miércoles, 29 de diciembre de 2010

Redes


Tejiendo una amplia trama de redes, llenas de vivencias y aprendizaje

Casi siempre he aprendido mirando a otros. No solo en las tareas diarias, como hacer una tortilla de patatas, sino también en otros aspectos más “invisibles” de la vida.

Cuándo en la carrera de Psicología conocí el término: “aprendizaje vicario”, me di cuenta, de que eso es algo que conocía muy bien.

Observar a los que me rodean y aprender de sus experiencias, me ha servido para tener mi propia experiencia.

Porque, en eso consiste el aprendizaje vicario. En observar las conductas de otros, y aprender de ellas, sin necesidad de realizar tú mismo esa conducta.

En ocasiones nos da por correr y hacerlo todo deprisa. Sin tiempo de mirar hacia delante, ni tampoco hacia atrás. Vivimos sin más. Sin observar lo que hay a nuestro alrededor y sin percatarnos de lo que los demás hacen.

Todos formamos una red enorme. Somos parte de un inmenso árbol, lleno de ramas y enredaderas. En ciertos momentos de la vida, unos van por delante, abriendo el camino, y otros van detrás, observando a los que tienen delante y apoyándose en ellos, para no caer.

Esto no es siempre así, ya que hay ramas que crecen más rápidas que otras, y se adelantan (ya han aprendido), para ponerse por delante y empujar a los que van detrás.

Vivimos inmersos en estas redes: redes sociales, redes familiares, redes de amigos, multitud de nombres y de redes, a lo largo de toda nuestra vida.

Todos somos capaces de aprender de los demás, con tan solo observarlos. Tanto de las aportaciones negativas como de las positivas. Para crecer, es bueno observar, tanto un aspecto como otro, y luego decidir por nosotros mismos, que es lo más adecuado para nuestro desarrollo.

Somos seres sociales y dependemos unos de los otros. Aprendemos los unos de los otros. Nos apoyamos entre nosotros, tejiendo una amplia trama de redes, llenas de vivencias y aprendizaje.

¿Quieres aprender hoy algo nuevo?

Observa tú alrededor.

¡Seguro que lo haces!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡Sonríe!



Ahora mismo, todo lo que te rodea está en calma.

Cierra los ojos, y respira profundamente.

Imagina que estás en un sueño.

Tú eres quién deseas ser. No tienes limitaciones.

Puedes ser lo que quieras. De hecho, eres y haces lo que te apetece.

Tus pensamientos se han callado, y ya solo quedas tú.

Respira la calma y la tranquilidad.

No hay nada por lo que luchar ni nada que hacer.

Te rodea una burbuja espesa de color claro.

Te sientes protegido.

Estás arropada por la burbuja, que te hace sentir cada vez mejor y mejor.

Tu respiración poco a poco, es más lenta y todo te parece mucho más fácil.

¡Sonríe!


Bienvenido a la tierra de tus sueños.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Integrar la Meditación en el Día a Día




Meditar es sencillo, aunque parece complicado si nunca lo hemos hecho y tan solo tenemos una vaga idea de en qué consiste.

Muchos piensan que se trata de dejar la mente en blanco, mientras permanecemos quietos en un lugar sin ruidos y estorbos. Pero la meditación es mucho más, ya que podemos integrarla en nuestro día a día, y en cualquier momento y situación.

Meditar en un bar, andando por la calle o viendo la televisión en casa…

Podemos acercarnos a la meditación y disfrutar de ella, sin ponernos nerviosos o sentirnos culpables porque no cumplimos lo que deseábamos, de permanecer en quietud, durante una hora al día.

Os propongo que practiquéis estos ejercicios de meditación, y en estas tres situaciones diarias:

1. Caminando por la calle.

Cuando estés andando de camino al trabajo o la escuela, concéntrate en tus pies. Obsérvalos y sé consciente de cada paso que das. Simplemente eso. Un paso, luego otro, y mientras tanto, repítete alguna frase positiva que te motiva o sigue con tus pensamientos diarios, lo que quieras, pero no dejes de prestar atención a tus pasos.

2. En un lugar lleno de gente, como por ejemplo un bar.

Cuando salgas con amigos o la familia, y te encuentres en un lugar lleno de ruido, recuerda estas palabras: “yo integro la meditación en mí día a día”. Luego concéntrate en tu respiración y en el murmullo de la gente. Se consciente del aquí y ahora, y disfruta de cada momento.

3. En silencio, en nuestra habitación.

Es la meditación que tenemos que buscar, ya que requiere que dediquemos algunos minutos del día a estar solos o en silencio. Cuando sepas que nadie te va a interrumpir, siéntate o túmbate en una posición cómoda y haz ejercicios de respiración. Visualiza o mira una llama de una vela, y concéntrate en ella, observando cómo cambia de tamaño y se mueve con el aire. Si lo deseas, puedes poner algún incienso o alguna música relajante, en tu dormitorio. No fuerces a tu mente a que permanezca en silencio. Deja pasar los pensamientos sin esfuerzo, sin concentrarte en ellos. Tan solo repite alguna frase que te guste (o alguna oración o mantra). Disfruta la experiencia sin nervios. Tan solo quédate en esa situación un rato, hasta que decidas que ya es suficiente. Sin reglas.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Tiempo No Existe

Eres lo que tus pensamientos crean.

Tu interior es siempre el mismo. Tengas un cuerpo más o menos mayor.

El tiempo lo mides tú, y tu capacidad de recordar acontecimientos pasados.

El tiempo pasa veloz si nos divertimos, pero pasa muy lento si estamos incómodos.

Un día te levantas y tu imagen en el espejo ya no es la que era.

De repente te despiertas y te observas, y descubres que a pesar de sentirte igual, tu exterior refleja otra cosa distinta.

El otro día, vino a mi casa un hombre de más de ochenta años, que seguía en activo, e iba repartiendo participaciones de lotería. No aparentaba la edad que tenía físicamente y su actitud era la de alguien más joven.

¿Quién pone los límites al tiempo?

¿Cuándo decidimos que ya somos mayores para unas cosas y para otras no?

Cada uno de nosotros y de nosotras, somos los que vivimos en el tiempo, los que dormimos en la rutina diaria y nos limitamos por la edad.

Cuando tú lo desees, el tiempo no existirá, porque el tiempo lo creas tú.

Date la oportunidad de hacer lo que ya no te permites. Sé de nuevo un niño o un joven lleno de proyectos. Disfruta cada día como si fuera el último.

Recuerda: tu mirada a pesar del tiempo, sigue siendo la misma. Tú eres la misma persona (Mi abuela decía que ella seguía siendo la misma por dentro, que tan solo había cambiado su cuerpo, pero que por lo demás, todo era igual).

La capacidad de sorpresa y de ilusión también las creas tú.

No te limites :)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Salud, Dinero y Amor

Hoy puede ser el día.

No tienes que esperar a que llegue el fin de año, para expresar tus deseos para el año próximo.

Puedes comenzar hoy mismo, aquello que hace tiempo, deseas hacer.

La clave eres tú. Tu motivación para alcanzar ese objetivo, que hace tiempo dejaste de lado.

Nuestras motivaciones son las que nos llevan a la consecución de una meta. Si no tenemos motivación por conseguir algo, dejaremos de actuar para ello.

Tú tienes el poder de hacer, que esa motivación reaparezca.



Por ejemplo, lo típico, cuando llega un nuevo año, es desear salud, dinero y amor.

En la salud deseamos dejar de fumar o apuntarnos a un gimnasio.

En el dinero, aspiramos a que nos toque mucho en la lotería.

Y en el amor, deseamos que nos quieran más y no tener problemas.

La motivación al principio, es muy fuerte. Creemos en nosotros y en que las circunstancias serán propicias.

Esto es así, hasta el primer deseo no cumplido: no ganamos en la lotería (- Vaya. Otro año más sin que me toque… que mala suerte tengo… - Pensamos). Sin apenas darnos cuenta, ese pensamiento, siembra la semilla de los siguientes deseos.

Así que, a pesar, de comenzar el año con fuerza de voluntad para ir a correr todos los días, poco a poco, nos desanimamos (- De que va a servir. Tengo otras cosas que hacer – Decimos).

Estamos malhumorados con nosotros mismos, por no haber sido capaces de seguir con nuestro plan de ejercicio físico y porque ningún año nos toca la lotería. Así que, tal y como estamos de enfadados con todo y con todos, el tercer deseo, deja también de cumplirse (- No entiendo a mis hijos, si les doy todo y no me hacen caso… ¿Por qué no me quieren? – Pensamos de modo recurrente).



Las consecuencias de todo ello, es que creemos que nuestros deseos no se cumplen, por causas externas a nosotros. Sentimos que la suerte no nos sonríe y nuestros pensamientos de fracaso se instalan en nuestra mente, y dejamos de desear y de actuar, porque: “¿Para qué, si no depende de mí?”.

Pero sí depende de ti. Para que un deseo se cumpla, tienes que poner de tu parte (y de tu motivación).

¿Qué hacer para que renazca la motivación?:

- En primer lugar, no desanimarte porque un deseo no se cumpla. Piensa que ya se cumplirá. Y si no lo hace, cambia el planteamiento del deseo. Pero no te des por vencido desde el principio.

- Muévete. Actúa. Haz que tus deseos se cumplan (Por ejemplo, si realmente deseas tener una mejor salud, anda todos los días, haz estiramientos en tu casa, ejercicios de respiración y ten pensamientos positivos de valía: - Yo puedo. Lo estoy haciendo muy bien).

- Y quiérete mucho. Eres una persona maravillosa y excepcional. Mereces todo lo que deseas. Créelo.