Y aún así, nos encargamos de “castigarlo” todos los días.
En nuestras tareas pendientes, suelen estar: ir al gimnasio, andar más, comer menos y mejor, dejar de fumar y de beber…
Las apuntamos en una hoja para el nuevo año, o como deseos antes del verano:
- ¡Ya toca! Que hay que lucir bañador.
Pero claro, llegan las vacaciones, algunas fiestas y dejamos de lado todas esas ideas que teníamos para sentirnos mejor con nuestro único cuerpo.
¿Has pensado, por qué los niños juegan y nadan en el agua, mientras que los mayores permanecen tumbados, sin moverse apenas?
Nuestro cuerpo siempre necesita el movimiento. Los niños se dejan guiar por él: si les apetece saltar, lo hacen. Si quieren correr, corren.
Imagina que tienes solo un traje que ponerte ¿Verdad que lo cuidarías bien e intentarías que no se rompiera o se manchara?
- Claro – Dirás – Pero no es lo mismo.
Y es verdad. No es igual. Un traje, podrías incluso, coserte tú uno parecido. Pero un cuerpo…
Van pasando lo años, y tu cuerpo está cada vez menos sano y más cansado:
- Es que ya soy mayor – Justifica tu mente, que ha sobrevivido con tu cuerpo – Si fuera un joven, comenzaría a ir a natación, o comería mejor… Pero ya… No puedo.
Observa como han sido tus últimos años.
¿Tu mente ha estado feliz y sana? ¿O tu estado físico, te ha hecho sentirte en más de una ocasión triste, enfadado o culpable?
Tu mente también necesita que tu cuerpo esté sano. Ambos se complementan y se convierten en uno solo.
“Mens sana in corpore sano”. Así es.
Cualquier momento es bueno, para comenzar con el cambio, que tiene que nacer de dentro de ti misma.
Primero, cambia tu mente y tus prioridades, para luego comenzar con el cambio a nivel físico.
Si empiezas a hacer deporte, por ejemplo, sin ganas o desmotivado, en algún momento dejarás de hacerlo.
Pero si primero haces que el deporte forme parte de ti, de tu vida (por ejemplo, viendo más deporte en la televisión o en los estadios, saliendo de excursión tranquila…), poco a poco, podrás integrarlo a nivel físico casi sin esfuerzo.
Las visualizaciones y afirmaciones positivas, pueden ayudarte a comenzar con el cambio interno.
Todo se logra con paciencia y constancia. Y si en algún momento lo dejas, no te obsesiones y comienza de nuevo sin remordimientos.
Cree en ello.
Ya has comenzado el cambio.