miércoles, 25 de febrero de 2015

Avanza sin miedo


Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Recorre mentalmente cada parte de tu cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.
Cuando encuentres una tensión, respira profundamente y relaja esa parte.
Cuando te sientas tranquilo y relajada, visualiza la siguiente escena:
Estás delante de una puerta cerrada. Alrededor tuya no hay nada. Tan solo quietud y silencio.
La penumbra del lugar se ve interrumpida por una luz que aparece al otro lado, debajo de la puerta.
Tus sentimientos comienzan a brotar sin que tú puedas hacer nada.
Recuerda cuando abriste los ojos esta mañana.
¿Qué sentiste? ¿Te acuerdas que fue lo primero que pensaste? ¿Quién fue a la primera persona a la que sonreíste?
Piensa en ello por un instante.
Sigues delante de la puerta y la luz comienza a hacerse cada vez más y más blanca.
Se vuelve tan brillante que ilumina la zona oscura en la que te encuentras.
Decides dar un paso y no quedarte de brazos cruzados.
Abres la puerta muy despacio.
Un silencio inabarcable lo inunda todo.
La luz se ha vuelto de color violeta y comienza a envolverte por completo.
Entra por todos tus orificios y penetra en cada poro de tu piel.
Descubres que te sientes llena de vida y de energía.
Tus pensamientos y sentimientos han dejado de mover tu mente.
Estás muy tranquilo.
No sabes como, pero de repente todas las preocupaciones, miedos, inseguridades y dolores, han desaparecido.
En su lugar un vacío inusitado, parecido al que sentías cuando eras pequeña y jugabas sin horario fijo, se ha instalado en ti.
Nada ni nadie es como parece.
La luz comienza a debilitarse dentro de ti.
Te sientas realmente especial.
Ahora eres consciente de tus capacidades y oportunidades.
Puedes hacer lo que te has propuesto.
No hay obstáculos para el éxito y así lo sientes,
El camino mágico se ha trazado delante de tus ojos.
Nada es como era.
El silencio se ha convertido en música y la luz ha dado paso a la noche.
Te sientes acompañada y feliz.
Sabes que cuando abras los ojos, todo va a salir bien. Como siempre ha sido.
Respira profundamente una vez.
Avanza sin miedo.
Cuando este preparado, abre los ojos.
¡Claro que puedes!


miércoles, 18 de febrero de 2015

El camino de la paciencia

Tener paciencia no significa estar inactivo.
Requiere de nuestra convicción y fuerza de voluntad, para que lleguemos a ser y a estar pacientes.
Se suele decir que: “quién espera desespera”, y es que estar expectantes ante una situación o acontecimiento, nos hace prestar curiosamente atención al ahora, y sin embargo nos inquietamos e incluso nos llegamos a enfadar.
 El camino de la paciencia o el camino que conduce a la paciencia, es un sendero que necesita de nosotros en todos los aspectos. De nuestra capacidad de afrontar las experiencias y de nuestra abstracción.
Por lo tanto, cuando desees ser y estar paciente:
- No esperes. Es decir, no tengas expectativas de lo que vendrá.
- Ten consciencia. Sé consciente de lo que te rodea. Observa sin implicarte en la situación.
- Haz relajación y respiraciones tranquilas para hacer que tu cuerpo y tu mente se unan.
Estas pequeñas acciones te ayudarán a afrontar aquello por lo que estés atravesando, ya sea una vivencia íntima o una espera en un atasco de tráfico.
Me gustaría que esta semana recordaras aquellas experiencias por las que has pasado, en las cuales has sido paciente.
Cuando las tengas, obsérvate en tu jornada diaria y analiza cuándo, cómo y por qué pierdes la paciencia en situaciones que a simple vista, parecen mucho menos importantes que aquellas en las que sí fuiste paciente.
¿Quizás un cúmulo de cosas, te han hecho explotar a lo largo del día, porque no has querido o sabido expresar tus sentimientos?
¿O tal vez no haces aquello que te hace feliz o realizas todas tus tareas sin poner en ellas partes de tu felicidad?
Sea como sea, estoy convencida de que puedes aprender de tu yo pasado. Aquel que afrontó la pérdida de un ser querido con la calma de una persona paciente, el que se enfrentó a una operación o a un examen casi sin expectativas. Esa persona eres tú, y tienes el germen de la paciencia dentro de ti.
Vive cada día con la fuerza tranquila de un animal dormido.
Tú puedes con todo. Ya lo has hecho otras veces.
¡Ánimo!
Sigue por el camino de la paciencia.



miércoles, 11 de febrero de 2015

Disfruta del viaje

Imagina que estás en la explanada de una estación de trenes. Vas solo, pero acompañado de un par de maletas grandes.
Estás tranquila y entretenida en lo que te rodea. Otras personas como tú, se disponen a tomar el tren. También van solas.
Aunque apenas hay contacto visual entre vosotros, los viajeros solitarios, existe en el ambiente un halo de unión especial.
Te sientes acompañado y arropado en esta nueva aventura.
Sabes que has de tener paciencia, y que igual que ahora estás sentada esperando el tren, después de un tiempo ya estarás dentro del mismo, viajando hacia cualquier lugar.
Porque la gracia de esa estación de trenes, como si de una estación mágica se tratara, es que es el tren el que te lleva al lugar que deseas aunque no lo expreses en voz alta.
No hace falta que hables para que tus pasos se dirijan a esa parte del universo que te espera con apasionantes experiencias.
Tus sensaciones son buenas. La seguridad de los demás viajeros te impregna a ti también. Confías en tu próximo destino y sabes como dice el refrán, que: “todos los caminos llevan a Roma”. Al final todo llega, sea por el camino que sea.
¿El secreto para seguir teniendo la paciencia de quién espera? Pues esa vitalidad y alegría que irradias cuando estás feliz. Esa chispa que vemos cada día en los más pequeños o en aquellos que siguen viviendo desde el corazón y no desde la cabeza.
Vives en un estado de paz, y aunque esperas no tienes expectativas de qué te deparará el futuro.
Respira profundamente una vez.
Las luces de la estación comienzan a difuminarse.
A lo lejos, un vehículo llega veloz hacia dónde estáis parados.
Sin demora, aquellos que se sienten preparados cogen el tren fantástico. Otros, que no han abierto la boca pero su expresión les delata, se retiran hacia atrás, paso a paso.
Tú has conseguido entrar en un vagón y feliz de tu destino, te sientas en uno de las butacas cómodas y mullidas del tren.
Todo parece estar en plena armonía.
Cierra los ojos, respira tranquilo y disfruta del viaje.
Te lo mereces.


miércoles, 4 de febrero de 2015

La energía del cambio

Cuando era pequeña era muy tímida. Estuve mucho tiempo pensando que aquello era un rasgo de mi personalidad o de mi forma de ser, y que no podía hacer nada para cambiarlo.
Creer que no puedes cambiar algún aspecto de ti mismo que te incomoda o que no te hace feliz, es uno de los motivos por los que no cambiamos.
Todo fluye y el cambio, como en cualquier fenómeno de la naturaleza, está presente a cada paso que damos.
Queramos o no, el movimiento es parte de nuestra vida y aquello que yo pensaba (y sentía) inmutable en mí, no era más que una etapa, una falta de habilidades y una baja autoestima.
Sé que la manida frase: “Si crees en ello, lo conseguirás”, no deja de ser una afirmación más en el saco de las destrezas. Pero es tan real como nosotros queramos que sea.
Desde que te levantas por la mañana, planificas lo que vas a hacer a lo largo del día. Aquello que piensas y sientes (que no tenemos que olvidar que pensamientos y sensaciones, están muy unidos) según avanza la jornada se van haciendo palpables y reales. Y sin embargo, antes de comenzar a moverte eran “solo simples ideas”.
Esta semana te animo a que seas consciente de esos cambios que se van produciendo a tu alrededor. Que observes como tus actos y pensamientos, influyen en lo que te pasa.
Vivir estresados, con miedos, enfadados… nos debilita la energía y nos convierte en blancos perfectos para malas situaciones e incluso decaimientos o enfermedades.
Date un respiro. Te lo mereces.
Mañana despierta con una sola idea en la cabeza: ser y estar alegre. Sonríe y canta aunque no te apetezca en esos momentos, y cambia la forma que tienes de enfrentarte a las situaciones.
Cuando por ejemplo estés enojada, párate y piensa cuáles son tus actos normalmente cuando te sientes así. Recapacita si tu forma de actuar te beneficia o por el contrario te consume poco a poco. No chilles. No te hace falta explotar si vas expresando tus sentimientos cada día.
Y aunque te digo que no grites, pega un grito si lo que quieres es desahogarte. Enciérrate en el cuarto de baño por ejemplo, y háblate al espejo. Dale a esa imagen reflejada al otro lado, los motivos por los que la ira, no te ayudan a estar bien.
Confía en cada palabra que te dices a ti misma. Eres tu mejor maestro.
Recuerda: Vive cada instante con la energía del cambio.