miércoles, 16 de abril de 2014

Inteligencia emocional

No importa lo listo que seas en tu área de trabajo o en tus quehaceres diarios. Quizás seas una persona con un alto cociente intelectual y a pesar de todo, tus relaciones y tu forma de actuar con otros, no es la más acertada.
Cuando vemos personas que son inteligentes, o que por su puesto suponemos que han de tener una inteligencia media-alta, actuando en contra de las personas que las rodean, podemos imaginar que están haciendo lo correcto y que actúan en función de los análisis intelectuales que han realizado.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser una norma. Que alguien tenga un cociente de inteligencia alto no significa que sea también inteligente emocionalmente.
Tener inteligencia emocional es tener sentido común a la hora de relacionarnos y empatía. Es decir, saber ponernos en el lugar de los otros y comprender sus situaciones y actuar en consecuencia.
Por ejemplo, algunos dirigentes de gobiernos que hacen leyes que limitan los derechos de la mayoría, sin tener en cuenta las consecuencias de pobreza o malas condiciones a la hora de vivir de estas personas, no poseen empatía por esos individuos. Seguramente se protejan de sus actos alegando que es lo que tenían que hacer por cualquier motivo no relacionado con la realidad de las personas a las que afectan el recorte de derechos.
Lo mismo puede ocurrir en una familia o en un lugar de trabajo. El cabeza de familia o el jefe de la organización, aunque quizás sean personas inteligentes a nivel intelectual y han sabido llevar la administración de sus casas o empresas, es posible que a hora de relacionarse con sus hijos o con sus trabajadores, no actúen de forma inteligente.
Ser empático y asertivo con las personas que te rodean, al igual que otras habilidades sociales, se puede aprender.
Aprender a expresar nuestros sentimientos en el momento adecuado, si herir a los que tienes delante, también es una habilidad importante con la que podrás hacer que tu entorno familiar o de trabajo, sea mucho más fluido y cómodo.
Ser un buen líder a nivel emocional, es igual de importante (o más), que ser un buen administrativo.
La claridad de nuestros deseos cuando nos relacionamos con otras personas, nos puede ayudar a que nuestras relaciones sean mejores. Expresar tus deseos y emociones, y defender tus derechos de modo no agresivo ni pasivo, hará que las personas de tu entorno confíen más en ti y te valoren a todos los niveles de tu vida (no solo el intelectual).
Merece la pena aprender a relacionarnos emocionalmente. Muchos conflictos podrían minimizarse en incluso desaparecer si así lo hacemos.
Te animo a que te observes. Quizás no eres consciente de tu falta de inteligencia emocional y actúas sin conocer esa parte que te falta en tu vida. O tal vez si lo sepas, y conozcas que es difícil para ti, expresar tus sentimientos de modo asertivo, escuchando activamente al que tienes delante. Sea como sea, si detectas que tus habilidades emocionales y sociales, son pocas o casi nulas, da un paso y comprométete a aprender a actuar de forma emocional.
Saldrás beneficiado de esa decisión. Al igual que las personas que te rodean.
Anímate.
Aprende inteligencia emocional.



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