a pensar).
Decide dar media vuelta para buscar otro camino alternativo.
Su mente sigue parándole: no voy a encontrar otra calle, llegaré tarde, no creo que esto vaya a mejor…
Y así continúa durante la mayor parte del día.
Al caer la noche, llega a su casa.
Al agotamiento físico, se le une el agotamiento mental. Los “no puedo”, han hecho mella. Al final, el día ha sido terrible. Ha hecho cosas, pero otras importantes las ha dejado de lado.
Ha cumplido sus obligaciones, pero está triste y sin fuerza.
Lo que le gusta, lo que le motiva, no lo ha llevado a cabo.
Mañana lo haré… piensa por un momento. Pero enseguida, se da cuenta de que será imposible que eso pase. Si no ha ocurrido hoy, ¿por qué iba a ser diferente mañana? Y sus pensamientos siguen parándole.
Observa tu mente.
Despierta cada mañana con la intención de estar consciente. De creer que todo lo que quieres hacer, lo harás sin problemas de ningún tipo. No alimentes tu mente con pensamientos negativos y paralizadores. Tu mente es poderosa.
Dí “sí puedo”, “sí lo conseguiré”.
No seas tú el que te pare los pies.
No te estanques.
jueves, 27 de agosto de 2009
¡Exprésate!
No te encierres.
La jaula de oro que hay a tu alrededor, no te conviene.
Si deseas dar un beso, un abrazo, decir un te quiero…
¡Hazlo!
¡Dilo!
No te guardes esos sentimientos que tienes dentro de ti.
Sácalos.
¡Exprésate!
No tengas miedo de las reacciones de los demás.
Ellos también tienen miedo a sentirse rechazados o a hacer el ridículo.
Comienza poco a poco, si ves que no eres capaz ahora de dar ese beso o ese abrazo o de decir ese te quiero: sé sincero contigo mismo; contigo misma.
Habla en voz alta cuando estés sólo.
No es de locos hacerlo.
Háblate de tus sentimientos. Dí que necesitas, que deseas, que quieres, a quién amas.
Todas las semanas, dedica unos minutos del día o de la noche, a escribir en un papel como te sientes.
Escribe:
Esta semana me siento…
Y termina el escrito con un deseo:
Esta semana deseo que… (Por ejemplo, dar más abrazos a las personas que me rodean).
Hazlo sin prisa, pero hazlo.
¡Exprésate!
La jaula de oro que hay a tu alrededor, no te conviene.
Si deseas dar un beso, un abrazo, decir un te quiero…
¡Hazlo!
¡Dilo!
No te guardes esos sentimientos que tienes dentro de ti.
Sácalos.
¡Exprésate!
No tengas miedo de las reacciones de los demás.
Ellos también tienen miedo a sentirse rechazados o a hacer el ridículo.
Comienza poco a poco, si ves que no eres capaz ahora de dar ese beso o ese abrazo o de decir ese te quiero: sé sincero contigo mismo; contigo misma.
Habla en voz alta cuando estés sólo.
No es de locos hacerlo.
Háblate de tus sentimientos. Dí que necesitas, que deseas, que quieres, a quién amas.
Todas las semanas, dedica unos minutos del día o de la noche, a escribir en un papel como te sientes.
Escribe:
Esta semana me siento…
Y termina el escrito con un deseo:
Esta semana deseo que… (Por ejemplo, dar más abrazos a las personas que me rodean).
Hazlo sin prisa, pero hazlo.
¡Exprésate!
jueves, 20 de agosto de 2009
"El significado de las cosas que te ocurren"
El velo de los ojos no la dejaba ver. Tampoco respirar.
Sus días estaban contados.
Por eso, Aurora, había decidido compartir con el mundo sus temores.
Buscó en todas partes y consiguió hacer un pequeño agujero por donde contar su historia.
Sus días estaban contados.
Por eso, Aurora, había decidido compartir con el mundo sus temores.
Buscó en todas partes y consiguió hacer un pequeño agujero por donde contar su historia.
Comenzó desde muy niña en las labores de la casa. Luego, según crecía, sus obligaciones eran cada vez mayores.
Cierta mañana, su padre pensó en ella para un trabajo remunerado. Era poco, pero algo era.
Consiguió el trabajo fuera del hogar, pero aún trabajaba fuertemente dentro de él.
Sus esperanzas de caminar hacia sus deseos, estaban cada vez más lejos.
Resbaló en la calle.
Todo el mundo la miró, sin darle una mano para levantarse.
Observó el mundo desde allí. Sentada en el sucio suelo de la calle.
Pensó: - Es así como es mi vida. Caigo y yo sola he de levantarme ¿Cómo si no podría seguir adelante? ¿En este suelo gris?
Sus pensamientos corrían veloces. No tenían nada de lógica. Eso creía ella.
Fue a levantarse, y vio una mano cerca de ella, ofreciéndole ayuda.
Era un milagro, pensó. Alguien la socorría. Tal vez su destino no era el que había imaginado.
Volvió su cara agachada hacía esa persona, y le dio las gracias.
Utilizó su brazo para incorporarse. La persona la miró, asintió con la cabeza y se fue.
Nunca más la vio.
Pero su mano, siempre está presente en su historia: “la mano que la ayudó a levantarse”.
Cierta mañana, su padre pensó en ella para un trabajo remunerado. Era poco, pero algo era.
Consiguió el trabajo fuera del hogar, pero aún trabajaba fuertemente dentro de él.
Sus esperanzas de caminar hacia sus deseos, estaban cada vez más lejos.
Resbaló en la calle.
Todo el mundo la miró, sin darle una mano para levantarse.
Observó el mundo desde allí. Sentada en el sucio suelo de la calle.
Pensó: - Es así como es mi vida. Caigo y yo sola he de levantarme ¿Cómo si no podría seguir adelante? ¿En este suelo gris?
Sus pensamientos corrían veloces. No tenían nada de lógica. Eso creía ella.
Fue a levantarse, y vio una mano cerca de ella, ofreciéndole ayuda.
Era un milagro, pensó. Alguien la socorría. Tal vez su destino no era el que había imaginado.
Volvió su cara agachada hacía esa persona, y le dio las gracias.
Utilizó su brazo para incorporarse. La persona la miró, asintió con la cabeza y se fue.
Nunca más la vio.
Pero su mano, siempre está presente en su historia: “la mano que la ayudó a levantarse”.
miércoles, 12 de agosto de 2009
El Tiempo Pasa
No te quedes ahí sentado lamentándote por lo que fue.
Abre los ojos. Date cuenta de lo que tienes ahora.
La vida pasa.
Todo acaba. Nada permanece.
Al final solo queda lo más importante, y no es cuántos coches tuviste, o cuánto dinero atesoraste.
Levántate de la silla y ve al espejo que tengas más cercano.
Mírate. Observa tu rostro, tu cuerpo… míralo un rato intentando no pensar en nada. No critiques lo que ves. Sólo mírate.
Cuando hayan pasado unos minutos, cierra los ojos (ahí mismo, delante del espejo), y desea aquello que más anhelas.
Respira hondo. Abre los ojos y vuelve a mirarte.
Sonríe. Mirándote, dí en voz alta:
- Este momento es precioso. Yo no sólo soy eso que veo en el espejo, pero lo que veo es maravilloso. Yo soy una persona maravillosa y merezco todo lo bueno que me pase. A partir de hoy, seré consciente de que este momento es el idóneo, de que el tiempo pasa y todo cambia. Te quiero.
Mira atrás por un instante, y reflexiona sobre esos cambios que has tenido en tu vida… todos tienen algo positivo o de todos aprendiste algo que luego te ayudó a afrontar otras cosas vividas. Eres lo que eres por lo que fuiste y mañana serás lo que hoy deseas ser.
¡Sé positivo! Crea esa persona que quieres para mañana.
Recuerda: ¡el tiempo pasa!
Abre los ojos. Date cuenta de lo que tienes ahora.
La vida pasa.
Todo acaba. Nada permanece.
Al final solo queda lo más importante, y no es cuántos coches tuviste, o cuánto dinero atesoraste.
Levántate de la silla y ve al espejo que tengas más cercano.
Mírate. Observa tu rostro, tu cuerpo… míralo un rato intentando no pensar en nada. No critiques lo que ves. Sólo mírate.
Cuando hayan pasado unos minutos, cierra los ojos (ahí mismo, delante del espejo), y desea aquello que más anhelas.
Respira hondo. Abre los ojos y vuelve a mirarte.
Sonríe. Mirándote, dí en voz alta:
- Este momento es precioso. Yo no sólo soy eso que veo en el espejo, pero lo que veo es maravilloso. Yo soy una persona maravillosa y merezco todo lo bueno que me pase. A partir de hoy, seré consciente de que este momento es el idóneo, de que el tiempo pasa y todo cambia. Te quiero.
Mira atrás por un instante, y reflexiona sobre esos cambios que has tenido en tu vida… todos tienen algo positivo o de todos aprendiste algo que luego te ayudó a afrontar otras cosas vividas. Eres lo que eres por lo que fuiste y mañana serás lo que hoy deseas ser.
¡Sé positivo! Crea esa persona que quieres para mañana.
Recuerda: ¡el tiempo pasa!
jueves, 6 de agosto de 2009
Escucha ...
A veces no sabemos comunicarnos con las demás personas.
Miramos a los otros, y vemos como su boca se abre y de ella salen sonidos. Pero no somos capaces de entender lo que dicen.
En ocasiones nos hablan, pero nosotros no les prestamos atención. Estamos en nuestras cosas. Sumergidos en nuestros propios “problemas”: “- Quién tiene ganas de escuchar esas historias”, pensamos…
Creemos que no nos hace falta oírlas, que con estar allí delante de aquel amigo que nos cuenta sus anhelos, es suficiente. Pero muchas veces, esto sólo, no es bastante.
Todas las personas necesitamos sentirnos apoyados (seamos niños, adultos o ancianos), que los demás entiendan lo que pensamos y sentimos. Saber que hay alguien ahí que nos escucha y que nos comprende.
En esto, todos nos parecemos. Somos como los demás.
Es importante que desarrollemos la empatía. Saber ponernos en el lugar del otro, y darnos cuenta de las necesidades que tienen a simple vista.
La comunicación y las relaciones se hacen sencillas entonces.
Solo es cuestión de saber escuchar. Escuchar al que está delante de nosotros. Pararnos a oírle de verdad.
Entonces la escucha se vuelve activa. No sólo le estamos escuchando, sino que además vemos sus gestos, su expresión, su tono de voz… y entonces “averiguamos” como se siente esa persona por dentro.
Y en ese momento, el simple hecho de estar delante de esa persona basta. El simple hecho de estar mirándolo, asintiendo y escuchándolo, ya es suficiente. Y lo es, por que cuando escuchamos activamente, sí estamos comunicándonos con el otro. Éste se da cuenta de nuestra conducta y su expresión cambia. Si tenía algún “problema” se va diluyendo en las palabras, y si contaba una anécdota divertida, su sonrisa es cada vez más alegre.
Hagámoslo… escuchemos a los demás como si fuéramos nosotros mismos. Hagamos que la comunicación se vuelva más fácil.
Creemos que no nos hace falta oírlas, que con estar allí delante de aquel amigo que nos cuenta sus anhelos, es suficiente. Pero muchas veces, esto sólo, no es bastante.
Todas las personas necesitamos sentirnos apoyados (seamos niños, adultos o ancianos), que los demás entiendan lo que pensamos y sentimos. Saber que hay alguien ahí que nos escucha y que nos comprende.
En esto, todos nos parecemos. Somos como los demás.
Es importante que desarrollemos la empatía. Saber ponernos en el lugar del otro, y darnos cuenta de las necesidades que tienen a simple vista.
La comunicación y las relaciones se hacen sencillas entonces.
Solo es cuestión de saber escuchar. Escuchar al que está delante de nosotros. Pararnos a oírle de verdad.
Entonces la escucha se vuelve activa. No sólo le estamos escuchando, sino que además vemos sus gestos, su expresión, su tono de voz… y entonces “averiguamos” como se siente esa persona por dentro.
Y en ese momento, el simple hecho de estar delante de esa persona basta. El simple hecho de estar mirándolo, asintiendo y escuchándolo, ya es suficiente. Y lo es, por que cuando escuchamos activamente, sí estamos comunicándonos con el otro. Éste se da cuenta de nuestra conducta y su expresión cambia. Si tenía algún “problema” se va diluyendo en las palabras, y si contaba una anécdota divertida, su sonrisa es cada vez más alegre.
Hagámoslo… escuchemos a los demás como si fuéramos nosotros mismos. Hagamos que la comunicación se vuelva más fácil.
jueves, 30 de julio de 2009
“EL TREN DEL AHORA”
- ¡Viajeros al Tren!
Una potente voz se escuchó desde el otro lado del andén:
- Vamos señores… que no tengo todo el día… Sitúense en su sitio: los que vayan a vivir a los recuerdos (aunque sólo hayan pasado hace dos minutos), que vayan al vagón de la derecha. Los que su destino sea el feliz pero incierto: “Aún no ha ocurrido, pero seguro que pasará pues ya lo estoy viendo todo el día en mi cabeza”, pasen al vagón de la izquierda. Una persona les cojera los billetes.
Entre el ruido de gente alborotada y del motor del tren, se escuchó un hilo de voz:
- Señor… - Dijo un chico joven - ¿Y los que no vamos a ninguno de esos destinos? ¿Qué hacemos?
El hombre mayor que había estado organizando todo, se quedó quieto y en silencio mirando a aquel muchacho:
- Chico – le dijo – Veo que piensas por ti mismo – Hizo una pausa – Como habrás visto el tren va al mismo lugar, vayas en el vagón izquierdo o en el derecho… Así que dime… - Recalcó - ¿Dónde quieres viajar?
El chico pensó rápidamente su respuesta:
- Pues en el vagón del medio – Dijo – No quiero vivir de recuerdos ni en situaciones que aún no han pasado. Quiero vivir en el Ahora.
- Pero muchacho… - Respondió el organizador – No es posible vivir tanto tiempo en el ahora… Aunque pasen segundos, si ya piensas en lo que te rondaba la mente, ya estás en los recuerdos… sí es así, tu vagón entonces es el derecho.
Y si lo que me estás diciendo es que eres capaz de controlar que tu mente no sueñe ni fantasee con lo que vendrá… Uf, chico… eres grande.
Mientras decía esto, el hombre giró sobre sí mismo, con una larga sonrisa en su cara.
El chico estaba perplejo. Deseó con todas sus fuerzas que existiera el Tren del Ahora. Lo deseó durante un buen rato, mientras observaba como todas las personas sonámbulas iban entrando lentamente en sus vagones.
De repente, una voz por megafonía anunció:
- Atención viajeros. Los que vayan al Ahora que no monten aún. El tren con destino: “El Ahora”, está haciendo su entrada en este preciso instante. Muchas gracias por su constancia. Tengan un buen viaje.
Una potente voz se escuchó desde el otro lado del andén:
- Vamos señores… que no tengo todo el día… Sitúense en su sitio: los que vayan a vivir a los recuerdos (aunque sólo hayan pasado hace dos minutos), que vayan al vagón de la derecha. Los que su destino sea el feliz pero incierto: “Aún no ha ocurrido, pero seguro que pasará pues ya lo estoy viendo todo el día en mi cabeza”, pasen al vagón de la izquierda. Una persona les cojera los billetes.
Entre el ruido de gente alborotada y del motor del tren, se escuchó un hilo de voz:
- Señor… - Dijo un chico joven - ¿Y los que no vamos a ninguno de esos destinos? ¿Qué hacemos?
El hombre mayor que había estado organizando todo, se quedó quieto y en silencio mirando a aquel muchacho:
- Chico – le dijo – Veo que piensas por ti mismo – Hizo una pausa – Como habrás visto el tren va al mismo lugar, vayas en el vagón izquierdo o en el derecho… Así que dime… - Recalcó - ¿Dónde quieres viajar?
El chico pensó rápidamente su respuesta:
- Pues en el vagón del medio – Dijo – No quiero vivir de recuerdos ni en situaciones que aún no han pasado. Quiero vivir en el Ahora.
- Pero muchacho… - Respondió el organizador – No es posible vivir tanto tiempo en el ahora… Aunque pasen segundos, si ya piensas en lo que te rondaba la mente, ya estás en los recuerdos… sí es así, tu vagón entonces es el derecho.
Y si lo que me estás diciendo es que eres capaz de controlar que tu mente no sueñe ni fantasee con lo que vendrá… Uf, chico… eres grande.
Mientras decía esto, el hombre giró sobre sí mismo, con una larga sonrisa en su cara.
El chico estaba perplejo. Deseó con todas sus fuerzas que existiera el Tren del Ahora. Lo deseó durante un buen rato, mientras observaba como todas las personas sonámbulas iban entrando lentamente en sus vagones.
De repente, una voz por megafonía anunció:
- Atención viajeros. Los que vayan al Ahora que no monten aún. El tren con destino: “El Ahora”, está haciendo su entrada en este preciso instante. Muchas gracias por su constancia. Tengan un buen viaje.
jueves, 23 de julio de 2009
Tómatelo con calma
No corras
Ten paciencia
Respira profundo cuando estés nervioso/a
Lo creas o no, todo fluye, y todo encuentra su cauce.
No haremos las cosas mejor por que estemos ansiosos y preocupados con ese u otro tema.
Sé positivo/a. Sonríe.
Piensa en ti como en un niño que necesita estar bien.
No te maltrates. No te lo mereces.
Cuando despiertes por la mañana, repítete varias veces con energía:
- Tómatelo con calma. Tú puedes. Eres maravilloso/a.
Intenta no caer en la rutina que te hace mal.
No solo a nivel mental, sino también físico.
Si puedes evitar ese segundo café… evítalo. No lo necesitas para mantenerte despierto. Eso es algo que has ido “aprendiendo”, que te has ido creyendo de tus propias capacidades.
Si puedes elegir subir por las escaleras en vez de por el ascensor… hazlo.
Respira profundamente a lo largo del día, en alguna ocasión.
Y repítete aquello con lo que te levantaste:
Ten paciencia
Respira profundo cuando estés nervioso/a
Lo creas o no, todo fluye, y todo encuentra su cauce.
No haremos las cosas mejor por que estemos ansiosos y preocupados con ese u otro tema.
Sé positivo/a. Sonríe.
Piensa en ti como en un niño que necesita estar bien.
No te maltrates. No te lo mereces.
Cuando despiertes por la mañana, repítete varias veces con energía:
- Tómatelo con calma. Tú puedes. Eres maravilloso/a.
Intenta no caer en la rutina que te hace mal.
No solo a nivel mental, sino también físico.
Si puedes evitar ese segundo café… evítalo. No lo necesitas para mantenerte despierto. Eso es algo que has ido “aprendiendo”, que te has ido creyendo de tus propias capacidades.
Si puedes elegir subir por las escaleras en vez de por el ascensor… hazlo.
Respira profundamente a lo largo del día, en alguna ocasión.
Y repítete aquello con lo que te levantaste:
- Tómatelo con calma. ¡Tú puedes!
miércoles, 15 de julio de 2009
¡Sigue adelante!
No solo tenemos que ser capaces de perseguir nuestros sueños…
También hay que saber como hacerlo.
Todos necesitamos sentirnos queridos. Todos deseamos la felicidad y el amor.
Cuando llevas mucho tiempo sólo con tus pensamientos negativos (estés sólo físicamente o no), tu mundo se hace muy estrecho. Vives como en una lata de sardinas. Sin apenas ocasión para respirar profundamente.
Dormir te trasporta a aquellos lugares que deseas y que sientes en tu memoria como tuyos. Aquellos momentos en los que creías más en ti y en tus sueños.
Tu mundo cambia. La vida cambia.
Cuando eras más pequeño tu mundo era más grande. Las cosas parecían enormes. La fuente mediana de tu colegio era algo inalcanzable para ti. Era tan alta que no llegabas. Pero un día… llegaste. Y ese día fuiste mayor.
Hoy, en ocasiones, sigues siendo ese pequeño. Te quedas dormido por la noche, mirando la luna, pensando que no serás capaz de conseguir tus anhelos… lo ves todo muy grande delante de ti. Crees que la vida no ha sido totalmente buena contigo. Y te hundes en las sabanas… esperando encontrar una caricia o un apoyo al que agarrarte, pero estás sólo (aunque estés con alguien. La otra persona no sabe lo que estás pensando. Posiblemente la otra persona te vea grande y no pequeño. La otra persona no te puede leer el pensamiento…).
La soledad de tu cabeza, te acompaña todo el día siguiente. Pensando que no podrás con aquella cosa enorme, y deseando que esa o esas personas, se den cuenta de lo que necesitas…
¡Ábrete! Abre la lata de sardinas en la que tu propia mente te ha metido.
Deja de pensar que no serás capaz de conseguir aquello que deseas.
Piensa que sí serás capaz.
Al fin y al cabo, al final llegaste a la fuente.
También hay que saber como hacerlo.
Todos necesitamos sentirnos queridos. Todos deseamos la felicidad y el amor.
Cuando llevas mucho tiempo sólo con tus pensamientos negativos (estés sólo físicamente o no), tu mundo se hace muy estrecho. Vives como en una lata de sardinas. Sin apenas ocasión para respirar profundamente.
Dormir te trasporta a aquellos lugares que deseas y que sientes en tu memoria como tuyos. Aquellos momentos en los que creías más en ti y en tus sueños.
Tu mundo cambia. La vida cambia.
Cuando eras más pequeño tu mundo era más grande. Las cosas parecían enormes. La fuente mediana de tu colegio era algo inalcanzable para ti. Era tan alta que no llegabas. Pero un día… llegaste. Y ese día fuiste mayor.
Hoy, en ocasiones, sigues siendo ese pequeño. Te quedas dormido por la noche, mirando la luna, pensando que no serás capaz de conseguir tus anhelos… lo ves todo muy grande delante de ti. Crees que la vida no ha sido totalmente buena contigo. Y te hundes en las sabanas… esperando encontrar una caricia o un apoyo al que agarrarte, pero estás sólo (aunque estés con alguien. La otra persona no sabe lo que estás pensando. Posiblemente la otra persona te vea grande y no pequeño. La otra persona no te puede leer el pensamiento…).
La soledad de tu cabeza, te acompaña todo el día siguiente. Pensando que no podrás con aquella cosa enorme, y deseando que esa o esas personas, se den cuenta de lo que necesitas…
¡Ábrete! Abre la lata de sardinas en la que tu propia mente te ha metido.
Deja de pensar que no serás capaz de conseguir aquello que deseas.
Piensa que sí serás capaz.
Al fin y al cabo, al final llegaste a la fuente.
sábado, 11 de julio de 2009
“Gane o pierda siempre gano”
A él siempre le gusta ganar.
Hace todo lo posible para ser el ganador.
Sea una partida de cromos o una carrera en el patio.
Cuándo pierde (las pocas veces que eso ocurre), se siente muy mal.
Se enfada con todo el mundo, deja de hablar. Repite constantemente:
- No es justo, no es justo…
E incluso, llega a suplicar a sus más allegados:
- Dejadme ganar, por favor…
La mayoría de las veces, las personas mayores que le rodean, le dejan ganar. Los más pequeños es otra cosa… ellos también quieren ganar…
Hace poco conoció a una persona mayor que no le deja ganar…
No entiende por qué no escucha sus suplicas…
Y lo peor de todo es, que jueguen a lo que jueguen, ella siempre gana…
Él le preguntó: -¿Por qué ganas siempre?
La respuesta le dejó atónito:
- Gano siempre porque me da igual ganar… para mí no es importante ganar o perder. Siempre tiene que haber un ganador y un perdedor… no es importante si esa persona eres tú o soy yo… siempre gano, porque no me aferro al deseo de ganar. Por eso, si pierdo no me enfado como haces tú. Pienso: “seguro que ya ganaré en otra ocasión”. Y así es… Gane o pierda siempre gano.
Hace todo lo posible para ser el ganador.
Sea una partida de cromos o una carrera en el patio.
Cuándo pierde (las pocas veces que eso ocurre), se siente muy mal.
Se enfada con todo el mundo, deja de hablar. Repite constantemente:
- No es justo, no es justo…
E incluso, llega a suplicar a sus más allegados:
- Dejadme ganar, por favor…
La mayoría de las veces, las personas mayores que le rodean, le dejan ganar. Los más pequeños es otra cosa… ellos también quieren ganar…
Hace poco conoció a una persona mayor que no le deja ganar…
No entiende por qué no escucha sus suplicas…
Y lo peor de todo es, que jueguen a lo que jueguen, ella siempre gana…
Él le preguntó: -¿Por qué ganas siempre?
La respuesta le dejó atónito:
- Gano siempre porque me da igual ganar… para mí no es importante ganar o perder. Siempre tiene que haber un ganador y un perdedor… no es importante si esa persona eres tú o soy yo… siempre gano, porque no me aferro al deseo de ganar. Por eso, si pierdo no me enfado como haces tú. Pienso: “seguro que ya ganaré en otra ocasión”. Y así es… Gane o pierda siempre gano.
sábado, 4 de julio de 2009
La vida fluye
Escucha…
Presta atención a lo que está ocurriendo a tu alrededor…
¿Oyes el canto del pájaro? ¿El sonido de tu respiración?
Escucha…
Siente tu cuerpo, acompaña conscientemente a tu respiración a entrar y salir fácilmente de ti…
No cuesta trabajo…
Respiramos aún sin darnos cuenta de ello.
Aunque no estemos pendientes la respiración, ella fluye sin esfuerzo.
La vida también puede ser así de sencilla…
Déjate llevar por ella.
No controles todo lo que ocurre,
Escucha…
Estás en este momento.
Mantente en el aquí y ahora, cada vez por más tiempo.
Sonríe…
Deja que la vida fluya como tu respiración.
Escucha…
Presta atención a lo que está ocurriendo a tu alrededor…
¿Oyes el canto del pájaro? ¿El sonido de tu respiración?
Escucha…
Siente tu cuerpo, acompaña conscientemente a tu respiración a entrar y salir fácilmente de ti…
No cuesta trabajo…
Respiramos aún sin darnos cuenta de ello.
Aunque no estemos pendientes la respiración, ella fluye sin esfuerzo.
La vida también puede ser así de sencilla…
Déjate llevar por ella.
No controles todo lo que ocurre,
Escucha…
Estás en este momento.
Mantente en el aquí y ahora, cada vez por más tiempo.
Sonríe…
Deja que la vida fluya como tu respiración.
Escucha…
sábado, 27 de junio de 2009
Sé un niño
Él camina por la vida sin miedo.
Es un niño lleno de vitalidad.
Es muy feliz.
Como casi todos los niños sabe jugar todo el tiempo. Cualquier cosa es un pasatiempo. Desde una farola hasta un hilo que sale de una de las alfombras de su casa.
Ella no sabe todo lo que pasa en el mundo.
Sólo sabe lo que ocurre cerca de él. En su mundo.
Nunca ha escuchado la palabra horror, ni las frases de odio y desdicha que muchos mayores dicen a su alrededor. Él aunque esté delante no las oye. Sólo sonríe mientras que en su cabeza suenan canciones aprendidas en el colegio.
A pesar de que mira los telediarios con sus padres y abuelos, ella no entiende lo que dicen. Lo que aparece en la pantalla del televisor es aburrido. No tiene por qué prestarle atención. No es fundamental en su corta vida.
No entiende por qué los adultos se concentran tanto en lo malo que aparece en las noticias.
El tiempo no existe para ella. El tiempo no es más que algo que los mayores le dicen:
- Vamos, que es tarde… Date prisa, que no llegamos… Vístete ya… Que es la hora de comer…
Él aún piensa que las noches son eternas y que el tiempo se puede utilizar a su antojo:
– “Pues si no quiero que se acabe la noche, me quedo todo el tiempo, viendo dibujos en la tele…”.
Ella juega a ser mayor, porque es divertido.
Él no es más que un niño.
Ella no es más que lo que tú fuiste no hace tanto tiempo.
¡Recuérdalo!
Aprende de aquel niño. Despreocúpate.
Sé un niño.
Es un niño lleno de vitalidad.
Es muy feliz.
Como casi todos los niños sabe jugar todo el tiempo. Cualquier cosa es un pasatiempo. Desde una farola hasta un hilo que sale de una de las alfombras de su casa.
Ella no sabe todo lo que pasa en el mundo.
Sólo sabe lo que ocurre cerca de él. En su mundo.
Nunca ha escuchado la palabra horror, ni las frases de odio y desdicha que muchos mayores dicen a su alrededor. Él aunque esté delante no las oye. Sólo sonríe mientras que en su cabeza suenan canciones aprendidas en el colegio.
A pesar de que mira los telediarios con sus padres y abuelos, ella no entiende lo que dicen. Lo que aparece en la pantalla del televisor es aburrido. No tiene por qué prestarle atención. No es fundamental en su corta vida.
No entiende por qué los adultos se concentran tanto en lo malo que aparece en las noticias.
El tiempo no existe para ella. El tiempo no es más que algo que los mayores le dicen:
- Vamos, que es tarde… Date prisa, que no llegamos… Vístete ya… Que es la hora de comer…
Él aún piensa que las noches son eternas y que el tiempo se puede utilizar a su antojo:
– “Pues si no quiero que se acabe la noche, me quedo todo el tiempo, viendo dibujos en la tele…”.
Ella juega a ser mayor, porque es divertido.
Él no es más que un niño.
Ella no es más que lo que tú fuiste no hace tanto tiempo.
¡Recuérdalo!
Aprende de aquel niño. Despreocúpate.
Sé un niño.
sábado, 20 de junio de 2009
“¡Me siento bien!”
A veces nos ocultamos detrás de nuestras dolencias físicas.
En ocasiones, dejamos de ser nosotros mismos, y creemos ser nuestro dolor o nuestra “enfermedad”.
Algunas palabras que resuenan en nuestra cabeza, son:
- Estoy fatal… Me duele mucho el cuello y la cabeza (o la espalda, la pierna, el brazo, la mano…)… No voy a poder hacer lo que tenía pensado… Este dolor me está matando…
Entonces, acudimos a una medicina casi sin pensar. Pero “curiosamente”, muchos de nuestros dolores, no son más que un aviso que tiene nuestro cuerpo para que le prestemos atención. A veces no necesitamos realmente esa medicina, sino hacerle caso al cuerpo (“descansa”, “siéntate”, “duerme más”, “haz ejercicio”, “come mejor”…”).
Mi abuela Ana, en muchas ocasiones (y con una gran sonrisa en la boca) me contaba, que un día, estando trabajando en su tienda de comestibles, le dolía muchísimo la cabeza y los pies, y decidió tomarse una aspirina. Se la metió en el bolsillo de la bata y continuó atendiendo a los clientes. El dolor de cabeza y pies se fueron, y pensó: "Menos mal que me tomé la aspirina, sino no habría podido terminar el día...". Cuando acabó la jornada de trabajo, y se echó mano al bolsillo, descubrió con gran sorpresa, que se había olvidado de tomar la aspirina…
Cuando estés enferma o te duela algo, quéjate en voz alta una vez (que quejarse también es bueno), pero luego respira profundo y pregúntale a tu cuerpo que quiere. Indaga si realmente ese dolor oculta algo a lo que no te quieres enfrentar, o si esa identificación con la enfermedad, no es más que una barrera de protección ante los demás…
Date ánimos a ti mismo. Habla con el dolor como si fuera una persona. Dale las gracias por estar ahí, avisándote. Y centrado en él, ordénale que se vaya, dile que no lo necesitas, dite que tú eres mucho más que una enfermedad o un dolor.
Repite con energía en voz alta:
- ¡Me siento sana/o! ¡Me siento bien! ¡Me siento estupendamente!
En ocasiones, dejamos de ser nosotros mismos, y creemos ser nuestro dolor o nuestra “enfermedad”.
Algunas palabras que resuenan en nuestra cabeza, son:
- Estoy fatal… Me duele mucho el cuello y la cabeza (o la espalda, la pierna, el brazo, la mano…)… No voy a poder hacer lo que tenía pensado… Este dolor me está matando…
Entonces, acudimos a una medicina casi sin pensar. Pero “curiosamente”, muchos de nuestros dolores, no son más que un aviso que tiene nuestro cuerpo para que le prestemos atención. A veces no necesitamos realmente esa medicina, sino hacerle caso al cuerpo (“descansa”, “siéntate”, “duerme más”, “haz ejercicio”, “come mejor”…”).
Mi abuela Ana, en muchas ocasiones (y con una gran sonrisa en la boca) me contaba, que un día, estando trabajando en su tienda de comestibles, le dolía muchísimo la cabeza y los pies, y decidió tomarse una aspirina. Se la metió en el bolsillo de la bata y continuó atendiendo a los clientes. El dolor de cabeza y pies se fueron, y pensó: "Menos mal que me tomé la aspirina, sino no habría podido terminar el día...". Cuando acabó la jornada de trabajo, y se echó mano al bolsillo, descubrió con gran sorpresa, que se había olvidado de tomar la aspirina…
Cuando estés enferma o te duela algo, quéjate en voz alta una vez (que quejarse también es bueno), pero luego respira profundo y pregúntale a tu cuerpo que quiere. Indaga si realmente ese dolor oculta algo a lo que no te quieres enfrentar, o si esa identificación con la enfermedad, no es más que una barrera de protección ante los demás…
Date ánimos a ti mismo. Habla con el dolor como si fuera una persona. Dale las gracias por estar ahí, avisándote. Y centrado en él, ordénale que se vaya, dile que no lo necesitas, dite que tú eres mucho más que una enfermedad o un dolor.
Repite con energía en voz alta:
- ¡Me siento sana/o! ¡Me siento bien! ¡Me siento estupendamente!
viernes, 12 de junio de 2009
Afrontar los “problemas”
El otro día tuve un incidente, y perdí todas las entradas que había escrito desde noviembre del año pasado.
Gracias a esto, pude observar cuanto apego le tenía a un sitio virtual (y efímero también). Aunque creo que “reaccioné” bien.
Los 5 primeros minutos, estuve sin creérmelo. Pero pronto comencé a pensar como recuperar las entradas y sus comentarios.
Hice búsquedas por Internet y descubrí, que las entradas estaban en la caché de Google, pero que los comentarios no se podían recuperar. En ese momento, me dí cuenta de que lo que más me podía “apenar”, no eran las entradas, sino los comentarios que muchas de vosotras y muchos de vosotros me habéis ido dejando.
Entonces, me puse manos a la obra para “recuperar” lo único “recuperable”: los escritos. Y lo hice en un par de horas. Después de ese tiempo, el blog se parecía al que había desaparecido.
- Todo ocurre por un motivo – me dije – las entradas del blog siguen ahí, y aunque los comentarios no los pueda leer, recuerdo cada uno de ellos… (aunque algunos sí que están en la caché de Google).
Sí nos aferramos a una cosa (o persona), y la perdemos, no somos capaces de reaccionar. Nuestra mente se queda estancada, triste y negativa:
- ¿Por qué a mí?.. Siempre me pasa todo lo malo… No es justo…. Ahora que todo iba tan bien…
Y estos pensamientos negativos, se convierten en un círculo vicioso y en un hábito poco saludable para nuestra vida, ya que estos pensamientos traen otros pensamientos aún más negativos, y estos terminan por traer más y más “problemas”. Y se vuelven a repetir aquellas frases:
- ¿Por qué a mí?.. Siempre me pasa todo lo malo… No es justo…. Ahora que todo iba tan bien…
Y todo vuelve a empezar…
Podemos afrontar los “problemas” que nos ocurren, sí sabemos como hacerlo…
Lo fundamental es darnos cuenta de que el “problema” no es lo que nos está pasando, sino lo que nos decimos a nosotros mismos. El problema es pensar que tenemos un problema (que siempre se tiene un problema…).
Podemos cambiar nuestra mente. Los pensamientos que nos decimos dejan en nosotros una huella, que cada vez se hace más profunda. Si los pensamientos son negativos, la huella se acaba transformando en un profundo pozo, del que nos cuesta trabajo salir. Pero del cual, sí se puede salir:
Cambiando nuestros hábitos… cambiando los pensamientos negativos por unos positivos… dándonos cuenta de que esos “problemas” que tenemos, tienen solución. Siendo responsables de nuestros propios pensamientos.
"Si una cosa tiene solución, ¡para qué preocuparse!, y si no tiene ya solución, ¡para qué preocuparse!"
lunes, 8 de junio de 2009
La Tierra = Nuestra Casa
Formamos parte del Planeta Tierra. La Tierra forma parte del Universo, por lo que nosotros también formamos parte de él, pero muchas veces nuestro universo se hace pequeño, y sólo nos importa aquello que nos queda más a mano.
Somos lo que nuestros pensamientos crean.
Estos pensamientos se materializan en conductas. Conductas que muchas veces, se convierten en hábitos.
Estos hábitos, pueden ser beneficiosos para la Tierra o no.
Si no nos damos cuenta de que solemos dejar el agua correr, no podremos cambiar este comportamiento.
Seguramente te gusta tener tu casa limpia y tus plantas regadas. Probablemente en tu casa no haces cosas que luego sí haces en la calle o en el campo.
Vamos a “regalarle” a “nuestra casa”, lo que necesita.
No es difícil dar esos regalos. Son pequeñas acciones, que si cada uno de nosotros las hace cada día, la Tierra podrá “respirar” un poco mejor:
- Cerrar el grifo cuando no lo usemos y tirar de la cadena del baño sólo cuando sea necesario.
- Utilizar bolsas de tela cuando vamos a comprar, y reciclar las de plástico.
- Cuando se pueda, usar el transporte público (en vez de ir uno por uno, en coche o en moto) o ir andando al trabajo o a clase.
- Apagar la luz cuando no estemos en una habitación (o si aún hay algo de luz fuera) y la televisión cuando no la estemos viendo.
- Separar la basura por tipo (plástico, vidrio, papel y cartón, residuos orgánicos).
Hagamos que la Tierra sea de verdad nuestra casa.
¡Juntos podemos!
Sin Preocupaciones
Voy por la carretera. Viajando en autobús.
Las líneas que dividen la carretera, pasan rápido a mi lado.
Los árboles también. Todo se va quedando atrás.
No hago más que pensar en ello.
Miro un árbol:
Me digo: - Los árboles no piensan –.
Y es así. Los árboles sólo están ahí. Inmóviles. Sus ramas y hojas son mecidas por el viento, pero ellos están ahí, siempre.
Intento imaginar como sería la vida si yo fuera aquel árbol.
Me concentró. Cierro los ojos y me veo en el mismo sitio donde está el árbol (aunque éste, gracias a la velocidad del autobús ya ha quedado atrás).
Y ahí estoy. La imagen del árbol está en mi cabeza y poco a poco, voy sintiendo el viento en las hojas y la compañía de los pájaros.
Todo es calma.
¡Es verdad! Los árboles no piensan. Sólo están ahí. Inmóviles. Mecidos por el viento. “Viendo” pasar los coches de la carretera, dejando que los días pasen. Sin preocupaciones, sin prisas, sin pensamientos…
Abro de nuevo los ojos. Yo sigo en al autobús. Aquel árbol “que fui” ya no está a mi vista. Hay otros muchos en su lugar. Sonrío. Una parte de la tranquilidad del árbol se ha venido conmigo hasta el autobús. Respiro profundamente y me doy cuenta de que las preocupaciones que tenía se han evaporado.
Bien… “volveré a ser un árbol” cuando lo necesite.
Anímate a hacer tú lo mismo. Sólo observa una escena, una foto o un objeto que te traigan relajación a la mente. Ahora cierra los ojos. Visualiza aquella escena, e intenta formar parte de ella. Siente el viento, la fría roca, el agua helada, el calor de la llama… observa como te sientes siendo aquello. Cuando te sientas repuesto, abre los ojos. y respira profundo:
Anímate a hacer tú lo mismo. Sólo observa una escena, una foto o un objeto que te traigan relajación a la mente. Ahora cierra los ojos. Visualiza aquella escena, e intenta formar parte de ella. Siente el viento, la fría roca, el agua helada, el calor de la llama… observa como te sientes siendo aquello. Cuando te sientas repuesto, abre los ojos. y respira profundo:
- “Los árboles no piensan”.
¡Despierta!
Llega un nuevo día y abres los ojos.
Tu mente no para de mandarte frases y más frases:
- Otra vez a levantarse… no tengo ganas… es muy temprano… que cansado estoy…
Y comienzas el día sin ganas, con mucha pereza.
Y sigues diciéndote frases:
- Seguro que hoy también me encuentro con un atasco… no tengo ganas de ver a ese compañero de trabajo… seguro que alguien hace algo, y yo termino enfadado…
- ¡Ssshhh! ¡Despierta!
¿Quieres saber por qué estás aquí sentado leyendo esto?
Es porque estás dormido.
Tienes que despertarte.
Sé consciente cada mañana de lo que te dices cuando abres los ojos.
Comienza a cambiarlo por afirmaciones positivas:
- Hoy va a ser un gran día… ¡Sonríe!: Estás vivo… La vida es estupenda… Buenos días ser humano maravilloso… Todo va a salir bien…
Sigue prestando atención a lo que dice tu mente a lo largo del día, e intenta cambiar los pensamientos negativos por otros positivos.
Oye el sonido que hace el ordenador.
Te está intentando despertar.
Pero no puede.
- ¡Eh! Vamos, que se hace tarde. No te quedes en la penumbra. ¡Despierta!
¡Tú puedes!
Cada ser humano tiene la capacidad de ser su propio maestro.
Todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida, que elegir entre dos caminos (o tres, o cuatro…), y al final hemos tomado una decisión. Acertada o no, influenciada por otros o no, eso no es lo importante. Lo real es que los únicos que tomamos esas decisiones, somos nosotros. Elegimos una determinada carrera de estudios, o a una persona determinada para convivir con ella, nosotros.
Es cierto, que hay personas que les cuesta tomar decisiones por su cuenta. Pero también es cierto que aunque vaya a preguntar a otros que hacer, el que opta por un camino u otro, es esa persona, y no su padre, su hermana, su amigo…
Somos responsables de nuestras decisiones. Somos nosotros los que en última instancia elegimos.
Por eso, cuando algunos se quejan porque no tienen la vida que desearon, porque su padre le obligó a ejercer la abogacía, o porque nunca quiso heredar el negocio familiar, no se dan cuenta de que sus decisiones son las que les ha hecho estar ahí.
Claro que hay personas que no pueden hacer otra cosa, que la supervivencia de su familia depende de ellos y que no se “pueden permitir el lujo” de dejar esa vida que nunca desearon. Pero ellos (al igual que todos nosotros), podemos hacer cosas positivas, que nos motiven cada día a ser nosotros mismos:
Muchos tenemos la afición de escribir, otros cuando termina su jornada laboral realizan postres en la cocina de su casa, más ricos que los que cualquier chef renombrado. Otros se marchan a clases de baile o a una academia de idiomas. Los que dicen no tener tiempo para ello, son los que puedes ver sentados en el salón de su casa viendo la televisión durante horas, o los que se levantan cada día sin ganas de “vivir”. Están apagados, tristes, nada les empuja a la vida… sólo hacen lo que se supone que deben de hacer. Y dejan atrás sus sueños, sus anhelos y sus deseos.
Tú eres tu propio guía. Si tienes que hacerle caso a alguien, háztelo a ti mismo.
Escucha esa voz apagada por el tiempo que hay en ti.
Hazle caso.
Pide ayuda o consejo a quién desees, pero sé consciente de que la última decisión es tuya. Tú eres el responsable de tus decisiones y tienes la capacidad de tomarlas.
Tenga la edad que tengas.
Nunca es tarde para empezar a tomar decisiones conscientes.
Créelo:
¡Tú puedes!
Todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida, que elegir entre dos caminos (o tres, o cuatro…), y al final hemos tomado una decisión. Acertada o no, influenciada por otros o no, eso no es lo importante. Lo real es que los únicos que tomamos esas decisiones, somos nosotros. Elegimos una determinada carrera de estudios, o a una persona determinada para convivir con ella, nosotros.
Es cierto, que hay personas que les cuesta tomar decisiones por su cuenta. Pero también es cierto que aunque vaya a preguntar a otros que hacer, el que opta por un camino u otro, es esa persona, y no su padre, su hermana, su amigo…
Somos responsables de nuestras decisiones. Somos nosotros los que en última instancia elegimos.
Por eso, cuando algunos se quejan porque no tienen la vida que desearon, porque su padre le obligó a ejercer la abogacía, o porque nunca quiso heredar el negocio familiar, no se dan cuenta de que sus decisiones son las que les ha hecho estar ahí.
Claro que hay personas que no pueden hacer otra cosa, que la supervivencia de su familia depende de ellos y que no se “pueden permitir el lujo” de dejar esa vida que nunca desearon. Pero ellos (al igual que todos nosotros), podemos hacer cosas positivas, que nos motiven cada día a ser nosotros mismos:
Muchos tenemos la afición de escribir, otros cuando termina su jornada laboral realizan postres en la cocina de su casa, más ricos que los que cualquier chef renombrado. Otros se marchan a clases de baile o a una academia de idiomas. Los que dicen no tener tiempo para ello, son los que puedes ver sentados en el salón de su casa viendo la televisión durante horas, o los que se levantan cada día sin ganas de “vivir”. Están apagados, tristes, nada les empuja a la vida… sólo hacen lo que se supone que deben de hacer. Y dejan atrás sus sueños, sus anhelos y sus deseos.
Tú eres tu propio guía. Si tienes que hacerle caso a alguien, háztelo a ti mismo.
Escucha esa voz apagada por el tiempo que hay en ti.
Hazle caso.
Pide ayuda o consejo a quién desees, pero sé consciente de que la última decisión es tuya. Tú eres el responsable de tus decisiones y tienes la capacidad de tomarlas.
Tenga la edad que tengas.
Nunca es tarde para empezar a tomar decisiones conscientes.
Créelo:
¡Tú puedes!
Tú eres los otros
Estoy andando por la calle y observo:
Alguien grita a un niño (que “sólo” está haciendo cosas de niño):
- ¡Ven aquí! ¡Te he dicho mil veces que no hagas eso! ¡Me haces enfadar!
Otro resopla en la cola del cajero automático, esperando a que las tres personas que hay delante de él, acaben pronto:
- No, si yo acabo mañana por la mañana de sacar dinero. No entiendo por qué no se dan más prisa. Que egoísta es la gente.
El del coche parece gritar a pleno pulmón. Yo no le oigo, pero veo su boca abrirse, su cara cada vez más roja y sus manos amenazadoras señalando a unos peatones:
- ¿Es que no me veis? (parece decir el conductor del automóvil, como si los pasos de peatones fueran solo líneas en el suelo).
Abro los ojos cuanto puedo.En un momento la esquina de la calle, que estaba en calma hacía solo unos segundos, se ha llenado de gente.
Muchos parecen enfadados. Andan con prisa, fruncen el ceño, miran con resentimiento a los demás…Y parecen no darse cuenta.
Un bebé en su carrito comienza a llorar muy fuerte. Su madre se para en seco, en mitad de la estrecha acera, coge un biberón, mientras una pareja de desconocidos que la sigue, se han de parar también de golpe y esperar a que acabe de beber el niño. Uno de ellos, atraviesa el carrito como puede. El otro espera. Pero la madre no acaba, y se forma una cola detrás de ellos. Cada vez se acumula más gente, gente con prisa, gente con el ceño fruncido, gente que terminan pasando por el pequeño hueco que queda entre el carrito y la pared, mirando con resentimiento a aquella madre, que sin pensar en nada, se paró en seco a dar de beber a su hijo:
- ¿¡No hay más sitios donde pararse, señora!? – Le reprocha un hombre enorme, que apenas cabe por el hueco.
Y así vivimos.
Rodeados de gente. Pero parece que, deseando ser los únicos habitantes de la tierra.Observa a las personas que te rodean.
No estamos solos.Cuando veas esta escena, o formes parte de una de ellas, respira, sonríe y disfruta del momento. Sé consciente de estar allí. No creas que los otros son los responsables de tu agobio. Lo que tú te dices, es lo que te hace agobiar.
Forma parte de la calle.
Tú eres los otros.
Alguien grita a un niño (que “sólo” está haciendo cosas de niño):
- ¡Ven aquí! ¡Te he dicho mil veces que no hagas eso! ¡Me haces enfadar!
Otro resopla en la cola del cajero automático, esperando a que las tres personas que hay delante de él, acaben pronto:
- No, si yo acabo mañana por la mañana de sacar dinero. No entiendo por qué no se dan más prisa. Que egoísta es la gente.
El del coche parece gritar a pleno pulmón. Yo no le oigo, pero veo su boca abrirse, su cara cada vez más roja y sus manos amenazadoras señalando a unos peatones:
- ¿Es que no me veis? (parece decir el conductor del automóvil, como si los pasos de peatones fueran solo líneas en el suelo).
Abro los ojos cuanto puedo.En un momento la esquina de la calle, que estaba en calma hacía solo unos segundos, se ha llenado de gente.
Muchos parecen enfadados. Andan con prisa, fruncen el ceño, miran con resentimiento a los demás…Y parecen no darse cuenta.
Un bebé en su carrito comienza a llorar muy fuerte. Su madre se para en seco, en mitad de la estrecha acera, coge un biberón, mientras una pareja de desconocidos que la sigue, se han de parar también de golpe y esperar a que acabe de beber el niño. Uno de ellos, atraviesa el carrito como puede. El otro espera. Pero la madre no acaba, y se forma una cola detrás de ellos. Cada vez se acumula más gente, gente con prisa, gente con el ceño fruncido, gente que terminan pasando por el pequeño hueco que queda entre el carrito y la pared, mirando con resentimiento a aquella madre, que sin pensar en nada, se paró en seco a dar de beber a su hijo:
- ¿¡No hay más sitios donde pararse, señora!? – Le reprocha un hombre enorme, que apenas cabe por el hueco.
Y así vivimos.
Rodeados de gente. Pero parece que, deseando ser los únicos habitantes de la tierra.Observa a las personas que te rodean.
No estamos solos.Cuando veas esta escena, o formes parte de una de ellas, respira, sonríe y disfruta del momento. Sé consciente de estar allí. No creas que los otros son los responsables de tu agobio. Lo que tú te dices, es lo que te hace agobiar.
Forma parte de la calle.
Tú eres los otros.
Busca el silencio
Dedica una parte de tu tiempo libre a estar solo o sola.
Cualquier momento es bueno.
Puede ser por la mañana, cuando vas a trabajar, dentro de tu coche o del autobús o tren que te lleva.
Puede ser por la mañana, cuando vas a trabajar, dentro de tu coche o del autobús o tren que te lleva.
Puede ser por la tarde, en cualquier habitación de tu casa.
No hace falta que estés físicamente solo o sola.
Nada más que has de estar dispuesto a dedicarte unos minutos a ti mismo.
Cuando estés preparada, cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Cuando estés preparada, cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Entonces, cuando haya silencio en tu mente, dite hola.
Salúdate como si tú fueras otra persona.
Pregúntate como estás. Si deseas algo. Si te falta algo. Si todo está bien.
Espera tu respuesta y hazte caso. Haz caso a esa parte de tu cuerpo que desde hace tiempo “te habla”, te duele o molesta. Haz caso de esa parte de tu mente que no está conforme, que no tiene buenas sensaciones. Haz caso de ti mismo.
Y cuando estés listo, abre los ojos de nuevo. Respira tres largas veces y sonríe.
Tú eres importante.Tanto como los demás lo son para ti.
No lo olvides.No te olvides y escúchate cada día.
Hacer lo que nos gusta
Reflexiona un momento…
¿Qué te hace feliz?
¿Leer un buen libro, pasear con la familia, escribir, cantar, bailar…?
¿Cuántas veces al día haces lo que realmente te hace feliz?
Tal vez dos veces, una… Ninguna…
El día a día suele pasar muy rápido. Cuando quieres acordar ya son las 9 de la noche, y no has hecho nada que te haga sonreír.
Piensas: Ya tendré tiempo cuando llegue el fin de semana, o las vacaciones, o cuando me jubile haré lo que me gusta de verdad…
Y vas posponiendo. Y posponiendo. Y el fin de semana no puedes hacerlo, por que has de hacer miles de cosas (la casa, estudiar, trabajo atrasado, salir de fiesta aunque no te apetezca…), y en las vacaciones tampoco sacas tiempo para ti.
Y llegas a la época de la jubilación, con millones de cosas pendientes por hacer. Son tantas, que ya ni te acuerdas. Intentas hacer lo que de verdad te gusta y te entusiasma, pero tampoco hay tiempo para ti. O eso crees. Y sigues posponiendo.
Y un día llegas a la antesala de tu muerte, y miras hacía atrás y ves todo lo que habías deseado y no has hecho: escribir, viajar, pintar cuadros, leer miles de libros, bailar, poner un negocio… y te das cuenta de que ya no hay más tiempo para posponer.
Como escribió Elisabeth Kübler-Ross llegando al final de su vida (en su libro “La Rueda de la Vida”):
“Debemos vivir hasta morir.Es importante que hagamos solamente aquello que nos gusta hacer. Podemos ser pobres, podemos pasar hambre, podemos vivir en una casa destartalada, pero vamos a vivir plenamente. Y al final de nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque hemos hecho lo que vinimos a hacer”.
No pienses más. No pospongas más. Haz hoy algo que te gusta, sal, grita, baila, canta… ¡Vive!
Cambia el mundo
Si deseas cambiar el mundo, primero comienza a cambiar tú mismo.
Muchas veces nos quejamos de la sociedad en la que vivimos. Nos “gusta” criticar a los demás, sin mirar nuestra propia vida. Todo lo que viene de fuera, es malo. Todo lo que nosotros aportamos a la sociedad y hacemos, es bueno…
Y ahí comienzan las distinciones:
Yo no me parezco a nadie. Yo soy único. Nunca cambiaré. Son frases que he escuchado más de una vez.
A veces, nos identificamos con alguien o con algo, y pensamos que sólo eso es lo correcto. Lo que no vaya con nuestras ideas no es bueno. Miramos mal a quién nos dice que es de otros pensamientos o aficiones.
A veces, nos identificamos con alguien o con algo, y pensamos que sólo eso es lo correcto. Lo que no vaya con nuestras ideas no es bueno. Miramos mal a quién nos dice que es de otros pensamientos o aficiones.
Nos separamos. Nos alejamos poco a poco. Y seguimos en nuestro mundo, pensando que lo nuestro es lo único que existe. Que estamos en el centro del mundo y del universo, rodeados de la nada.
Pero, realmente no estamos solos. Nos parecemos más de lo que nos creemos, y no estamos solos en ese centro del universo. Millones de personas de todas las partes del mundo nos rodean. Y además, tienen las mismas motivaciones que nosotros y viven con el mismo deseo de felicidad y amor para nuestros seres queridos y para nosotros mismos.
Sólo tenemos que observar. Mirar lentamente a cada lado y ver a cada persona, como si realmente fuéramos nosotros. No es difícil. Es tan sencillo como dejarse llevar por la fluidez de un río. Sin resistencia al cambio. Adaptándonos a las circunstancias del río. Si viene una gran piedra o una gran maleza, esquivarla o atravesarla sin miedo y con confianza.
Vivir siendo únicos, siendo conscientes de que nos rodean otros seres que también son únicos. Ser como un gran río. Ser cada uno una gota de agua, formando ese gran río, para cambiar el mundo.
¡Actúa!
Para que algo que deseas ocurra, tienes que ser una persona activa y positiva.
Si eres activa, no te conformas con quedarte cruzada de brazos ante las dificultades o deseos.
Si eres activa, no te conformas con quedarte cruzada de brazos ante las dificultades o deseos.
Si eres una persona positiva, puedes ver más allá de los problemas momentáneos y aceptar las circunstancias con una mentalidad abierta y optimista.
Esta es la diferencia que hay entre las personas que consiguen sus deseos y las que no:
Esta es la diferencia que hay entre las personas que consiguen sus deseos y las que no:
Actúan para conseguirlos (en vez de quedarse quietas, lamentando su mala suerte), y aunque existan “pequeñas piedras en el camino” (también llamados “problemas”), a todo le ven su lado positivo (en lugar de sufrir viendo lo negativo que les rodea).
Escribe en un papel: ¡Activo y Positivo!!! o ¡Activa y Positiva!!!.
Cuélgalo delante de ti, para que cuando tus ojos desvíen la mirada del trabajo, los estudios o la televisión, vean ese letrero diciéndote a gritos que te muevas, que tomes decisiones, que seas positivo, que no te preocupen los problemas...En una palabra diciéndote: ¡Actúa!
Vive el momento
¡Escucha el reloj!
Escucha cada sonido.
Con cada segundo que pasa te acercas más al momento de tu muerte.
Vive el momento.
No te lamentes por lo que fue, ni por lo que no será.
Este momento es perfecto.
Es justo este momento por el que tenías que estar pasando ahora.
Díselo a tu mente.
Dale las gracias por estar siempre tan atenta, pero recuérdale que tú eres el que decide que pensar y cuando.Vive cada segundo como si fuera el último.
Haz todo lo que harías si eso fuera así de verdad.
Por ejemplo dile a las personas que amas que las quieres, y ofréceles un gran abrazo.
Aprovecha el momento.
Todo es cambio
Desde que nacemos vamos cambiando. Día tras día. Hora tras hora.
El cambio es una parte muy importante de la vida, porque sin él, las experiencias no serían únicas.
Con los años, cambia nuestro aspecto físico. También cambian algunas preferencias que teníamos.
Dentro de todos estos cambios, hay algo que se mantiene inalterable: nuestros deseos y anhelos más profundos y la vitalidad del primer día. Ellos siguen ahí, esperando la menor ocasión para recordarnos nuestros sueños.
No somos nuestros cuerpos físicos. La edad no es importante. Pero que ir cambiando en nuestra vida, si lo es. Si no, nos estancamos.
Si deseamos cambiar, no hemos de ser impacientes, pues no se produce de la noche a la mañana, y se necesita mucho de nuestra parte para que pase.
Pero nada es imposible. Tenemos que ser conscientes de ello. Nuestros deseos terminan por cumplirse. Y nuestros deseos de cambio, también.
Sin Miedo
Pasos en la calle. Soledad tras la ventana.
Para muchos, un nuevo día comienza sin nada.
Viven sin su reflejo. Caminan sin prisa pero con miedo.
No se reconocen, por que no son lo que fueron.Recuerdan sin nostalgia. No piensan, sólo actúan. Tras esa máscara de piedra que se han hecho con los años. Tras ese cuerpo lleno de baches y de líneas marcadas.
El pasado era mejor o eso creen. El futuro… una ilusión de la mente más sola.
Sólo les queda un ahora lleno de nada. Sin pasado, sin futuro, sí; pero también sin presente.
Son sombras de lo que desearon y cuando caminan parece como si el peso del mundo, estuviera sobre sus espaldas.
¿Reconoces a alguien en estas líneas? Vivimos muchas veces sin vivir. Ya ni siquiera nos lamentamos… para que… Somos como sonámbulos en busca de nada.
Llegó el momento del cambio. Sonríe, es para ti :-)
Tú y sólo tú, puedes dejar de ser aquello a lo que tanto temías. El miedo es lo que hace: terminamos siendo o haciendo aquello que nos da temor.
Casi todos tenemos miedo a algo. Ya sea a algo pequeño o a algo grande, racional o irracional. Ya sea un miedo por los demás o un miedo propio. Al tener esos pensamientos y sensaciones de miedo, le damos poder. El miedo se hace fuerte en nosotros y de ser algo nimio, termina convirtiéndose en parte de nuestra existencia. Tan arraigado en nosotros, que casi no nos damos cuenta. Pero ahí está, y cada vez que actuamos o pensamos con ese miedo, nos acercamos un poco más a esa sombra que nos asusta.Es mejor vivir sin miedo. Pruébalo. Seguro que repites.
Tú eres el creador de tu historia
Observa lo que pasa por tu mente.
El tiempo no existe.
El reloj está parado.
Sólo estás tú, ahí sentad@, leyendo estas líneas.
Disfruta de este instante.
Mira tus manos.
Siéntelas.
Siente tu respiración. Sé consciente de ella.
Piensa en una flor.Imagina como crece lentamente.
Vuelve a observar tus pensamientos.
¿En qué estabas pensando? ¿En la flor?
La mente se puede cambiar.
Somos lo que pensamos y podemos pensar lo que deseamos.
El pensamiento positivo lleva consigo una mente sana y entrenada.
Si lo puedes imaginar, puedes conseguirlo. Si eres constante con tu entrenamiento mental, pronto obtendrás resultados satisfactorios.
Empieza AHORA a cambiar tu mente.
Obsérvala a menudo y deja pasar a tus pensamientos repetitivos e insanos. Salúdalos y cambia el no puedo por el YO PUEDO.Ya sabes…Tú eres el creador de tu historia,¿Qué personaje quieres ser hoy? ;-)
"Un día lluvioso"
Allí estaba yo, como una sirena en el mar. Chapoteando entre las olas, mientras la lluvia caía sobre mi ya mojado pelo.
Una vez más, se había hecho tarde. Me sentía como una esponja. Cuanta más lluvia caía, más quería yo.
Pero ahí no quedaba la cosa. Por el camino a la playa, había visto una roca llena de piedras brillantes. No sabía si el brillo era real o debido a las gotas de la lluvia, pero sí sabía que no podía apartar los ojos de tanta belleza. Tal vez, no había sido buena idea caminar descalza hasta la orilla. Ahora tenía que regresar por el mismo camino, pero esta vez, tendría que sortear litros de agua y espuma blanca, que con fuerza chocaban una y otra vez contra la preciosa roca.
Pero ahí no quedaba la cosa. Por el camino a la playa, había visto una roca llena de piedras brillantes. No sabía si el brillo era real o debido a las gotas de la lluvia, pero sí sabía que no podía apartar los ojos de tanta belleza. Tal vez, no había sido buena idea caminar descalza hasta la orilla. Ahora tenía que regresar por el mismo camino, pero esta vez, tendría que sortear litros de agua y espuma blanca, que con fuerza chocaban una y otra vez contra la preciosa roca.
La lluvia era cada vez más torrencial. Me aparté el pelo de la cara y miré alrededor. Las gaviotas habían dejado de volar buscando peces que comer. Las olas habían dejado de hacer ruido cuando chocaban contra la roca… no escuchaba nada. Ni tan siquiera mi respiración entrecortada por el frío del mar. Miré hacía arriba, las nubes se estaban alejando cada vez más, pero la lluvia seguía cayendo. La sensación de quietud era tal, que no tenía intención de moverme de aquel paraíso. Pero la calma que precedía a la tormenta, se acabó.
Y allí seguía yo, en medio de la nada, rodeada de nada, y sin ruido alguno, cuando una ola gigante me vino a ver. Creo que me habló. O eso recuerdo.
- Hola – Me dijo la ola - ¿Cómo es que no te has ido con las demás gaviotas? ¿No sabes que venía?
- Uy. Creo que te has confundido. En todo caso soy una especie de sirena, no una gaviota. ¿Por qué iba a saber que venias? – Pregunté curiosa.
- Acércate a mí y mírate. Si no eres una gaviota, ¿qué eres?
Me acerqué con sigilo a la enorme ola y me vi. Pues sí, pensé, tengo el pelo demasiado emplumado para ser una sirena y demasiado corto para que sea mi propio pelo.
- Vaya – dijo la gran ola – Parece que hace tiempo que no te miras en ninguna parte. ¿No es así? ¿Hace cuánto tiempo que olvidaste quién eras?
- ¿Tiempo? ¿Qué es eso? No lo sé. He de ir a la roca brillante. ¿Me esperarás aquí amiga ola?
- No. Yo sólo paso una vez cada vida. No creo que nos volvamos a encontrar. Además, la roca de la que hablas ha dejado de ser brillante. ¿No ves la oscuridad que la envuelve?
- Ah, sí. De eso me acuerdo. La noche, ¿no? Así se llama. Pero cuando haya luz, la roca volverá a brillar y allí estaré yo para verla.
- Puede ser que vuelva a brillar, amiga. Pero dudo mucho que tú estés ahí para verla.
- Claro que estaré. ¿Por qué lo dudas? Sea quien sea, sé que quiero estar ahí mirando a la roca.
- No lo dudo – Respondió la ola gigante – Aunque no te has dado cuenta, ha pasado muy poco tiempo, y tú decidiste quedarte quieta y no volar con tus demás compañeras. Tengo que tragarte aún a mi pesar. Estabas en mi camino
Sin más, la gran ola, me tragó. Y yo confundida, desperté de aquel lluvioso sueño.
La Libertad
A veces la vida pasa delante de tus ojos como una película. A veces creemos ver lo que los demás ven y pensamos que nos deparará el futuro. A veces nos sentimos encerrados aunque seamos libres…
A pesar de tener todo lo que cualquiera podría desear, no estamos satisfechos. Algo nos falta. Siempre nos falta algo más.
Hay personas que a pesar de no tener libertad, viven libres. Y hay otras que teniendo libertad y capacidad para cambiar su mundo, viven encerrados.Hay otros, que a pesar de vivir limitados se sienten y actúan como personas libres.
¿Dónde está la libertad? ¿Cuándo somos realmente libres?:
¿Cuándo lo tenemos todo?¿Cuándo somos poderosos?¿Cuándo terminamos por comprendernos y comprender nuestra mente y todo lo que la rodea?
Creo que sí. Ser libre no es más que un estado de la mente.
Sentirse libre no es lo mismo que estar en libertad.
Sentirse libre no es lo mismo que estar en libertad.
Cuando nos sentimos libres, da igual donde estemos, da igual como estemos, da igual lo que tengamos. No necesitaremos nada más. Sólo ser. Sólo estar en al ahora. Sin pasado, sin futuro. Seremos como una gota caída en el mar. Bailaremos al son de las olas, dejando que el agua fluya. Sin amarrarnos a ella. Sintiéndonos libres. Siendo libres.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)