miércoles, 28 de abril de 2010

Sin Miedo A Ser Feliz

Escucha…
¿Oyes el sonido de tu respiración?
Céntrate en ella.
Olvida por un momento quién eres, y dónde estás.
Tan sólo siente tu respiración.

Cierra los ojos, y respira profundamente.
Mantén tu espalda recta y tu cuerpo relajado.
No hagas caso de los pensamientos que van apareciendo en tu mente.
Simplemente déjalos pasar, pero no te centres en ellos.

Relaja cada vez más tu cuerpo.
Tu espalda, tus hombros, tus piernas…
Poco a poco, ahí, donde estás sentado o sentada, te vas quitando de tu acelerada mente, los problemas, las preocupaciones, las tristezas…

Respira de nuevo profundamente.
Hazlo tres veces.
Escucha detenidamente el sonido de tu respiración.
Imagina el aire que entra como luz, llena de vitalidad y energía. Elige el color que más te apetezca. Esta luz, hace un recorrido por todo tu cuerpo, llenándote de felicidad y calma.
Ahora, imagina el aire que sale, como luz apagada, del color que elegiste.
Con esa luz, las preocupaciones, los miedos, las penas, se van de tu cuerpo.

La sensación de relajación es muy agradable.
Disfruta de ella.
Respira tranquilamente, sin prisas.
Cuándo lo sientas, abre los ojos.

Observa el lugar en el que estás.
Intenta mirarlo todo de modo distinto.
Sonríe.
:-)

miércoles, 21 de abril de 2010

¡Ríete!

Si te sientes cansado, triste, estresada, malhumorado…

¡Ríete!  :o)

La risa puede hacer que esas sensaciones de pesadumbre, esa pena que tienes en ese momento, se disipe, aunque tan solo sea unos segundos.

Cuándo nuestra mente no deja de pensar, de repetirnos frases negativas y tristes, es una buena ocasión para reírte.

¿Cuántas veces te ríes en el día?
¿Te has parado a pensar lo bien que te sientes cuándo alguien te cuenta, por ejemplo, un chiste, y no puedes parar de reír? ¿O cuándo ves una película cómica y pasas un rato muy agradable, en el que las preocupaciones y tus pensamientos, dejan de tener cabida?

Te mereces ser feliz, mereces todo lo bueno que te pase.
Mereces disfrutar y mereces reírte.
Te puedes reír sola o solo. Haz la prueba.
Cuándo estés con esa cara de enfado y agobio, dirígete al espejo más cercano, y mírate.
Obsérvate como si esa persona que tienes delante, no fueras tú.
Mira tu frente arrugada, tu boca hecha una mueca, e intenta ver lo cómico de esa situación.
Tal vez tu preocupación, ni tan siquiera es grave, y sin embargo tu cara dice todo lo contrario.
Abre mucho los ojos, abre la boca todo lo que puedas, saca la lengua, hazte burla, y ríete.
Y di en voz alta:
Soy una persona maravillosa.
Nada me preocupa.
Todo está bien. Todo va a salir bien.

Recuerda…
¡Ríete!  :o)

miércoles, 14 de abril de 2010

Sin Estereotipos

Los estereotipos que tenemos de los demás, hacen que tengamos nuestra mente menos abierta. Por ello, nos resultará más difícil desde relacionarnos con las personas que conocemos hasta entablar nuevas relaciones.

Un estereotipo, no es más, que creer que alguien es de una determinada manera, solo por su forma de vestir, su trabajo, su grupo, su religión, su género o su edad (entre otras muchas características).

Cuando tengas un momento de tranquilidad, me gustaría que regresaras al momento en que fuiste feliz por primera vez. Seguramente fue cuando aún no sabías andar.
Eras una persona pequeña, que a pesar de tu estatura, ya sentías y amabas.

Quiero que recuerdes, cuando te enfadaste por primera vez, y por qué motivo. Es posible que también fueras pequeño o pequeña y que te enfadaras porque tus padres no te hicieron caso en algo que anhelabas…

Observa a tus hijos o sobrinos (o cualquier niño con el que te relaciones). No son tan distintos de ti.
Tú eres ellos, ya que no hace tanto, tú también eras un niño o una niña.
Míralos a los ojos. Escúchalos… tienen muchas cosas que contarte y que enseñarte.
No por ser pequeño saben menos de sentimientos. Ellos también sonríen y también lloran. Y también se preocupan cuando algo no va bien…

Nosotros no somos los adultos… ni ellos son los niños.
Tú no eres un hombre. Ni una mujer.
Tú ante todo, eres una persona. Sin más distinciones que las que hay a nivel físico.
Algún día, en unos años, cuando ya ninguno de los que ahora somos, estemos aquí, las distinciones no existirán. Se habrán esfumado por completo.
No hay diferencias entre hombres y mujeres.
No somos géneros.
Somos personas.
Sin estereotipos.
:-)

jueves, 8 de abril de 2010

“Más Allá del Agua y del Aire”


Túmbate en tu cama o en una superficie cómoda, con los brazos ligeramente separados del cuerpo y las piernas algo separadas entre ellas.
Cierra los ojos.
Respira profundamente tres veces.
Siente el tacto del lugar donde estás tumbado o tumbada.

Ahora, imagina que esa superficie, se va transformando poco a poco en agua.
Imagina que estás flotando, en mitad del mar, con los ojos cerrados.
Siente el vaivén de las olas, meciendo tu cuerpo.
Siente como estiras tus brazos y los pones en cruz.
Las olas te siguen meciendo, pero no te hundes.
No sientes frío ni calor.
Te sientes protegido o protegida.
Respira una vez de forma larga y tranquila.
Ahora, abre los ojos, y observa el amplio cielo azul.
Las pocas nubes que hay, te permiten visualizar la escena, sin que el sol te ciegue.


Poco a poco, ve sintiendo como el agua del mar, se va transformando en un líquido más y más sólido.
Observa y siente como el tacto que tenías del agua, ahora ha pasado a ser como gelatina.
Apoya tus manos en la gelatina azul, y siéntate.
Ahora, observa el paisaje que tienes ante ti.
Te rodea una cadena de montañas rocosas.


La gelatina azul, se ha convertido en verde, y muy cerca de ti, hay un bosque de árboles muy altos y viejos.
Siente el viento que mece las hojas de los árboles. Obsérvalas.
Imagina que tú estás en una de esas ramas.


Inmediatamente dejas de estar en la gelatina, y te encuentras en el árbol más alto.
Desde allí, puedes ver como ante ti y alrededor tuyo, no hay nada.
Ni árboles, ni montañas, ni mar. Tan sólo espacio.
Acomódate en la rama y comienza a balancearte hacía delante y hacía atrás.

Imagina que tu cuerpo humano, se ha transformado en un ave.
Comienza a volar hacía la nada. Mueve las alas sin esfuerzo, sintiendo cada uno de los movimientos.
Una vez que estás en el vacío, nada te rodea. Ya no ves los árboles altos en los que te encontrabas. Tan sólo vuela.
Siente la sensación que tienes al volar.


Cierra los ojos en pleno vuelo. Y déjate caer.
Al poco tiempo de hacerlo, llegas a una superficie blanda y gelatinosa.
Observas como tu cuerpo vuele a ser humano.


La gelatina, se va transformando poco a poco en agua.
Siente como flotas.
Vuelves a estar flotando en ese mar, pero ahora está en calma.
Ya no hay olas.
Disfruta de la sensación y de la quietud.
Quédate ahí el tiempo que necesites.

Ahora, respira profundamente tres veces, siente como el mar se convierte de nuevo en tu cama.
Abre los ojos.

jueves, 1 de abril de 2010

Siempre Hay Tiempo

Cada mañana Samuel, se levanta  pensando en el día y en miles de preocupaciones.
Se mueve rápido por la calle, hace las tareas deprisa, en cada paso que da, siente que el tiempo se acaba, y que no va a poder hacerlo todo.
Mira el reloj muchas veces en el día. Dice a menudo en voz alta:
- No tengo tiempo para eso.
Y así lo cree.
Hay determinadas cosas en su vida, que veta, que decide obviar.
Piensa que es mejor para él, hacer oídos sordos a su realidad. A una realidad, que en algún momento deberá mirar de frente.

Lucas, en ese torbellino de acontecimientos, se para y mira alrededor…
Y muchos de los que ve, incluido su amigo Samuel, parecen tristes y enfermos.
Lucas piensa:
- “Creen que son personas importantes que hacen cosas importantes, que sin ellos, el mundo estaría acabado, que sus responsabilidades son más grandes que todos los demás. Sienten que ellos son el centro del universo. Y que no tienen tiempo para pararse, para mirarse, para quererse o para querer a los demás...”.

Las expectativas de Lucas, parecen cambiar de repente.
Lo que antes parecía importante, deja de serlo.
Las ideas que antes tenía sobre el tiempo, dejan de tener sentido.
Se da cuenta de que es mejor, percatarse de que el tiempo no existe y de que siempre hay tiempo.
Decide no parecerse a esas personas tristes que aparecen ante él, como sombras.
Decide parar, darle a la pausa por unos momentos y confiar en que hay tiempo.
Siempre hay tiempo para vivir, aunque no tanto para sobrevivir (como siente que hace Samuel)”.

Siempre hay tiempo :-)
Párate. Mira a tu alrededor.
Los cambios son buenos. Aunque pasemos “malos” momentos. De todo lo malo, se saca algo bueno. Siempre hay una enseñanza detrás de esa mala racha.
El tiempo no existe.
Todo es cambio.
A cada momento que pasa en nuestro día ajetreado, todo cambia.
Desde que apagamos el despertador, hasta que lo volvemos a poner por la noche.

Decide quién deseas ser: aquel que siente que no hay tiempo para nada o aquel que confía en que siempre hay tiempo.
Tú decides.