Imágenes
impactantes nos han erizado la piel y nos han hecho llorar en más de una ocasión
mientras mirábamos las noticias en la televisión.
Los
refugiados y las refugiadas caminan solamente con la ilusión y la esperanza de
poder sobrevivir y también vivir en nuevos lugares del mundo.

Somos
capaces de ponernos en la piel de aquellos que hoy caminan y corren hacia la
vida, huyendo de una muerte casi segura.
Muchas
y muchos de nosotros, tenemos familia que huyeron de la barbarie. De la guerra,
del hambre, de la enfermedad… y consiguieron sobrevivir a unas circunstancias
nefastas.
Hoy,
día de regreso de este blog de pensamientos positivos, relajaciones e ideas
para vivir de forma más saludable y feliz, no podía dejar de pensar en ellas. En
aquellas personas que siguen caminando sin nada en sus manos, y que necesitan
más que nunca que el resto de la humanidad sepamos ponernos en su lugar y les
apoyemos de un modo u otro.
Debido
a mis circunstancias personales (muy parecidas actualmente a las de muchos
otros en España), no tengo posibilidades económicas ni materiales para ayudar a
aquellos que hemos llamado “refugiados”, pero sí tengo la posibilidad de unirme
a millones de voces en todo el mundo, para que sigamos (o volvamos) a ser
humanos.
Mi
voz es pequeña en las redes, pero sé que muchos y muchas me leéis cada semana
con la ilusión de encontrar una luz en el camino. Una luz que están buscando
tantas y tantas personas ahora mismo.
Por
eso, seas un particular, una empresaria, un gobierno o una macro nacional, y si
tienes recursos para ello, te animo desde este rincón a ponerte en la piel de
los que buscan ayuda y un techo para vivir.
Levanta
la vista y observa.
Tú
puedes hacerlo posible.
Como
siempre, juntos podemos.
Ofrezcámosles
la llave de la vida.
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