viernes, 30 de octubre de 2015

Hoy es el único día que tienes

¿Has visto que día más bonito hace?
Llueva o haga sol, hoy es un momento especial. Una joya en el tiempo que no se volverá a repetir exactamente igual.
Hoy es mucho más valioso que el diamante más caro del mundo. Hoy estás aquí. Quizás mañana ya no…
¿Por qué no disfrutas?
Acompáñate al espejo y ofrécete la mejor de las sonrisas.
Te mereces un día esplendido.
Nadie nos ha dicho que vayamos a vivir mil años y sin embargo vivimos en muchas ocasiones como si fuéramos inmortales, y solo pensamos en la muerte y en la vida cuando acontecimientos positivos o negativos inundan nuestro entorno.
No hace falta estar muerto para no sentirte vivo. Y lo sabes bien.
¿Cuántas veces has dejado de mirar con los ojos abiertos y has deseado esconderte en un escondrijo?
Este es no es el momento de hacerlo.
Es una oportunidad más que tienes de liberarte de ataduras sin sentido. Es una ocasión única para que seas feliz e imagines que eres ese bebé de pocos días que abre los ojos por primera vez para asombrarse del universo que te rodea.
Y claro que puedes hacerlo. Claro que puedes desprenderte del ayer y del mañana, aunque solo sea por un instante.
¿Qué más da el tiempo físico que hayas vivido? No eres tu cuerpo ni tu edad. Eres mucho más. Y en el fondo de tu ser, lo sabes.
Por eso, hoy es tu día. El único día que tienes.
Anímate y disfrútalo.
No te arrepentirás.



viernes, 23 de octubre de 2015

¿Un monstruo debajo de la cama?

Se asomó en cuclillas por debajo de la cama.
Allí no había nadie.
No lo podía entender. Estaba seguro de que había escuchado un ruido gutural que provenía de aquel oscuro lugar.
Se quedó pensativo, imaginando que habría hecho él mismo en aquella situación cuando era más pequeño.
Ya lo tenía.
¡Quedarse acurrucado en su cama y envuelto en la protección mágica de sus sabanas! Allí nadie lo tocaría. Fuera lo que fuera.
Sin embargo, ya era mayor. Ya no podía estar pendiente de falacias extravagantes sin sentido.
Ya hacía tiempo que comprendía que los demonios no viven debajo de la cama sino dentro de cada uno.
Así, que volvió a mirar debajo de aquel antiguo colchón con la esperanza de no encontrar nada.
Pero no fue así…
Justo a sus pies, un gran manto de pelo negro se movía insistentemente con necesidad de salir de aquel agujero.
Se asustó y reaccionó con malestar.
Sin detenerse a pensar, subió sus pies a la cama y se hizo un ovillo.
¿Un monstruo debajo de la cama?
Claro. Y lo siguiente que iba a ser… ¿Un duende saliendo del armario?
Atónito e incrédulo decidió volver a ser valiente.
Es lo que tocaba si quería ser la persona mayor que ya era.
Respiró profundamente y repitió la misma jugada.
Sin quererlo, dio un grito de angustia.
Allí seguía la bestia. Con su pelo negro haciendo ruidos extraños y desagradables.
No podía más.
Rompió a llorar desconsoladamente.
Gemía porque ya era mayor pero aún tenía miedos. Lloraba sin consuelo porque no se veía capaz de salir de aquel atolladero él solo…
De repente una luz en el pasillo se encendió.
Se cubrió rápidamente con las sabanas para no ser descubierto.
Una voz conocida se escuchó en la habitación.
- ¿Qué te pasa mi niño? – Susurró la voz.
Él no podía dejar de llorar y sollozar con la respiración entrecortada.
- Algo... Ahí… Debajo de la cama… - Consiguió decir.
- Ven mi tesoro… No pasa nada.
Y sintió un abrazo largo y profundo que le calmó el alma.
- Te he dicho muchas veces que para ser mayor no hay que dejar de tener miedos. Puedes sentir miedo y cada vez que ocurra, llámame a mí. Siempre vendré a acunarte tengas la edad que tengas. Mi pequeño niño.
Con una sonrisa de oreja a oreja, él se calmó.
Podía seguir siendo un niño.
Y lo más importante de todo… Podía buscar la protección que necesitaba sin remordimientos.
Al fin y al cabo solo tenía once años.
Respiró tranquilo y volvió a dormirse.


viernes, 16 de octubre de 2015

Si lo puedes imaginar puedes hacerlo

Hola.
¿Hay alguien?
¿Sigues ahí?
¿Hace cuánto que no te miras al espejo y hablas contigo mismo?
Tu vida parece caótica y no ves que muchos de los problemas que tienes los estás generando tú misma.
Hace tiempo que dejaste de tomar decisiones y aún no eres consciente de ello.
Respira profundamente una vez.
¿Quién hay dentro de ti?
Quizás ya no eres tú. Tal vez es una copia de quién fuiste o deseaste ser.
¿Vives aquí y ahora?
Atenta.
Escucha los sonidos de tu alrededor.
Esas trabas que crees que hay, no están.
Tu mente te para y te avisa de peligros que no existen.
Ese caos del que piensas formar parte, no es tal.
Todo tiene un orden perfecto.
Todo está pasando justo cuando tenía que ocurrir.
Sea una situación más o menos favorable para ti.
Seguramente si piensas detenidamente en los últimos acontecimientos en tu vida, verás que hay alguna parte positiva que te ha marcado el camino.
Por fin has vuelto a ver a esa persona que tanto quieres.
El otro día pudiste hacer aquello que tanto anhelabas.
¿Te das cuenta?
Todo se rige por la causa y el efecto.
Si generas pensamientos y emociones positivas, tu alrededor aparecerá distinto.
Seas como seas y pienses como pienses, puedes cambiar tu forma de afrontar las situaciones.
Recuerda: si lo puedes imaginar puedes hacerlo.
 Tus decisiones son importantes.
Tú eres importante.
Disfruta del momento y haz cada día de esta semana alguna pequeña cosa que te motive y te guste.
No dejes de pensar en ti y sigue fuerte.
Como siempre, no lo olvides:
¡Tú puedes!



viernes, 9 de octubre de 2015

Se acabaron los maltratos

¿Sabes que mereces ser feliz?
No. En serio… ¿Lo sabes?
¿Te has parado a pensar en ello?
Nadie es mejor que nadie y no tienes que sentirte responsable de los miedos, enfados o delirios de otras personas.
Tú eres importante. Ni más ni menos que otros. Eres alguien con derechos y uno fundamental es tu derecho a ser feliz y a estar bien. Y sobre todo tienes derecho a que te traten bien.
No creas en el amor que te grita, te hunde o te hace sentir inferior.
Eso no es amor.
Reacciona siempre cuando te digan que no vales, que no mereces esto o aquello. Actúa cada vez que te reprochen tu forma de ser o de vestir. No tienes un dueño. No eres un animal al que educar. Eres un ser humano con las mismas necesidades que el que te exige esa tonta perfección que ni siquiera él o ella tiene.
Abre los ojos. No cierres la mirada. No te tapes los oídos ni la boca.
Cuando alguien te disguste, cuando esa persona que supuestamente te ama te trate mal, exprésalo. Siempre hay alguien que te puede escuchar.
Dile que no te gustan sus modos, verbaliza tus miedos, defiende esos derechos que posees. Hazlo calmada, sin gritar, llorar o con la voz débil.
Practica delante del espejo si te hace sentir más fuerte y antes de hablar suelta tus sentimientos delante de ti mismo. Llora, grita y habla a solas en voz alta. Dile lo que le vas a decir cuando esa persona esté delante de ti. Y cuando lo hagas, no creas todas sus palabras. Sobre todo si te vuelve a insultar o a denigrar como persona. Muchas veces esa clase de sujetos, son expertos en manipular las situaciones y a los demás para hacernos sentir culpables por sus problemas y complejos.
Se consciente de tu fuerza y aprende de cada paso.
Nadie es mejor que nadie.
Te mereces lo mejor.
Mereces ser feliz.
Se acabaron los maltratos.

viernes, 2 de octubre de 2015

Que nada te detenga

Hace un año tuve la oportunidad, gracias a un máster que hice, de realizar las prácticas en la unidad del dolor de un hospital.
Allí observé y conocí a muchas personas con dolencias de todas clases. Algunos eran pacientes oncológicos, otros, personas mayores con diversos cuadros dolorosos y otros tantos chicos y chicas jóvenes con algún padecimiento.
Fuera como fuese, todos y todas tenían algo en común. El dolor que sentían y que les había llevado después de mucho sufrimiento a aquella unidad para poder aliviar esos malestares; y los deseos de estar bien (o por lo menos mejor).
Desde mi experiencia con el dolor durante casi toda mi vida, me sentí identificada con aquellas personas desde el principio. Y a pesar de que algunos llegaban a la consulta con el sueño de una varita mágica externa que les curara sus males, la mayoría eran conscientes de sus limitaciones y miedos.
En realidad casi todos los que hemos tenido o tenemos dolores crónicos, sabemos que nuestra actitud es el factor más importante para sentirnos mejor.
Nadie viene a deshacernos de este acompañante de forma mágica. Nos pueden ayudar a aliviarlo, sí, incluso nos pueden operar para quitarnos parte de ese dolor, pero no desaparece por completo. O por lo menos, no de repente.
Todo proceso requiere de nuestra voluntad y de nuestra mente para afrontarlo con tranquilidad y fuerza.
Quizás tú estés pasando ahora mismo por una situación con dolor. Tal vez te acabas de dar cuenta de que tu dolor es crónico (como me ocurrió a mí no hace mucho tiempo, con el dolor que sentía en mis manos desde que tuve el brote de artritis idiopática juvenil con nueve años, y que gracias a dos operaciones se mitigó), o puede ser que estés empezando con un proceso doloroso que no se alivia con nada. Seas quién seas, estés donde estés y vivas como vivas, tienes que saber que no estás sola. Tú eres la persona más fuerte que conoces y sabes que puedes con mucho.
Lo has hecho otras veces. Has caminado sin miedos y sin expectativas en situaciones que parecían catastróficas.
Ya tienes esos recursos en ti aunque no creas en ellos.
La luz al final del túnel existe. Es cierto.
Ahora parece que no, porque todo son cambios y el dolor en muchas ocasiones no te deja pensar ni respirar tranquilo, pero siempre hay un atisbo de calma.
Grita, llora, canta, berrea, da saltos, desfógate… es necesario que expreses tus sentimientos y tus dolores sin reprimirte.
Deja de tener miedo al dolor. Ese miedo te paraliza antes de sentir dolor y te produce más miedo y más dolor.
Intenta respirar tranquilamente. Relaja tu mente para relajar tu cuerpo.
Recuerda… Tú puedes con mucho.
Eres fuerte.
Ánimo y sonríe.
El dolor será tu maestro y juntos avanzaréis hacia nuevos retos.
Que nada te detenga.