miércoles, 24 de junio de 2015

La tierra y el cielo

Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Siente como el aire entra en tu cuerpo dándote esa energía que tanto necesitas.
Expulsa ese aire lentamente después de retenerlo unos tres o cinco segundos dentro de ti.
Si lo necesitas exhala con la boca abierta y haciendo ruido.
Tu cuerpo se alimenta de esas respiraciones diarias.
Sé consciente de ellas por lo menos una vez al día.
Ahora, con los ojos cerrados sumérgete en la siguiente visualización:

Estás de pie en medio de un paisaje que te tranquiliza.
Estás en un agradable estado de relajación.
Tu cuerpo parece flotar y hundirse al mismo tiempo.
Tus pies los sientes pesados y se arraigan a la tierra con fuerza.
Tu cabeza sin embargo, está tan ligera que parece que vas a salir volando de tu cuerpo en cualquier instante.
Te mueves casi de modo imperceptible de un lado a otro.
Respira profundamente una vez.
Céntrate ahora en tus pies y en tus pesadas piernas.
Nota como ese peso hace que la sensación de hundirte en el suelo sea cada vez mayor.
 Tu calzado (si lo tenías puesto) ha desaparecido y las entrañas de la tierra comienzan a agarrarte de las plantas y a subir hacía los tobillos.
Lejos de sentirte incomoda, estás cada vez mejor y mejor.
Respiras muy lenta y tranquilamente.
Sabes que esa conexión con la tierra te está dando más energía de la que ya tenías cuando comenzaste la relajación.
Quédate un rato disfrutando de las sensaciones que te invaden.
Ahora céntrate en tu cabeza.
Está tan liviana que parece un globo.
No hay nada.
Solo aire que entra y sale de tu cuerpo y que mueve tu cabeza sin esfuerzo.
Respira profundamente una vez.
Estás aquí y ahora y sabes que todo está bien.
Disfruta de la sensación de vacío que hay en tu cabeza.
Y nota como en tu coronilla entra la energía del cielo.
Ahora estás arraigado a lo más alto. Más allá de las nubes y de las estrellas cercanas.
Respira profundamente una vez.
Cuando te sientas con mucha más energía, vuelve a prestar atención a tu respiración.
No hay nada como el aire que entra y sale de tus pulmones y recorre todo tu cuerpo.
Estás muy relajada.
Te sientes tranquila y feliz.
Respira profundamente una vez.
Abre los ojos.


miércoles, 17 de junio de 2015

Sí que puedes

Hoy es un día especial.
Hoy es el primer día de todos los días que has tenido y tendrás.
No hay más que éste presente. Y es tal y como tenía que ser.
Todo lo que has vivido hasta este momento es tu camino. Y es perfecto y adecuado.
Nada de lo pasado quedó en saco roto.
Has ido aprendiendo con cada paso y a cada bache has sabido remontar como el ave fénix.
Tú mejor que nadie sabes que las experiencias han sido parte de tu existencia y sin ellas no tendrías ese coraje y esa fuerza de voluntad que tienes ahora.
Eres una persona maravillosa. Todo lo que te rodea rezuma ese amor que desprendes.  Y tú alrededor se amolda a tu nuevo cambio. Si aún no lo has notado… paciencia. Poco a poco ocurrirá.
Aléjate de aquello que ya no te conviene. Si es necesario acéptalo y después sigue tu camino. Ese sendero que te está llevando a ese lugar mágico y deseado que tanto anhelaste.
Nada te puede parar.
Ya no.
Mires hacia donde mires, sabes que puedes.
Todo va a salir bien.
Respira profundamente una vez y céntrate en tu respiración.
Lentamente se va tranquilizando. Aquello que un día tuvo importancia ha dejado de tenerla.
Puedes vivir sin miedos y sin tensiones. Ya lo has hecho otras veces.
La fuerza que tienes dentro de ti es tan poderosa que es magia pura.
Eres magia.
Un ser mágico en un universo perfecto y maravilloso.
Y recuerda que no estás sola. No estás solo.
Todos vivimos etapas en las que creemos que no podemos.
Nos aferramos a unos miedos y a un dolor que ya no existe.
Piensa que solo existe este momento. No hay pasado. No hay futuro. Es solo este preciso instante el que tienes.
Hoy es el primer día de todos los días que has tenido y tendrás.
Sonríe.
Todo está bien.
Y que no se te olvide: ¡Sí que puedes!

miércoles, 10 de junio de 2015

Es tu momento

Desde pequeños nos enseñan que las cosas que merecen la pena, requieren de todo nuestro esfuerzo y sacrificio…
Llegamos a creer que sin sufrimiento no habrá recompensa… y sin embargo no es así.
No hay que pasarlo mal para conseguir esos objetivos que pensamos importantes.
¿A qué cuándo te has divertido haciendo alguna actividad, tus resultados han sido óptimos y positivos? Pero al contrario… ¿Cuándo te ha costado “sudor y lágrimas”, en muchas ocasiones los resultados han sido mediocres?
Nuestra motivación y nuestro disfrute en cualquier actividad son necesarios para que aquello que deseamos ver realizado se cumpla eficientemente.
Algunas empresas (sobre todo aquellas nuevas o con una organización más horizontal) lo saben y por eso hacen que sus empleados disfruten cada día de alguna recompensa o les hacen el trabajo menos cansado, dándoles más actividades de ocio en equipo o haciendo que las mentes de sus trabajadores desconecten después de almorzar.
Es necesario que aprendamos a utilizar bien todos nuestros recursos.
No por mucho estudiar horas y horas, un estudiante consigue superar con nota las asignaturas menos sencillas. Y lo mismo ocurre en el trabajo. No por mucho trabajar sin parar se rinde más.
Una vez que seamos conscientes que sin sufrimiento se consiguen mejores resultados, es posible que comencemos a hacer las cosas de otro modo.
Media hora de estudio concentrado y con motivación, cuenta más que tres horas sin organización, cansancio o desidia.
Tres horas de trabajo real, eficiente y sin desgana, será mucho más productivo y eficaz que ocho horas sin alicientes.
Todo lo dicho se puede trasladar a cualquier actividad en el hogar o con la familia. Si el tiempo de ocio que tienes, realmente lo disfrutas y aprendes a disfrutarlo, quince minutos pueden ser suficientes para sentirte realizado.
Algunas actividades que te pueden ayudar a sentirte mejor y a poder llegar a hacer las cosas sin esfuerzo son los ejercicios de respiración, la meditación o los ejercicios que conecten mente y cuerpo (como el tai-chi o el chi-kung).
Aunque los estudios nos agobien, el trabajo nos consuma las horas y las tareas domésticas nos cansen, tenemos la posibilidad en nuestra mano, para que esos minutos sean positivos y constructivos.
Olvídate de los esfuerzos sin sentido.  
Céntrate en disfrutar de lo que haces.
Comienza hoy el cambio.
Es tu momento.


miércoles, 3 de junio de 2015

¿Para qué sirven las quejas?

Hola.
¿Eres consciente de las veces que te quejas a lo largo del día?
Tus pensamientos negativos van tomando forma con cada lamento que expresas…
“No voy a ser capaz”, “No creo que pueda”, “Todo me sale mal”, “Sé que no lo voy a encontrar”, “No estoy a gusto”…
A cada paso que das, en cada decisión que tomas, está tu fuerza de voluntad y tu tesón para hacer y ser lo que deseas en el futuro.
Hoy te animo a que estés un solo día sin quejas.
Sé consciente de tus pensamientos y de tus palabras.
Cuando una frase poco alentadora salga de tu boca, reflexiona y comienza de nuevo la formulación:
Sé que soy capaz”.
Voy a poder”.
Todo me va a salir bien”.
Lo encontraré”.
Estoy bien y me siento bien”.
Acompaña cada afirmación con un movimiento enérgico de cabeza o de manos o de cuerpo.
Eres mucho más de lo que te planteas y todo comienza con un pequeño cambio de consciencia.
Vive en este presente. No en el futuro o en realidades paralelas.
Estás aquí y ahora y si estás disconforme con tu entorno o contigo misma, es el momento adecuado para darte cuenta. Solo así, comenzará el cambio.
Todas las quejas se hacen añicos cuando te fijas en ellas y las transformas en fuerza nueva.
Si vuelves a quejarte a lo largo de este día sin quejas, no pasa nada.
Sigue por donde lo habías dejado.
No hay como caer para poder levantarse con más ganas y motivación.
Dale las gracias a esas quejas por abrirte los ojos.
Ya no las necesitas.
Poco a poco, te irás dando cuenta que tu día se va transformando en algo más agradable.
Las personas que te evitaban, ya no lo hacen. Mucha gente es amable contigo e incluso la suerte te sonríe.
Cambia tu mente para cambiar tu mundo.
Tú puedes hacerlo.
¡ÁNIMO!