miércoles, 28 de julio de 2010

¡Sí! ¡Puedo!

Túmbate en tu cama, en el suelo, o en el sitio que sea más cómodo para ti.

Separa un poco las piernas y los brazos del cuerpo.

Abre un poco tu boca.

Ahora cierra los ojos.

Respira profundamente una vez.


Con los ojos cerrados y en esa posición cómoda, observa tu cuerpo.

Localiza todos los puntos que aún están en tensión.

Observa también tu mente, y los pensamientos que tienes.

No hagas nada. Tan sólo siéntelos


Ahora, imagínate que tu cuerpo se ha convertido en un dibujo hecho a lápiz.

Tus zonas más tensas o doloridas, están de color rojo, al igual que tus pensamientos, que ahora los ves como si de un cómic se tratara.


Visualiza una goma de borrar algo grande.


En su superficie está escrito: ¡Sí! ¡Puedo!

Desea que la goma de borrar se mueva.

Te das cuenta, de que tú controlas sus movimientos.


La goma borra entonces, las partes de en rojo de tu cuerpo, incluidos los pensamientos y las preocupaciones.

Mientras la goma borra, repite para ti: ¡Sí! ¡Puedo! (puedes añadir, lo que deseas que ocurra, como por ejemplo: Sí, puedo eliminar este dolor de cabeza).

Poco a poco, el dibujo a lápiz de tu cuerpo, se va quedando sin zonas en rojo.


Cuándo la goma ha terminado de borrar, los restos rojos, aún siguen cerca de tu cuerpo.

Observa ahora, como tu cuerpo, ya no es un dibujo a lápiz.

Eres tú.

Imagina que te incorporas de la cama muy despacio, y recoges todos los restos de la goma de borrar, y los tiras a la basura.


Ahora visualiza como, ya sin dolores ni preocupaciones, vuelves a tu cama.


Respira profundamente tres veces.

Abre los ojos.

miércoles, 21 de julio de 2010

Sin Manos, Sin Piernas, Sin Visión


El otro día, vi a un hombre que en vez de mano derecha, tenía un garfio.

Se puede vivir sin piernas, se puede vivir sin manos, se puede vivir sin visión…

Hay muchas personas que lo hacen. Y muchas de ellas, viven bien, y se sienten “personas normales”.

La distinción la hacemos nosotros, los demás, los que los miramos o los observamos.

Y esas diferenciaciones que hacemos, también ocurren con las personas mayores o con los niños. En realidad, con todo lo diferente a nosotros.

Hay personas de 80 que sienten igual y se sienten igual, que cuando tenían 50 años, y sin embargo el modo de tratarlos cambia.

Hay muchas personas con discapacidad, ya sea momentánea o crónica, que tienen una imagen de si mismos, que en ocasiones, no se corresponde con lo que los demás ven (o creen ver).

Cuando enfermamos, ya no somos nosotros para los demás. En el momento en que entramos en el hospital, nos despojan de todo lo que fuimos. Y el trato hacía nosotros, cambia. Y nos tratan como a niños pequeños que no saben nada…


No somos nuestros cuerpos. Somos mucho más que eso.

La calidad de vida de alguien con discapacidad física, puede ser mucho mayor, que la de alguien con un cuerpo aparentemente saludable.

Y es que lo importante está en nuestra mente: una mente sana y positiva, capaz de ver más allá de las distinciones que parecen separarnos a nivel físico.

Por mucho que cambien las circunstancias exteriores, por mucho que nuestros cuerpos sean diferentes, si nuestra mente está en calma, todo irá bien.

Todo está bien.

:-)

miércoles, 14 de julio de 2010

En Vacaciones

Se supone que los períodos sin trabajar o estudiar, son para descansar y recargar las pilas para regresar a las ocupaciones diarias con más ganas.
Pero cuando llegan las ansiadas “vacaciones”, en vez de parar o de hacer aquello que deseábamos hacer, seguimos igual, o a veces, hasta más cansados.


Nos “inventamos” otras tantas tareas para esa época, pensando que son muy importantes. Y nuestra mente tampoco descansa. Las preocupaciones no se van, los enfados con nuestros más allegados, tampoco.

Cuando estamos trabajando o estudiando, deseamos que lleguen esos días de relax. De hecho, vamos a trabajar o a clase, con esa motivación: la de que en algún momento habrá vacaciones y por fin… descansaremos.

Pero… sin saber como, los días terminan rápido y el cansancio, se multiplica.

Da igual el tiempo que estemos de vacaciones… pueden ser 7 días, 15 o un mes… siempre parecen poco. Y siempre deseamos más. Deseamos seguir de vacaciones…

Pero eso no ocurre, y volvemos a estar preocupados, cansados, tensos, porque no tenemos lo que deseamos (igual que nos ocurría cuando estábamos trabajando o estudiando).


Disfruta de tu presente. Es lo único que tienes.

Disfruta de tus vacaciones.

Esa será una buena forma de aprovechar el tiempo de descanso, y así regresar al trabajo o a los estudios, con tranquilidad y sabiendo también disfrutar de las ocupaciones del día a día, sin estrés.
¡Y sonríe!
¡Volverás a tener vacaciones!
:-)

miércoles, 7 de julio de 2010

“Relájate”


 Escucha este post, leído por Carol:


Respira profundamente tres veces.

Cierra los ojos.

Relaja todo tu cuerpo.

Túmbate en tu cama o quédate ahí mismo en la silla.

Visualiza cada parte de tu cuerpo.

Siente la zona que está tensa y relájala.

Comienza por tus pies.
Imagina tus pies.
Haz que tus pies dejen de formar parte de tu cuerpo.
Relájalos.
Ahora visualiza tus piernas.
Imagina que tus piernas, tampoco pertenecen a tu cuerpo.
Relájalas.
Poco a poco tus pies y piernas, se van relajando.

Puedes sentir un pequeño hormigueo en ellas.
Cualquier tensión que todavía quede, localízala y relájalo.

Ahora, visualiza tus manos, siente como tus manos, se van relajando.
Haz que tus manos no formen parte de tu cuerpo.

Imagina tus brazos, tus hombros, tus codos.
Cualquier tensión que tengas en esa zona, se disuelve, se relaja por completo.
Haz que tus manos y tus brazos, no formen parte de tu cuerpo.
Cada vez, están tus brazos y manos, más relajados.
Ahora tus piernas y brazos, están como si no fueran parte de tu cuerpo.

Imagínate tu espalda.
Siente todas las tensiones que acumulas ahí, y relájalas.
Poco a poco, tu espalda pierde todas las tensiones y deja de formar parte de tu cuerpo.
Ahora visualiza tus hombros, tu cuello, tu cabeza, y relájalos.
Imagina como si ya no formaran parte de tu cuerpo.

Cada vez estás más relajado.

Tus piernas, brazos, espalda, cabeza, ya no forman parte de ti.
Estar relajado es una sensación muy agradable.
El hormigueo que sentías se transforma, poco a poco, en una sensación de ligereza.

Sientes que vuelas.

Céntrate ahora en tu cara. Siente cada músculo que esté tenso.
Relaja la mandíbula.
Estás muy relajado.

Quédate en esta relajación por un rato, concentrándote en tu respiración que poco a poco se ha ido haciendo más lenta.

Cuando sientas que la relajación es completa, imagina y siente como te transformas en un globo.

Siente la ligereza y como te comienzas a elevar hacía arriba.
El globo, se mantiene atado por una cuerda, a la silla o a la cama en que estabas sentado o tumbada.

Disfruta de la sensación de estar flotando.

En un momento, todas las ventanas de la casa, de la habitación o del lugar en el que te encuentras, se abren, y una ráfaga de viento hace que te tambalees de un lado a otro, con mucha facilidad.

La cuerda se suelta, y tú como globo, te diriges a la ventana más próxima, ya que el viento te arrastra hacía ella.

Al salir por la ventana, sientes todos los olores, todas las sensaciones, todos los ruidos.

Ves todo desde lo alto de los edificios.
Cada vez te elevas más.
Cada vez más y más alto.

Hasta que dejas de ver la ciudad a tus pies.

Al llegar a una determinada altura, te quedas en el aire, flotando. Ya no subes más, ni bajas.

Mira a tu alrededor, solo hay nubes.

Todo blanco y celeste.
No hay nada más ni nadie más.

Entonces aparece ante ti, un pájaro e intenta cogerte.
Al hacerlo, hace un pequeño agujero en el globo, y entonces empiezas a descender muy lentamente.

El viento vuelve a mecerte y a llevarte donde él desea, hasta que llegas de nuevo a la ventana de la que saliste.

Algo más desinflado, llegas a la silla, al sillón o a la cama, donde estabas.
Y ya el globo desinflado totalmente, cae en ella.

Siente como tu cuerpo vuelve a estar contigo.
Muy despacio, mueve poco a poco tus pies, tus piernas, tus manos, tus brazos, tu cabeza.

Respira profundamente una vez.

Abre los ojos.