miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cargando las pilas

Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Imagina una playa desierta.
En ella, tan solo se escucha el murmullo de las olas y el poco viento que hay.
Notas la brisa en tu cara y puedes sentir hasta el tacto de la arena en tus pies descalzos.
Comienza a caminar despacio por la orilla del mar.
El agua está cálida y muy agradable.
Apenas hay olas, por lo que es muy sencillo andar.
Paseas sin resistencia. Dejándote llevar, como si fueras una ola en el amplio mar.
Respira profundamente una vez.
Tu mente está entretenida observando cómo tus pies avanzan por la arena.
Eres consciente de que no hay tiempo ni espacio.
Tan solo estás allí. Disfrutando de ese momento de calma y felicidad tan merecido.
Ahora, decides sentarte en la cálida arena.
No hay nadie a tu alrededor y tan solo sigues escuchando el sonido del viento y de las pocas olas que llegan a la orilla.
Te sientas afortunado y lleno de paz.
Sabes que pase lo que pase, todo va a estar bien. Todo va a salir bien.
Vuelve a respirar profundamente una vez.
Ahí sentada, piensa en un lugar mágico para ti. Puede ser cualquiera. Incluso puedes imaginarte en una situación concreta que te guste revivir.
Cuando estés ahí, comienza a balancear tu cuerpo en círculos.
 Te sientes muy tranquila y con muchas ganas de hacer cosas.
Tus proyectos, tus deseos y tus planes, van llenándose de esa energía vitalizante que sientes ahora mismo.
Comprendes que no hay obstáculos para conseguir aquello que te propongas.
Asientes y te dejas caer encima de la fina arena.
Repite para ti:
Todo está bien. Todo está saliendo bien. La vida es maravillosa.
Cuando creas que has cargando completamente las pilas, abre los ojos.
Disfruta del momento.
Carpe diem.

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