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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Indefensión Aprendida


Cuando de niña me dio el brote de Artritis IdiopáticaJuvenil (AIJ), pensé que había hecho algo mal, que era mi culpa el estar enferma. Estuve durante años, deseando no tener las consecuencias de la AIJ en mi cuerpo (deseaba mis manos sanas, poder sentarme en el suelo, correr…). Hacía pactos conmigo misma (“Si hago esto, cerraré las manos”), que no servían. Continuaba igual que hasta ese momento.

Comencé entonces a tener indefensión aprendida (“Si no puedo hacer nada por cambiar, pues no hago nada”), incluso en situaciones que dependían de mis actos y pensamientos. Me convertí en una persona pasiva y me creía indefensa ante cualquier circunstancia.

Estas experiencias, redundaron en mi salud psicológica y en mi autoestima. Creía que ya no era capaz  de hacer cosas por mí misma,  los demás siempre eran mejor que yo (por lo menos, ellos realizaban acciones que les llevaba a cambios en sus vidas).

Tardé tiempo en volver a quererme como antes y algo más, en superar esa indefensión que creía tener.


No estás en esta situación por qué seas mala persona o te merezcas cosas terribles.

Sigue intentando lo que te propongas, aunque no lo consigas en ese momento. Si te quedas quieto en una esquina, no podrás ver las maravillas que tiendes delante. Da un paso más y sal de ese rincón que te oprime.

Y si cometes un error, no te obsesiones. Somos humanos. Vuelve a levantarte y vuelve a intentarlo.

Lo importante es te que quieras. Parte de ahí. Vuelve a mimarte y a mirar por ti. Si tú no estás bien, las personas que amas tampoco lo estarán (¿A qué deseas que tus hijos o tus amigos o tu pareja, sean felices?... ¿Verdad que no te gusta verlos sufrir?… Ellos desean lo mismo para ti). Y sí que puedes hacer muchas cosas para cambiar la situación. Tal vez no en este momento exacto, pero puedes comenzar a cambiar un poco tu mente, para que el cambio llegue.

Sal de tu rincón. Disfruta y sé feliz.