Cambiamos
nuestra realidad, en función de lo que creemos o pensamos.
Si
tus pensamientos están cerrados a una pequeña parte de la realidad, tu mundo
será igual de pequeño. Pero si comprendes el poder de lo que aparece en tu
mente e intentas conocer de todo un poco, comprenderás cada día más cosas que
antes parecían no existir.
Imagino
que alguna vez te habrá pasado, que has pensado en una persona y en ese momento
has recibido un mensaje de ella, te ha llamado por teléfono o te la has
encontrado al doblar la esquina. Son cosas “curiosas”, que muchos llaman casualidades.
La
casualidad escapa de nuestro control y de nuestras expectativas, ya que
responden al mero azar, y sin embargo, esos hechos “casuales”, aparecen en
nuestro día a día, a veces con una frecuencia inusual, modificando nuestras
creencias o haciéndonos elegir un camino y no otro.
Sin
embargo y a pesar de todo, muchos se dejan llevar por la creencia de la
casualidad para explicar fenómenos que no podemos comprender, sin saber que
todos esos acontecimientos casuales, se forman dentro de su propia mente.
Si…
Ya sé que parece ciencia ficción. Que manipular el ambiente a través de
nuestros pensamientos o visualizaciones, está muy lejos de nuestro alcance en
estos momentos de la historia…
Hoy
te propongo que hagas un experimento (o más de uno). Seamos esta semana científicos
“locos” y hagamos que nuestros deseos, pensamientos y visualizaciones, se
cumplan al terminar estos siete días.
Para
ello y lo más importante, es no tener expectativa ninguna al respecto. Realizar
el experimento con la mente abierta y sin ideas preconcebidas de lo que va a
ocurrir.
Una
vez, dispuestos a comenzar, cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Relaja
tu cuerpo y tu mente, y disfruta de las sensaciones que la relajación te
ofrece.
Para
visualizar aquello que quieres imaginar, tienes que creer que esa cosa, persona
o paisaje, está enfrente de ti. Comienza con algo simple. Por ejemplo, sugestiónate
hasta tal punto, que veas con tus ojos cerrados, esa vela encendida que tanto
te tranquiliza, aunque no haya ninguna vela en la habitación.
Dedica
el tiempo que sea necesario para que realmente sientas incluso el olor del humo
de la vela encendida.
Cuando
lo hayas hecho, podrás visualizar cualquier cosa que desees y eso estará en tu
realidad, aunque no exista en tu presente ni cuando abras los ojos.
Puede
que llegar a visualizar con tanto detalle, te lleve un tiempo. Hazlo con
paciencia. No tengas prisa. Es la parte más importante del experimento.
Cuando
por fin seas capaz de visualizar esa vela como si estuvieras con ella, ve un
paso más allá.
Por
ejemplo, visualiza a esa persona con la que quieres hablar o saber de ella. Siente
que está justo delante de ti, sonriéndote. Cuando lo hayas hecho, pídele que
quieres verla o escucharla pronto, que la echas de menos. Repite la visualización
dos o tres veces al día, cuando estés en silencio y tranquilo.
En
vez de una persona, puedes hacer lo mismo, pero imaginando que está delante de
ti, eso que tanto deseas desde hace tiempo. Puede ser un postre que te apetezca
mucho o un paisaje que deseas ver de cerca.
Cuando
no estés visualizando, abre muy bien los ojos a tus días y a tus noches. Presta
mucha atención por ejemplo, a lo que ves en la televisión ya que puede salir
ese lugar en el que quieres estar o intenta recordar tus sueños de la noche,
quizás en ellos se esconde esa visualización que tanto has imaginado.
Recuerda
que lo importante es que estés muy tranquilo, sin ideas preconcebidas y que
seas paciente.
Tu
mundo está en tus ojos. Ábrelos bien y disfruta de tus sueños.
Sigue
experimentando.
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