miércoles, 25 de enero de 2012

Paz en la mente


Deja de pensar. Es el momento adecuado para que despiertes.
Eres más que tu mente. Eres lo que no oyes. Eres lo que no ves.
Eres una superviviente. Comprende eso.
Todo está ocurriendo justo en el momento idóneo.


Separa tu mente de ti mismo y te encontrarás.
Tendrás esa paz mental que buscas.




Es en el ahora cuando los relojes se paran y cuando se escucha claramente el sonido de los segundos.


Con cada paso que das, te acercas un poco más al momento de tu muerte. Recuérdalo sin miedo y sin ansiedad.


La vida está aquí. En este instante. Esperando a que tu mente deje de hablar para poder ser feliz.


Comprende que el tiempo no existe. Eres lo que deseas ser en cada minuto. Ni más ni menos.


Abandona tu mente y respira tranquila.


Sonríe.


Nada te molesta. Todo carece de importancia.


Eres un ser especial y lleno de energía.


Recuérdalo… que no se te olvide…


Disfruta del presente.







miércoles, 18 de enero de 2012

Escucha tu cuerpo

Siéntate tranquilamente en un lugar cómodo, sin ruido y con poca luz.
Cierra los ojos y centra tu atención en la respiración.
Nota como el aire entra y sale de tu cuerpo, sin que tengas que hacer tú nada para que ocurra.
Siente que todo es así de sencillo. No tienes que hacer esfuerzos por respirar. Tan solo lo haces.
La mayor parte del tiempo, no te das cuenta de tu respiración y sin embargo es fundamental para que sigas viva.
Ahora, céntrate en tu cuerpo.


Primero visualiza tus pies. Obsérvalos como si no formaran parte de tu cuerpo.
Siente cualquier tensión o pequeño dolor que tengas en ellos, y di para ti: “No pasa nada. Todo está bien. Voy a cuidar de vosotros”.
Focaliza ahora tu atención en tus piernas y localiza cualquier molestia que tengas.
Repite para ti: “Todo va a salir bien. El camino está libre. Voy a cuidar de vosotras”.
Tu respiración se ha hecho cada vez más lenta y tranquila.
Ahora, visualiza tus caderas. Detecta cualquier dolencia que tengas en ellas, y di para ti: “Soy capaz de hacer lo que me proponga. Todo está bien”.
Dirígete a tus manos. Recuerda cuanta carga las hace soportar a lo largo del día, y nota las molestias que tengas. Repite en silencio: “La vida es maravillosa. Soy una persona sana. Todo está bien”.
Visualiza tus brazos y hombros. Siente las tensiones acumuladas en esa parte de tu cuerpo. Con cada respiración te relajas más y más. Di para ti: “No pasa nada. Todo está bien. Voy a cuidar de vosotros”.
Centra tu atención en tu pecho y espalda. Recuerda las veces que has sobrecargado esa zona sin necesidad. Repite: “Todo es ligero. La vida me sonríe y todo es perfecto en este momento”.
Cada vez estás más y más tranquilo.
Observa tu cuello. Mueve un poco la cabeza de un lado a otro, muy despacio. Nota como las tensiones se van diluyendo poco a poco y di para ti: “Todo va a salir bien. Voy a cuidar de ti”.
Por último céntrate en tu cabeza. Nota si tienes molestias en la mandíbula, en los oídos, en la zona de la nariz, en los ojos, en la frente o en el cuero cabelludo. Respira profundamente sin prisa. Y repite para ti: “Todo está bien. Voy a prestaros más atención. No pasa nada. La vida es maravillosa y sencilla”.
Cuándo termines, continúa en la silla un rato sin moverte. Abre los ojos, y poco a poco, moviliza tu cuerpo.
Recuerda: Escucha tu cuerpo.
  

miércoles, 11 de enero de 2012

Aficiónate


Seguro que hay algo que te gusta mucho hacer. Y que disfrutas con ello.

Puede ser tener un pequeño huerto, cuidar de algunas macetas, cocinar, salir a pasear… 

Es importante que dediques tiempo para ti misma. Y que hagas eso que tanto te gusta cada día.

No tienes que esperar a nada, para comenzar a tener esa afición que te entusiasma desde hace tiempo…

Por ejemplo, algunos piensan:

Cuando llegue las vacaciones, leeré mucho”.

Otros: “Cuando me jubile podré hacer todo lo que me gusta”…

Estás en el momento adecuado para moverte y hacer todas esas actividades que te entretienen.

Tener una afición nos hace personas más felices, nos motiva para comenzar los días sonriendo y mantiene 
nuestra cabeza ocupada en actividades positivas (en vez de estar dándole vueltas a temas de trabajo o 
problemas de otro tipo).

Te animo a que te aficiones. A que lo hagas cada día, aunque sea solo un rato.

Deja de esperar…

Recuerda: Este es el momento apropiado para comenzar.

Sé feliz

:D

miércoles, 4 de enero de 2012

El cajón de las habilidades



Todos tenemos la capacidad de aprender.

Tengamos la edad que tengamos.

Estemos pasando por circunstancias difíciles o no.

En el caso de las habilidades sociales, pasa igual.

Algunos piensan que no se enfrentan a determinados acontecimientos, porque no pueden ni podrán.

Yo es que soy muy tímido”, dicen unos… “Si lo hubiera aprendido de joven”, dicen otros.

Pero no se dan cuenta de que las barreras se las ponen ellos con sus palabras y acciones.

Imagina que tienes un cajón lleno de diferentes cubiertos que sirven todos, a pesar de sus diferencias, para comer. Si deseas tomar una sopa, nunca cogerás un tenedor… Si vas a pelar una naranja, no usarás una cuchara…

Pues bien… las habilidades sociales están en un cajón esperando a que aprendamos a usarlas adecuadamente.

Y puedes abrir el cajón y aprender cual utilizar, seas un niño, o una persona mayor. Tan solo requerimos conocer cuáles son, para que sirve cada una y en qué momento aplicarlas. Al igual que los cubiertos…

Tener un concepto positivo de nosotros, nos ayudará a aprender estas habilidades, que nos son tan útiles en nuestra vida diaria.

Si creemos que podemos aprenderlas y aplicarlas, entonces, nos será más fácil hacerlo. Si, por el contrario, solo vemos en nosotros fallos y limitaciones, nos costará más trabajo adquirir estas habilidades. Así, lo primero que tenemos que aprender es que somos capaces.

Algunas de las habilidades sociales que nos ayudarán a relacionarnos mejor, son:

* Aprender a escuchar. Hay momentos en los que no tenemos que hablar. Y sin embargo, lo hacemos. Cuando una persona necesita ser escuchada, escúchala sin más.  

* Entablar una conversación, mantenerla y finalizarla. Estas son, unas habilidades muy útiles para el día a día. Saber que decir cuando comienzas a hablar con alguien, de que hablar para alargar la conversación, y como terminar una charla, sin que la otra persona se sienta mal por ello.

* Comunicación no verbal. Decimos mucho con nuestros gestos de la cara y con nuestro cuerpo. Aunque nuestro mensaje sea positivo, si nuestros movimientos y gestos, no acompañan a lo que decimos, es muy posible que no nos crean o que no nos hagan caso (no es lo mismo, mirar a la otra persona a los ojos, mientras le hablamos, que mirar al suelo).

* Hay tres modos de actuar: pasiva, agresiva y asertivamente. La que tenemos que aprender es la última, ya que nos relacionaremos diciendo lo que realmente deseamos, pero sin atacar a la otra persona.

* Aprender a decir que no. Una de las habilidades que nos hará ser más felices. Hay situaciones, en la que actuamos porque no sabemos decir que no a alguien o a algo. No hacemos lo que realmente queremos, y solemos actuar con desgana y sin motivación.

* Defender nuestros derechos. Tú eres una persona igual de importante que las demás. Y tú también tienes unos derechos y no solo unas obligaciones. Di lo que deseas, si te gritan responde asertivamente, sin pasividad ni agresividad. Te mereces todo lo bueno que te pase.

Todas las habilidades descritas, están íntimamente relacionadas. Al igual que los cubiertos, tienen el mismo objetivo (que podamos comer de todo), todas las habilidades, tienen una meta común: que nos relacionemos y vivamos mucho mejor.

Con las habilidades sociales, todo es más fácil.

Aprende a utilizar tu cajón de habilidades.

Tú puedes.