Cuando
la falta de salud llega a nuestras vidas, se produce un cambio en nuestro día a
día.
Ya
sea por la enfermedad propia o por la de un familiar cercano, el saber afrontar
esos momentos, nos hace sentirnos por lo menos, un poco mejor a nivel
psicológico.
Si
disponemos de los recursos adecuados y estamos preparados para esa nueva
circunstancia, todo será más fluido e incluso algo más fácil.
Cualquier
enfermedad suele ser dolorosa. Algunas no duran mucho tiempo, pero otras se
hacen crónicas, afectando a cada área de nuestra vida.
Si
estás pasando ahora mismo por el inicio de una enfermedad transitoria o no,
seguramente te sentirás perdida o confusa ante los acontecimientos.
Todo
comienzo significa un cambio… Algo que nunca hemos vivido o sentido, aparece en
ocasiones, casi de repente y muchas veces, sin previo aviso.
Por
eso, poseer las habilidades de afrontamiento necesarias para manejar cualquier
situación, sea deseada o no, nos hará vivir ese momento, del modo más adecuado
posible.
Algunas cosas que podemos hacer
para afrontar esa enfermedad, son las siguientes:
-
Tanto, si la enfermedad nos ha afectado a nosotros mismos como a alguien
querido, leer acerca de estas dolencias,
nos puede ayudar a comprender mejor su transcurso. Estar informados ante los
cambios que pasaran, sin acudir de forma masiva a sitios no profesionales (como
pueden ser páginas de internet, que nos pueden dar sensación de catástrofe en
vez de ayudarnos a aprender y comprender esa enfermedad), nos dará una
perspectiva más amplia sobre a qué nos enfrentamos.
-
Aceptar los cambios sin miedo. Ante cualquier
situación dolorosa, solemos aferrarnos al pasado, o a los momentos en los que
nos encontrábamos bien, reprochando esas nuevas vivencias con rabia. Aprender a
centrarnos en el ahora, sin juzgar las circunstancias de la enfermedad, nos
ayudará a la aceptación de esa enfermedad.
-
Aceptación no significa que no seamos
activos ante las consecuencias de la enfermedad. Si tenemos un dolor o una limitación
significativa, no vale con quedarnos en un rincón, “aceptando” nuestra nueva situación…
Si no que, tenemos que dejarnos tratar y solventar esos dolores con las ayudas
externas que sean necesarias y hacer ejercicios de rehabilitación, que nos
ayudarán a mantener nuestro estado de salud estable.
-
No dejarnos llevar por un estado de ánimo
decaído. Si sentimos que nuestra vitalidad y ganas de vivir, no son las
mismas que antes de la enfermedad, podemos realizar alguna estrategia
psicológica, o utilizar algunas técnicas para que podamos sentirnos cada día
mejor. La meditación, los ejercicios de relajación, caminar diariamente,
alimentarnos sin excesos, o quedar con los amigos o familiares, pueden ser
adecuados para subir ese estado anímico que tanto influye en el afrontamiento
de una enfermedad.
-
Por último, sé paciente. Seas tú la
persona enferma o tu familiar cercano, sé una persona tranquila. No tengas
prisa en mejorar tu estado de salud o te lamentes por lo perdido. Todo tiene su propio ritmo y no sirve de
mucho, forzar una recuperación si lo hacemos con dolor o desesperación.
Hay
miles de estrategias de afrontamiento, que podemos utilizar ante una nueva
circunstancia, como es afrontar una enfermedad. En mi caso, cuando comencé con
la artritis con 9 años, me sentía extraña y algo perdida. Gracias al
tratamiento del dolor y a las actividades de rehabilitación, me fui sintiendo
mejor y adaptándome a mis nuevas limitaciones, con la ayuda de mi familia. Aunque
no fue, hasta mucho más tarde, cuando acepté mis circunstancias como no
reversibles, que no tuve plena sensación de estabilidad física, psicológica y
emocional.
Por
eso, aprende a afrontar tu enfermedad o la de tu ser querido, desde todos los
ámbitos, tanto a nivel físico (de tratamiento del dolor y de las secuelas),
como a nivel emocional y psicológico. Estos últimos factores, te harán sentirte
mucho más fuerte para enfrentar los nuevos retos que las limitaciones y dolores
te tienen preparado.
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