Escucha…
¿Oyes el sonido de tu respiración?
Céntrate en ella.
Olvida por un momento quién eres, y dónde estás.
Tan sólo siente tu respiración.
Cierra los ojos, y respira profundamente.
Mantén tu espalda recta y tu cuerpo relajado.
No hagas caso de los pensamientos que van apareciendo en tu mente.
Simplemente déjalos pasar, pero no te centres en ellos.
Relaja cada vez más tu cuerpo.
Tu espalda, tus hombros, tus piernas…
Poco a poco, ahí, donde estás sentado o sentada, te vas quitando de tu acelerada mente, los problemas, las preocupaciones, las tristezas…
Respira de nuevo profundamente.
Hazlo tres veces.
Escucha detenidamente el sonido de tu respiración.
Imagina el aire que entra como luz, llena de vitalidad y energía. Elige el color que más te apetezca. Esta luz, hace un recorrido por todo tu cuerpo, llenándote de felicidad y calma.
Ahora, imagina el aire que sale, como luz apagada, del color que elegiste.
Con esa luz, las preocupaciones, los miedos, las penas, se van de tu cuerpo.
La sensación de relajación es muy agradable.
Disfruta de ella.
Respira tranquilamente, sin prisas.
Cuándo lo sientas, abre los ojos.
Observa el lugar en el que estás.
Intenta mirarlo todo de modo distinto.
Sonríe.
:-)