Soñamos
cada noche. Se puede decir que, como decía Calderón de la Barca, “la vida es sueño”.
Existen
multitud de tipos de sueños y somos muchos los que recordamos los sueños casi
todos los días al despertarnos.
Sin
embargo y como he señalado otras veces, les prestamos muy poca atención.
Cuando
estamos soñando creemos que lo que estamos viviendo está pasando realmente. No
tenemos consciencia de que estamos dormidos y todo lo que nos pasa lo vivimos
con la misma o más inquietud e ímpetu que cuando estamos despiertos.
De
hecho, hay personas que hablan o incluso
llegan a levantarse aunque estén dormidos.
A
pesar de todo y de formar parte de nuestra vida, apenas pasamos por ellos de
puntillas.
En
muchas ocasiones los sueños nos ofrecen placer, en otras tal vez nos avisen de
nuestras preocupaciones. Lo que sentimos al despertar puede hacer de nuestra
jornada un campo de batalla o un mar en calma.
Vivimos
con los sueños e interactuamos y creamos con ellos.
La
magia del durmiente, la inspiración perdida, la sintonía con nuestros deseos,
se hallan a veces encerradas en una caja fuerte y no somos capaces de recordar
nada de lo que vivimos cuando descansamos.
Dormir
nos sana. Nos quita los dolores y también nos llena la energía que perdemos durante
el día.
Soñar
nos hace estar más alertas. Nos enseña a vivir fuera de lo que conocemos como
realidad.
Tú
también sueñas aunque no recuerdes lo soñado.
Tú
también aprendes mientras duermes, aunque no haya en tu memoria ni un atisbo de
esas experiencias oníricas.
¿No
crees que sería estupendo poder vivir con todas esas situaciones, vivencias y
sensaciones nocturnas?
Tu
mente es maleable.
Estoy
casi segura de que has comprobado en alguna ocasión lo obediente que es.
La
falta de ganas, la pereza o la poca motivación, hacen que nos quedemos en la
superficie de los sueños o de lo no recordado.
Haz
la prueba esta semana.
Obliga
a tu mente a recordar.
Di
durante el día afirmaciones como: “Esta
noche soñaré como todas las noches y recordaré mis sueños”.
Repítelas
cada vez que te acuerdes.
Haz
que tu mente se centre en los misterios oníricos.
Poco
a poco te asombrarás de la cantidad de sueños que tienes.
Y
al recordarlos, serás cada vez más consciente de tu “realidad”.
Atrévete.
Sumérgete en tus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario