Somos muchos, los que hemos aprendido a convivir con las
limitaciones o con el dolor, desde hace muchos años. Y no somos diferentes de aquellos que no tienen ningún malestar objetivo. Simplemente hemos aprendido a
adaptarnos y a vivir con lo que tenemos.
A veces observo a personas que pasan de los cuarenta, los
cincuenta o los sesenta años y que no se ven como antes… y se quejan, y creen
que están y son “viejos”. Y los entiendo…
Adaptarnos a las circunstancias y a los cambios, es un
proceso que hay que recorrer. No llega de la noche a la mañana, sino que
requiere tiempo y esfuerzo de nuestra parte.
Hay personas como Janire que están esperando un trasplante para vivir, y que sin embargo viven cada
momento con fuerza e intensidad.
Otros, como itochi,
han pasado por un coma y han sido capaces de rehacer sus vidas a la nueva
situación.
Y otros, tienen que convivir con un intruso, como mi amiga Cassiopeia lo llama, y enfrentarse a uno o varios tumores a cada
instante del día.
Algunos, como las personas del grupo Vivir con Artritis,
hemos sido niños con alguna enfermedad o con limitaciones desde pequeños, y a
pesar de los dolores crónicos, siguen levantándose cada mañana con las pilas
puestas y llamando a su enfermedad compañera de viaje, en vez de luchar en
contra de ella.
Sé que hay miles de “problemas” y que cada uno, tiene una
visión de lo que le pasa. Seguramente, para alguien que nunca tuvo que estar
pendiente de la falta de movilidad de sus piernas, si tiene un accidente y ha
de caminar con muletas durante meses, será un problema muy grande y mala suerte…
tal vez viva enfadado y sin ganas, y es posible que se pregunte todos los días “¿Por
qué a mí?”…
Pero quizá no.
Vamos a seguir aprendiendo a vivir riéndonos cada día.
Cada día es único y especial.
Observa a tú alrededor y mira la cantidad de cosas que te
rodean, que te hacen feliz. Céntrate en ellas.
Disfruta de tu vida, disfruta de lo que tienes y de lo que
haces. Sal a pasear lentamente, respira profundo, juega con las hojas…
Aquí y ahora, todo es perfecto.
Hoy, antes de irte de casa, mírate en un espejo, sonríe y repite
en voz alta: “Hoy es un día maravilloso y único”.
Cuando te mires en el espejo, afirma con la cabeza mientras
te dices: “Todo va a salir bien. Todo está saliendo bien”.
Recuerda: puedes superar cualquier cosa. Créelo.