miércoles, 29 de junio de 2011

Mens sana in corpore sano

Tenemos un cuerpo. Solo uno.

Y aún así, nos encargamos de “castigarlo” todos los días.

En nuestras tareas pendientes, suelen estar: ir al gimnasio, andar más, comer menos y mejor, dejar de fumar y de beber…

Las apuntamos en una hoja para el nuevo año, o como deseos antes del verano:

- ¡Ya toca! Que hay que lucir bañador.

Pero claro, llegan las vacaciones, algunas fiestas y dejamos de lado todas esas ideas que teníamos para sentirnos mejor con nuestro único cuerpo.

¿Has pensado, por qué los niños juegan y nadan en el agua, mientras que los mayores permanecen tumbados, sin moverse apenas?

Nuestro cuerpo siempre necesita el movimiento. Los niños se dejan guiar por él: si les apetece saltar, lo hacen. Si quieren correr, corren.

Imagina que tienes solo un traje que ponerte ¿Verdad que lo cuidarías bien e intentarías que no se rompiera o se manchara?

- Claro – Dirás – Pero no es lo mismo.

Y es verdad. No es igual. Un traje, podrías incluso, coserte tú uno parecido. Pero un cuerpo…

Van pasando lo años, y tu cuerpo está cada vez menos sano y más cansado:

- Es que ya soy mayor – Justifica tu mente, que ha sobrevivido con tu cuerpo – Si fuera un joven, comenzaría a ir a natación, o comería mejor… Pero ya… No puedo.

Observa como han sido tus últimos años.

¿Tu mente ha estado feliz y sana? ¿O tu estado físico, te ha hecho sentirte en más de una ocasión triste, enfadado o culpable?

Tu mente también necesita que tu cuerpo esté sano. Ambos se complementan y se convierten en uno solo.

Mens sana in corpore sano”. Así es.

Cualquier momento es bueno, para comenzar con el cambio, que tiene que nacer de dentro de ti misma.

Primero, cambia tu mente y tus prioridades, para luego comenzar con el cambio a nivel físico.

Si empiezas a hacer deporte, por ejemplo, sin ganas o desmotivado, en algún momento dejarás de hacerlo.

Pero si primero haces que el deporte forme parte de ti, de tu vida (por ejemplo, viendo más deporte en la televisión o en los estadios, saliendo de excursión tranquila…), poco a poco, podrás integrarlo a nivel físico casi sin esfuerzo.

Las visualizaciones y afirmaciones positivas, pueden ayudarte a comenzar con el cambio interno.

Todo se logra con paciencia y constancia. Y si en algún momento lo dejas, no te obsesiones y comienza de nuevo sin remordimientos.

Cree en ello.

Ya has comenzado el cambio.

miércoles, 22 de junio de 2011

Meditación en tu interior

Cierra los ojos, y respira profundamente tres veces.

Imagina que estás caminando por la calle con prisa, porque piensas que llegas tarde.

Sin embargo, tus pasos son cada vez más pesados y no puedes deshacerte de esa sensación.
Llegas a una plaza muy amplia. Te sorprendes que no haya nadie en ella. Todo el mundo la rodea, sin pasar por medio.



Respira profundamente una vez.

De repente, te sientes ligera.



Observa mejor la escena y mira como en la plaza, comienzan a crecer plantas de vivos colores. Grandes árboles verdes y flores de colores llamativos.

Céntrate en una de las plantas que crece a un ritmo desorbitado.

Lo que tarda en crecer semanas, ha crecido en cuestión de segundos y tú te quedas absorto mirando.



Has olvidado que ibas a alguna parte. Ya nada te importa.

Ahora delante de ti, donde antes había una plaza, hay una gran selva de colores.

Decides entrar dentro.



Atraviesa las primeras hojas que te tapan el paso. Apenas te cuesta trabajo.

Respira y mira hacía arriba.

Por encima de tu cabeza tan solo hay plantas y flores, que te calman y te relajan.

Acércate a una placa, que hay en el centro de lo que antes era la plaza y lee:

“Selva de la limpieza interior”.



Sonríes.


Sientes que has llegado a donde ibas.



Nada te perturba. Eres feliz. Estás feliz.

Te sientas en la tierra y cierras los ojos.



Poco a poco, sientes como te fundes con las plantas de tu alrededor.

Ya formas parte de la selva.

Siente la comodidad y la tranquilidad del momento.

Sigue en tu selva interior sin miedo.



Todo está bien.


Todo va a salir bien.


Abre los ojos.

miércoles, 15 de junio de 2011

Cómo aprender de la experiencia


Se dice que el ser humano es el único animal, que tropieza en la misma piedra dos veces.

A veces, parece que  no escarmentamos y a pesar de superar duros reveses en nuestra vida, volvemos a cometer los mismos fallos que nos llevaron a esa situación difícil.

Todo acontecimiento que vivimos, suele tener un por qué y una causa que lo precede.
Si por ejemplo, fumamos mucho y a menudo nos resfriamos y nos duele la garganta, una de las causas de esas dolencias, es nuestro hábito de fumar.

A pesar, de que las consecuencias de nuestros actos y pensamientos son claras, no solemos achacar las enfermedades, accidentes o situaciones difíciles, a ellas. Al contrario, pensamos que la causa de nuestras malas experiencias, se deben a algo externo a nosotros, o a que algo o alguien nos quieren hacer la vida imposible.

Esta actitud, lejos de beneficiarnos, acentúan los problemas que ya tenemos.

Somos capaces de aprender de la experiencia y no volver a caer en los mismos “errores”. Pero, ¿Cómo?

En primer lugar, tenemos que aceptar los cambios que se han producido. Esto, puede llevar tiempo, si el cambio ha sido muy impactante (por ejemplo, sufrir un accidente de tráfico que nos deje secuelas importantes), pero es clave para comenzar a aprender de esa experiencia.

En segundo lugar, ser conscientes de todo lo ocurrido. Analizar las causas, tanto externas como internas, que nos han llevado a esa situación, para saber si hay algo que nosotros podemos hacer para que no vuelva a producirse ese hecho difícil. Como se dice: mirarnos el ombligo y hallar, si la hay, la responsabilidad de nuestros actos, pensamientos, hábitos o forma de ser.

En tercer lugar, aprender a perdonar. Tanto a las causas externas de esa mala experiencia, como a nosotros mismos. El perdón, te hará mucho más feliz y te llenará de energía y ganas de vivir.
No hay culpables. Ya pasó lo peor, y no perdonar ni perdonarnos, nos hace solo daño a nosotros.

Y en cuarto lugar, poner los medios necesarios a nuestro alcance, para no volver a pasar por una situación similar.
Por lo tanto, comenzar a cambiar esos hábitos que nos hacen mal, dejar de tener pensamientos derrotistas y vengativos (que nos hacen enfermar) y actuar para que esos cambios sean reales y efectivos.

Así, volviendo al ejemplo de una persona que fuma mucho, que sufre una grave lesión en la garganta, tendría que pasar por los siguientes pasos:

1. Aceptar que está enfermo y adaptarse a tomar medicinas o cuidar su salud.
2. Analizar por qué ha pasado aquello, tanto a nivel externo (pasó frío las noches anteriores, mucho estrés en el trabajo…); como interno (falta de sueño, fumar…).
3. Analizadas las causas, intentar no sentirse culpable por lo pasado: “Si no hubiera fumado tanto”, “Si le hubiera hecho caso a mi hijo”, “Si mi jefe no me hubiera mandado tanto trabajo”. Y perdonar y perdonarse sin rencor.
4. Cambiar ese estilo de vida que le ha hecho enfermar: dejar el tabaco (poco a poco), y cuidar más del cuerpo y la mente, dedicándose momentos de relajación y desconexión.

Resumiendo, para aprender de la experiencia tendremos que: Aceptarla, Analizar las causas, Perdonar y Cambiar, para no volver a tropezar en la misma piedra en un futuro.

Si lo conseguimos, podremos avanzar en nuestra vida, y ser personas más felices (e incluso con menos problemas cada vez).

Te animo a intentarlo.

¡Aprende  de la experiencia!

miércoles, 8 de junio de 2011

Sin miedo al paso del tiempo

Cuando era pequeña y hasta no hace muchos años, mi mente avanzaba sola en el tiempo y me llenaba de angustia.

Veía como mis padres se hacían mayores, como mis abuelos desaparecían y como yo misma, dejaba de ser una niña.


Cuando era más chica, no comprendía bien el tiempo.

Para mí, alguien de mi edad actual, era una persona muy mayor y muy lejos de mi grupo de iguales y de mí.


No sé si fue repentinamente, pero recuerdo que un día creí comprender el avance del tiempo.

Las personas a las que yo quería, las cosas que me gustaba hacer, dejarían de existir… hasta yo misma, desaparecería.

Aquella imagen, me ponía nerviosa y triste. No estar más con mi familia, no poder merendar más tardes, sentada delante del televisor y comiendo un yogur… me desanimaba.

El paso del tiempo, conllevaría todo eso y yo no deseaba que aquello pasara.

Estas sensaciones, entonces negativas, me ayudaron más tarde a disfrutar del día a día, y a compartir conscientemente momentos irrepetibles.

Sin olvidar lo efímero de todo y de todos.

Hoy es un día maravilloso y perfecto.

Sé que no volverá, pero ya no me produce la angustia de cuando era niña.

¿Cómo conseguir tal cosa?

Pues aceptando, que somos una gota en un mar inmenso, que el tiempo es relativo según quién lo mida y que avanza sin parar.

Hoy estamos aquí, y somos afortunados.

Dentro de varios miles de días, ya no estaremos ninguno de los que leemos esto, y ya nada importará.

Hoy solo importa el momento. Este día. Esta noche. Cómo estás ahora y quién eres.


Deja de esforzarte porque todo salga como tú quieres.

A veces, es mejor dejar que nos mezan las olas del mar. Sin miedos. Sin preocupaciones. Sin sentirnos nerviosos.

Hoy es el día perfecto para cualquier cosa que te propongas.

Cierra los ojos.

Respira profundamente una vez.

Abre los ojos y di en voz alta:

“Hoy es mi día. Todo estará bien. Todo va a salir bien. Soy una persona feliz”.


Después, deja de pensar en tus preocupaciones y repite esa frase a lo largo del día.

Cuando llegue la noche, también será especial.


¡Sigue sonriendo!

El tiempo no existe.

miércoles, 1 de junio de 2011

Como ser paciente


Según el Diccionario de la Lengua española, la palabra Paciencia, tiene varias acepciones. Algunas de ellas son:


- La capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse.


- La capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas.


- La facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.


- La lentitud para hacer algo.


- La tolerancia o consentimiento en mengua del honor.


Es decir, que una persona paciente sería aquella, que no se altera, que realiza las tareas con lentitud y minuciosamente, que espera lo que haga falta para conseguir aquello que busca o desea, y aquella persona tolerante ante cualquier circunstancia, tanto con los demás como con ella misma.

Pero… ¿cómo conseguir que todo esto, sea real en nosotros?

Somos muchos los que deseamos tener esa paciencia, en muchas circunstancias de nuestra vida. Y más de una vez, nos cuesta mantener esa calma y tranquilidad, y reaccionamos sin pensar.

Se dice que la “paciencia tiene un límite” o que “gota a gota se colmó el vaso”, como expresiones populares, para decir que ya no podemos esperar más, o que ya no aguantamos por más tiempo, una situación o persona determinada.

Focalizamos la paciencia fuera de nosotros mismos, como si realmente existiera un vaso de la paciencia vacío que poco a poco, se va llenando hasta que se desborda y explotamos. En ese momento, dejamos de ser tranquilos, minuciosos e incluso tolerantes, y solemos reaccionar de modo agresivo (“Tú te lo has buscado”), o pasivo (“¿Por qué a mí?”).

A veces, observamos personas que no se alteran con nada. Y cualquier cosa que hacen, la realizan con parsimonia y sosiego. Y nunca “pierden” la paciencia…

¿Cómo podemos ser como ellos?

Las claves para seguir siendo y teniendo paciencia son:

1. Responsabilízate de tus actos y no focalices fuera de ti, lo que te ocurre. Lo que piensas y lo que te dices, tiene poder. “Echar la culpa” a los otros o a las circunstancias, de tu poca paciencia, no hará que ésta aumente.

2. Acepta que todo no depende de ti. Hay circunstancias, en las que ni tú ni los demás o lo que te rodea, son los “culpables” de tu situación. Acepta este hecho, e intenta no querer controlarlo todo.

3. Realiza las tareas, siendo consciente de lo que estás haciendo en ese momento. Vive en el ahora, mientras trabajas o soportas alguna situación que te inquieta.

4. No te olvides de respirar conscientemente.

5. Di alguna frase o afirmación positiva que te motive (“Vamos, tú puedes”, “Ya queda poco”, “Sé que lo conseguiré”).


Y por último, ten paciencia para conseguir ser y tener paciencia…

Poco a poco, la paciencia terminará formando parte de ti.

Todo pasará como tú deseas.

Cree en ello.

Ten paciencia.