miércoles, 27 de noviembre de 2013

“La Muerte no Existe”


Hacía tiempo que no la veía.

Allí estaba ella.

Con su sonrisa casi imperturbable y sus ganas de vivir.

Me acerqué sigilosamente y le di un beso en su sonrosada mejilla.

- Cuántos días, separadas – Me dijo – He estado trabajando en unas ideas… Ven siéntate que te cuente.

Como si el tiempo realmente fuera solo una invención, me acurruqué a su lado.

- En este lugar, hay muchas cosas que hacer – Me señaló – Aunque creas que no hay vida, en la mayoría de las ocasiones, hay mucha más vida que en donde vosotros respiráis.

Sus manos suaves, se tocaban entre sí, con intención de expresar también de ese modo, la energía que se desprendía de allí.

- Me parece que el silencio tiene mucha más musicalidad aquí, que en tu realidad.

Poco a poco, fui escuchando el sonido de la nada.

Allí estaba ella de nuevo.

Más viva que nunca.

- El miedo solo está en tu cabeza – Expresó – No existe nada más que en tu mente.

Asentí.

- Ni siquiera son reales las preocupaciones ni la pena.

Quise hablar y decirle que en eso no llevaba razón.

Que la pena y la tristeza son igual de reales que aquella conversación.

Entonces me di cuenta.

No estaba realmente allí.

Todo aquello estaba sucediendo dentro de mí.

Ella falleció hace muchos años y aquel beso en la mejilla no había sido más que un recuerdo nostálgico.

- Sé que no crees en lo que sientes – Continuó – Ni siquiera crees en lo que ves.

Observé detenidamente su rostro.

Parecía real. Quizás no estaba soñando.

- Puede ser… - Me atreví a decir – Pero nada existe. Tú tampoco.

Convencida de que pronto despertaría, le cogí la mano.

- Si que existo – Dijo con la fuerza de alguien que sigue vivo – Y he aprendido mucho desde que me separé de vosotros – Sacó un sobre de su bolsillo – Mira…

Algo temblorosa, cogí aquella carta y comencé a leerla:

La muerte no existe. Es solo un paso más en el camino”.

Me quedé quieta y la miré.

Aquella media sonrisa tan característica de ella, me animaba a seguir leyendo:

Cuando estás en este lado, sabes que nada es como aparece. El silencio deja de ser silencioso y se vuelve musical”.

Callé.

Ella parecía bailar con mis palabras.

- Continúa – Me dijo – Es para ti.

Pero hay que vivir siempre con energía y vida. Estés donde estés y seas cómo seas. Aprovechar el momento es igual de importante aquí que donde tú estás. Aprendiendo en todo lo que haces. Sin miedo y sin preocupaciones”.

Asentí de nuevo.

Ella me apretó con firmeza la mano.

Tú creas tu propia historia. Nada ni nadie es más importante que otro. Si tienes miedo, acuérdate de mí. Yo sigo aquí. En este lado. Y siempre estoy alegre”.

Sonreí.

Me quedé un rato observando aquellos ojos que tanto había echado de menos.

- La muerte no existe – Me dijo con aquella mirada sabia – Algo intuía cuando estaba en tu lado, pero es ahora cuando puedo afirmarlo… Sigo viva aunque no me veas. Sigo llena de energía aunque no lo parezca. Soy lo mismo que tú, aunque nos separe el tiempo o el espacio.

Me acerqué de nuevo a su sonrosada mejilla y le di otro beso.

- Gracias – Dije en susurro – Gracias por venir a verme y enseñarme a vivir. Volveremos a vernos.

Con un leve sonido como de campanas, desperté en mi cama, con el convencimiento de que ella había estado muy cerca de mí aquella noche.

Respiré profundamente y con muchas ganas.

La muerte no existe.

Abre bien los ojos y ¡Vive!




miércoles, 20 de noviembre de 2013

Detrás de las nubes



Ha llegado el momento de despertarse.
Hoy es un buen día para abrir los ojos y prestar atención.
Nada es importante y todo está vacío.
Tu cuerpo desaparecerá y no quedará más que tu energía.
Tus preocupaciones y miedos de ahora, serán solo un leve recuerdo sin valor.
Nada es como aparece.
Tú eres mucho más que lo que enseñas o crees ser.
Cualquier cosa que te propongas puedes alcanzarla.
Cuando decidas despertar del todo, te darás cuenta de que los problemas no son problemas.
Todo está en tu mente.
Tu pasado y tu futuro están en tu cabeza… No son reales.
El silencio del ahora parece existir en esta realidad.
Sigue aquí. En el presente.
Sé consciente de que detrás de esos pensamientos que tienes, está tú verdadero tú, tu energía deslumbrante y llena de vitalidad.
Al igual, que las nubes tapan la luz y los rayos calientes del sol, tus pensamientos, preocupaciones y dudas, ocultan la calma que existe en tu interior.
Visualiza en tu imaginación un cielo azul repleto de nubes.
Las nubes son reales, pero parecen pintadas por algún genio del pincel.
Siente el calor que te llega a través de esas nubes y observa como detrás de ellas, los rayos del sol, luchan por dejarse ver.
Sigue aquí.
En este preciso instante.
No dejes que tus pensamientos vayan a otros lugares.
Estás en el vacío.
Volando en tu mente, y sintiendo la amplitud del ahora.
Mira como poco a poco, esas nubes se van apartando y van dejando paso a esa luz, a esa energía que sin tú buscarla, te inunda el cuerpo y tu mente de paz y relajación.
Eres un ser de luz, lleno de energía.
Disfruta de cada segundo, de cada instante en ese cielo sin nubes.
La vida es así de simple.
Nada es como aparece.
¿Te lo vas a perder?



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Como afrontar una enfermedad

Cuando la falta de salud llega a nuestras vidas, se produce un cambio en nuestro día a día.
Ya sea por la enfermedad propia o por la de un familiar cercano, el saber afrontar esos momentos, nos hace sentirnos por lo menos, un poco mejor a nivel psicológico.
Si disponemos de los recursos adecuados y estamos preparados para esa nueva circunstancia, todo será más fluido e incluso algo más fácil.
Cualquier enfermedad suele ser dolorosa. Algunas no duran mucho tiempo, pero otras se hacen crónicas, afectando a cada área de nuestra vida.
Si estás pasando ahora mismo por el inicio de una enfermedad transitoria o no, seguramente te sentirás perdida o confusa ante los acontecimientos.
Todo comienzo significa un cambio… Algo que nunca hemos vivido o sentido, aparece en ocasiones, casi de repente y muchas veces, sin previo aviso.
Por eso, poseer las habilidades de afrontamiento necesarias para manejar cualquier situación, sea deseada o no, nos hará vivir ese momento, del modo más adecuado posible.
Algunas cosas que podemos hacer para afrontar esa enfermedad, son las siguientes:
- Tanto, si la enfermedad nos ha afectado a nosotros mismos como a alguien querido, leer acerca de estas dolencias, nos puede ayudar a comprender mejor su transcurso. Estar informados ante los cambios que pasaran, sin acudir de forma masiva a sitios no profesionales (como pueden ser páginas de internet, que nos pueden dar sensación de catástrofe en vez de ayudarnos a aprender y comprender esa enfermedad), nos dará una perspectiva más amplia sobre a qué nos enfrentamos.
- Aceptar los cambios sin miedo. Ante cualquier situación dolorosa, solemos aferrarnos al pasado, o a los momentos en los que nos encontrábamos bien, reprochando esas nuevas vivencias con rabia. Aprender a centrarnos en el ahora, sin juzgar las circunstancias de la enfermedad, nos ayudará a la aceptación de esa enfermedad.
- Aceptación no significa que no seamos activos ante las consecuencias de la enfermedad. Si tenemos un dolor o una limitación significativa, no vale con quedarnos en un rincón, “aceptando” nuestra nueva situación… Si no que, tenemos que dejarnos tratar y solventar esos dolores con las ayudas externas que sean necesarias y hacer ejercicios de rehabilitación, que nos ayudarán a mantener nuestro estado de salud estable.
- No dejarnos llevar por un estado de ánimo decaído. Si sentimos que nuestra vitalidad y ganas de vivir, no son las mismas que antes de la enfermedad, podemos realizar alguna estrategia psicológica, o utilizar algunas técnicas para que podamos sentirnos cada día mejor. La meditación, los ejercicios de relajación, caminar diariamente, alimentarnos sin excesos, o quedar con los amigos o familiares, pueden ser adecuados para subir ese estado anímico que tanto influye en el afrontamiento de una enfermedad.
- Por último, sé paciente. Seas tú la persona enferma o tu familiar cercano, sé una persona tranquila. No tengas prisa en mejorar tu estado de salud o te lamentes por lo perdido.  Todo tiene su propio ritmo y no sirve de mucho, forzar una recuperación si lo hacemos con dolor o desesperación.
Hay miles de estrategias de afrontamiento, que podemos utilizar ante una nueva circunstancia, como es afrontar una enfermedad. En mi caso, cuando comencé con la artritis con 9 años, me sentía extraña y algo perdida. Gracias al tratamiento del dolor y a las actividades de rehabilitación, me fui sintiendo mejor y adaptándome a mis nuevas limitaciones, con la ayuda de mi familia. Aunque no fue, hasta mucho más tarde, cuando acepté mis circunstancias como no reversibles, que no tuve plena sensación de estabilidad física, psicológica y emocional.

Por eso, aprende a afrontar tu enfermedad o la de tu ser querido, desde todos los ámbitos, tanto a nivel físico (de tratamiento del dolor y de las secuelas), como a nivel emocional y psicológico. Estos últimos factores, te harán sentirte mucho más fuerte para enfrentar los nuevos retos que las limitaciones y dolores te tienen preparado.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cargando las pilas

Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Imagina una playa desierta.
En ella, tan solo se escucha el murmullo de las olas y el poco viento que hay.
Notas la brisa en tu cara y puedes sentir hasta el tacto de la arena en tus pies descalzos.
Comienza a caminar despacio por la orilla del mar.
El agua está cálida y muy agradable.
Apenas hay olas, por lo que es muy sencillo andar.
Paseas sin resistencia. Dejándote llevar, como si fueras una ola en el amplio mar.
Respira profundamente una vez.
Tu mente está entretenida observando cómo tus pies avanzan por la arena.
Eres consciente de que no hay tiempo ni espacio.
Tan solo estás allí. Disfrutando de ese momento de calma y felicidad tan merecido.
Ahora, decides sentarte en la cálida arena.
No hay nadie a tu alrededor y tan solo sigues escuchando el sonido del viento y de las pocas olas que llegan a la orilla.
Te sientas afortunado y lleno de paz.
Sabes que pase lo que pase, todo va a estar bien. Todo va a salir bien.
Vuelve a respirar profundamente una vez.
Ahí sentada, piensa en un lugar mágico para ti. Puede ser cualquiera. Incluso puedes imaginarte en una situación concreta que te guste revivir.
Cuando estés ahí, comienza a balancear tu cuerpo en círculos.
 Te sientes muy tranquila y con muchas ganas de hacer cosas.
Tus proyectos, tus deseos y tus planes, van llenándose de esa energía vitalizante que sientes ahora mismo.
Comprendes que no hay obstáculos para conseguir aquello que te propongas.
Asientes y te dejas caer encima de la fina arena.
Repite para ti:
Todo está bien. Todo está saliendo bien. La vida es maravillosa.
Cuando creas que has cargando completamente las pilas, abre los ojos.
Disfruta del momento.
Carpe diem.