miércoles, 26 de noviembre de 2014

Fuerza en tu interior

Respira profundamente tres veces y continúa leyendo.
Imagina que estás en el campo, en el centro de un círculo franqueado por inmensos árboles.
Estás solo.
Ahora pon tu mano izquierda en el pecho, visualizando como también lo haces dentro de ese círculo mágico.
Respira profunda y lentamente una vez.
Quítate los zapatos o las zapatillas que llevas puestas.
Ahora en tu visualización también estás descalza.
Sientes la tierra a tus pies y los pequeños brotes de hierba que la rodean.
Tu respiración se hace cada vez más tranquila y sosegada.
Los árboles te protegen y el círculo te llena de una energía inusual y sin embargo muy sedante.
Está feliz y relajado.
Sonríes en ambas realidades porque sabes que lo que estás viviendo y sintiendo es real.
Eres parte de ese lugar. Un árbol más entre la maleza.
Respiras sin esfuerzo.
Con la mano todavía en el corazón, te apetece dar las gracias a todo lo que te rodea.
Estás aquí y ahora y notas la energía brotar desde las plantas de tus pies hacia tu coronilla.
Eres un ser especial. Una persona maravillosa en un espacio mágico.
Tu fuerza reside en tu interior.
Visualiza ahora como poco a poco, te vas transformando en un tigre.
Ahí sigues. Cercado por los inmensos árboles.
Decides tumbarte.
Tu cuerpo de tigre está muy tranquilo y feliz. A pesar de yacer en la tierra, tú puedes notar esa fuerza que se desprende de tu interior.
Las casualidades no existen. Estás convencido de ello aunque no piensas.
Simplemente estás.
Acompañando a la naturaleza que te acuna.
Un ser de luz sin expectativas ni miedos.
Observando las hojas que bailan a tu alrededor.
Solo estás tú.
Respira profundamente una vez.
Disfruta de cada instante de tu existencia.
No olvides que eres un ser mágico. Una criatura del bosque en unión con el resto de vida del universo.
Cuando estés preparada abre los ojos.
Y recuerda: La fuerza está en ti


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Un rayo de sol

Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Relaja cada parte de tu cuerpo que sientas en tensión.
Ahora dirige tu mente y tus recuerdos a ese lugar cálido y seguro que dormita en ti.
Todos tenemos ese espacio mágico al que hemos acudido en más de una ocasión. Un sitio alejado de tiempos, de espacios y de obligaciones.
Puede ser el pueblo al que ibas de pequeño, o el parque al que te gustaba ir a pasear… quizás sea “tan solo” el dormitorio en el que creciste. Sea como sea, haz todo lo posible para recordar aquel instante en que todo se detenía.
Cuando lo hayas hecho y tu cuerpo y tu mente crean que estás disfrutando de nuevo de esas sensaciones, respira profundamente una vez.
Tu cuerpo está cada vez más y más y relajado.
Tu cabeza está rodeada de todas aquellas cosas familiares que tanto te gustaban y te gustan.
Te sientes relajada y llena de vitalidad.
Nada existe. Todo está por descubrir.
Un suspiro cercano te saca de tu ensoñación… o eso piensas.
Sin embargo sigues en ella.
Una de las personas o animales con quien tanto jugabas hace años está cerca de ti.
No lo miras, pero sabes y sientes que está allí. Como siempre estaba.
Disfruta del momento y escucha.
Un agradable viento te mece.
Rayos de sol calientan tu cara y te hacen estremecerte.
Estás dentro del sueño y sin embargo parece real.
Todo parece estático. Sin tiempo. Sin espacio. Sin pensamientos.
Un vacío apetecible invade entonces tu cuerpo.
Ya no eres tú mismo. Te has transformado en ese rayo de sol que atravesaba el camino, la ladera o tu ventana.
Vives cerca de las nubes y sin embargo apenas las rozas.
Eres etéreo.
Un soplo de aire cálido que no busca, ni encuentra, ni se siente cansado o perdido.
Simplemente estás.
Cerca del camino al que tanto ibas. Pegado a la cama en la que tanto soñaste.
Nada permanece. Tu forma de rayo de sol tampoco.
Poco a poco te vas desvaneciendo en la nada.
Sin embargo te sientes más viva que nunca.
Más segura que en ningún momento de tu vida.
Este es el momento y lo sabes.
No hay dudas. No hay miedos. No hay esperas.
Tan solo hechos.
Estás aquí y ahora.
Respira profundamente una vez.
Vive.
Ahora.
Abre los ojos.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Por qué creer en positivo (6 años escribiendo)



Hace ahora casi seis años que comencé este blog de Creer en Positivo.

Cuando le puse el nombre busqué las palabras que más se adecuaban a la intención que tenía para escribir en él. Como con todo, poco a poco las propias letras han ido tomando forma ellas solas y muchas veces yo solo soy una mera espectadora de las palabras que se plasman aquí.

Pensar en positivo es una acción voluntaria, racional y que depende de nosotros.

Sin embargo, las palabras “pensar en positivo” me parecían huecas y utilizadas en multitud de ocasiones, como un consejo o una letanía sin sentido.

Afirmaciones como: “Piensa en positivo” o “Deja tu mente en blanco” no me ayudaban a ser más positiva o a meditar. Al contrario… Me alejaban cada vez más del objetivo, puesto que no sabía cómo hacerlo. La orden “Piensa en positivo”, no me servía cuando estaba en mi mundo cerrado y opaco. Salir de él, era un deseo y una necesidad que todos tenemos. Querer estar bien psicológicamente es el inicio del camino, pero hay un largo trecho hacía la ansiada mente sana. Y es un camino que requiere voluntad y consciencia. Nada va a cambiar tu vida desde fuera. Somos cada uno de nosotros los responsables de esos cambios tan anhelados. Eso sí, muchas veces con ayuda y sobre todo aprendiendo las aptitudes, conocimientos y  habilidades para ello.

Cuando de adolescente comencé a intentar meditar me decían: “Deja tu mente en blanco”. Así de sencillo… “Deja tu mente en blanco”… Nunca podía hacer eso que parecía tan fácil. Mi cabeza no paraba de pensar y de darle vueltas a ese deseo… “Tengo que dejar la mente en blanco”. Mi mente lejos de acatar la sencilla orden, caminaba aun más deprisa y sin control. Y encima la ansiedad de no conseguirlo era cada vez mayor… Creí entonces que no estaba hecha para meditar… por lo menos de esa manera… A pesar de todo seguí intentándolo… Hasta que un día me di cuenta… Había meditado muchas veces sin ser consciente de ello. Había perdido mi mente en el vacio del cielo o de un mar profundo, y en esos minutos había sido la persona más feliz del mundo. No necesitaba dejar mi mente en blanco para meditar. No necesitaba estar sentada en una posición determinada ni con un ambiente silencioso y oscuro… meditar no era aquello en que insistía con determinación… meditar no es algo fuera de nosotros, ni una imposición. Es algo connatural a nuestra mente. Y muchos de nosotros lo hacíamos a menudo siendo niños.

Volviendo al tema del blog, decidí escoger la palabra creer y no pensar, porque una creencia es más profunda que un pensamiento. Cuando una creencia se instala en nosotros desde dentro y no desde fuera se convierte en parte de nuestra vida. Gracias a la experiencia vamos formando nuestras creencias y vamos modificándolas con el paso de los años. No son estáticas aunque lo parezcan. Y por supuesto, no pertenecen al campo de la religión únicamente.

En 2008 comencé a escribir en Creer en Positivo, con las mismas ganas que aún tengo. Ha pasado el tiempo y las experiencias han llenado mi vida y la de muchos de nosotros.

Cree en positivo cada día y cada noche. Sé el motor del cambio, el inicio del camino… nunca es tarde para comenzar a cambiar o emprender un proyecto. Déjate mimar por las “casualidades” y sobre todo sonríe, canta, baila y sigue soñando.

¡Cree en positivo!

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Coherencia

Un amanecer cualquiera Coherencia se despertó de un profundo sueño.
Cuando abrió los ojos se sintió perdida. Se encontraba flotando en medio de ninguna parte.
Sus cabellos caían hacía un acantilado de miedos y desesperanzas.
No comprendió entonces que todo aquello que la rodeaba era producto de su fértil imaginación.
Una multitud de seres de todas las edades gritaban desesperadas al otro lado del sueño.
Pedían a Coherencia que volviera de su mundo. Que se instalara de nuevo en sus vidas.
Sin embargo, nuestra protagonista, ajena a todo dolor y a toda incertidumbre, seguía levitando en un mar de estrellas rotas.
Sin parpadear pudo llegar a una conclusión… Sus acciones ya no eran suyas. Alguien le había robado los sueños y la esperanza.
Como un gato se coló disimuladamente por la puerta entreabierta.
Allí estaban aquellas personas… Tristes y desahuciadas… Ya no tenían más que perder… Tan solo sus propias vidas.
Muchos ofrecieron sus conocimientos para hacer de Coherencia uno más. Para que regresara del sueño de la locura en el que la habían colocado unos pocos.
Coherencia poco a poco, fue restableciendo su imagen. Supo quién era y quién había sido.
Se conmovió al escuchar miles de historias de personas normales que seguían adelante a pesar de todo.
Se convenció a sí misma de que aquello no volvería a pasar.
Nadie más volvería a secuestrarla para hacerla suya.
Coherencia era de todos y cada uno de los seres que habitaban aquel planeta lleno de ilusiones, de ímpetu y ganas de vivir.
Si alguna vez faltó a su palabra, no fue por su causa directa sino por cómo la habían utilizado.
Ella sabía que si volvía a gobernar en un mundo sin gobernantes, pronto todo volvería a la igualdad y a la lógica que tanto anhelaba.
Coherencia conocía la estrategia. Todo tenía un equilibrio natural. Y sin ella en el mundo, esa estabilidad se había desviado hacía un lado.
Siempre había aprovechados que cogían su nombre e incluso su estilo, y decían que actuaban por vía de la Coherencia divina. Y claro… ellos tenían el poder… Y no Coherencia.
Pero todo aquello se terminó. Coherencia está despierta y más viva que nunca.
Sus deseos de vida y de bienestar se están alineando de nuevo.
El equilibrio regresa y poco a poco será como si nunca se hubiera ido.
No hay nada que escape del poder de Coherencia.
Así que si esta mañana o esta tarde ves andando por ahí a alguien disfrazado de nuestra protagonista, ten claro que no es ella y que pase lo que pase, su mirada y su lógica sobresaldrá por encima de todo.

Coherencia ha vuelto.