¿Cuántas veces has hablado
a otra persona, sin mirarla a los ojos?
Seguramente unas
cuantas...
Ya sea por vergüenza,
por dejadez o por cualquier otro factor, esa falta de habilidad social, nos
hace alejarnos de nuestro receptor y no conseguimos transmitir el mensaje que
deseamos ofrecer de modo adecuado.
Cuando era adolescente
tenía mucho temor a relacionarme con los demás y solía hablar en voz casi
imperceptible, con la cabeza algo agachada y sin mirar nunca a la persona que
tenía enfrente.
Yo por aquel entonces,
sabía que deseaba cambiar aquella forma de actuar, y de hecho lo intentaba cada
día, pero esa fobia, me hacía resguardarme rápidamente en mí misma.
Más tarde pude
comprender, que adolecía de habilidades sociales, las cuales y para mi
bienestar, se pueden aprender, y así lo hice.
Cuando poseemos los
instrumentos necesarios para desenvolvernos, la vida se hace más fácil.
Imagina que eres un
cocinero sin utensilios de cocina… Puedes intentar hacer alguna comida, tal vez
encender un fuego o calentar un alimento, pero en esas circunstancias, no
podrás terminar el plato que tanto quieres realizar. Si no sabes que existen
aquellas herramientas que te hacen falta, quizás, te quedarás en mitad de la
habitación, o en una esquina, sintiéndote incapaz y creyendo que no vales para
ser cocinero…
Sin embargo, si conoces
que hay unos instrumentos con los que cocinar, sabrás que si accedes a ellos,
podrás realizar el plato que te propongas y comprenderás que aquella
circunstancia que te incomoda se puede modificar.
Con el contacto visual
en particular y con las habilidades sociales en general, ocurre algo similar.
Si conoces las técnicas
y aprendes a interactuar con otros de forma habilidosa, es casi seguro, que los
demás entenderán mejor tu mensaje y que consigas aquello que te propones.
Aprender a mantener el
contacto visual durante una conversación, hará que la persona a la que hablas,
se sienta escuchada y segura.
A través de la mirada
decimos muchas cosas. Ese lenguaje no verbal es a veces, mucho más importante
que lo que expresamos verbalmente.
Todos y todas deseamos
ser escuchados y atendidos. Cuando existe esa retroalimentación (es decir,
cuando la otra persona sabe que la estamos escuchando) la comunicación se
vuelve mucho más sencilla.
Hoy te animo a que
pruebes a hablar a la próxima persona que te encuentres, mirándola a los ojos. Por
supuesto, no mantengas la mirada prolongadamente ya que tu receptor, se podrá
sentir incomodado.
Déjate llevar por tu
intuición y mira a los demás a los ojos.
Seguro que tanto tú
como las otras personas, os sentiréis más contentas y felices.
Comienza hoy mismo.
Ten contacto visual.
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