Tejiendo una amplia trama de redes, llenas de vivencias y aprendizaje |
Casi siempre he aprendido mirando a otros. No solo en las tareas diarias, como hacer una tortilla de patatas, sino también en otros aspectos más “invisibles” de la vida.
Cuándo en la carrera de Psicología conocí el término: “aprendizaje vicario”, me di cuenta, de que eso es algo que conocía muy bien.
Observar a los que me rodean y aprender de sus experiencias, me ha servido para tener mi propia experiencia.
Porque, en eso consiste el aprendizaje vicario. En observar las conductas de otros, y aprender de ellas, sin necesidad de realizar tú mismo esa conducta.
En ocasiones nos da por correr y hacerlo todo deprisa. Sin tiempo de mirar hacia delante, ni tampoco hacia atrás. Vivimos sin más. Sin observar lo que hay a nuestro alrededor y sin percatarnos de lo que los demás hacen.
Todos formamos una red enorme. Somos parte de un inmenso árbol, lleno de ramas y enredaderas. En ciertos momentos de la vida, unos van por delante, abriendo el camino, y otros van detrás, observando a los que tienen delante y apoyándose en ellos, para no caer.
Esto no es siempre así, ya que hay ramas que crecen más rápidas que otras, y se adelantan (ya han aprendido), para ponerse por delante y empujar a los que van detrás.
Vivimos inmersos en estas redes: redes sociales, redes familiares, redes de amigos, multitud de nombres y de redes, a lo largo de toda nuestra vida.
Todos somos capaces de aprender de los demás, con tan solo observarlos. Tanto de las aportaciones negativas como de las positivas. Para crecer, es bueno observar, tanto un aspecto como otro, y luego decidir por nosotros mismos, que es lo más adecuado para nuestro desarrollo.
Somos seres sociales y dependemos unos de los otros. Aprendemos los unos de los otros. Nos apoyamos entre nosotros, tejiendo una amplia trama de redes, llenas de vivencias y aprendizaje.
¿Quieres aprender hoy algo nuevo?
Observa tú alrededor.
¡Seguro que lo haces!